Lo más sorprendente de la detención el viernes pasado de Jesús Reyna, secretario de gobierno de Michoacán y ex gobernador interino, es que no hubiera sido antes. Por largo tiempo dijo que la situación en Michoacán estaba en paz, con lo que evitó una temprana intervención federal en el estado que provocó el surgimiento de las autodefensas. Durante meses operó desde las sombras en contra del comisionado federal Alfredo Castillo y sometió al Congreso local para impedir el restablecimiento del orden político. Acusado por la ex candidata a gobernadora, Luisa María Calderón, de estar vinculado a Los Caballeros Templarios, nadie lo tocó hasta hace unos días, cuando el lugarteniente de un jefe del cártel lo señaló.
Es inusual que cuando un delincuente señala a un político, este sea detenido por la autoridad federal, interrogado y, para profundizar la investigación, que lo arraiguen durante 40 días, como procedió la PGR en contra de Reyna este fin de semana. Lo normal es que cuando un delincuente nombra a un alto funcionario, las autoridades federales lo investigan con sigilo, sin lanzarlo a la hoguera por haber sido indiciado.
La PGR sentenció políticamente a Reyna, y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, sin cuidado del Pacto Federal lo convirtió en “ex secretario” de gobierno. Si las formas se violaron y los tiempos se alteraron, la pregunta es porqué.
En todo caso, Reyna es la llave a una puerta que puede develar detalles de la protección institucional a Los Caballeros Templarios. Dentro del gobierno federal se sabía de sus oscuras vinculaciones con el bajo mundo criminal pero, como otros políticos en el pasado, sus nexos fueron funcionales para el nuevo gobierno. “Reyna se maneja en las cañerías, pero es necesario para ir resolviendo los problemas de seguridad”, dijo un alto funcionario federal el año pasado, cuando no se esperaba que Fausto Vallejo, tras una crisis de salud, regresara al gobierno michoacano.
Osorio Chong trabajó con él para buscar restaurar el orden en Michoacán, pero lo que hizo Reyna fue mantener elstatus quo que favorecía a Los Caballeros Templarios. La PGR deberá determinar si las consecuencias de su política fueron deliberadas o circunstanciales, pero el hecho concreto es que así sucedió. El ejemplo más claro fue el del ex alcalde de Tepalcaltepec, Guillermo Valencia, quien solicitó licencia definitiva en febrero después de nueve meses, afirmó, de ser hostigado por los hermanos Juan José y Uriel Farías, señalados en expedientes judiciales como jefes de plaza del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Valencia es una hechura de Reyna, y durante 10 meses despachó como alcalde desde Morelia. El cabildo de Tepalcaltepec pidió al Congreso local que nombrara un nuevo alcalde, pero por presiones de Reyna, respondió que no tenía facultades para hacerlo, congeló la petición, y exacerbó el conflicto en esa zona. Cuando Reyna perdió poder, el Congreso agilizó el trámite y Valencia se convirtió en su instrumento para atacar al comisionado Castillo.
Los dos fueron señalados públicamente de tener vínculos con el fallecido líder de La Familia Michoacana/Los Caballeros Templarios, Nazario Moreno, “El Chayo”, y Servando Gómez, “La Tuta”, que es una de las razones por las que Reyna está arraigado. Es el primer hilo de una madeja que llega al corazón del gobierno de Leonel Godoy, que por su intermediación se convirtió en aliado político de Vallejo. La extraña alianza del priista Vallejo con su predecesor perredista –que dejó una deuda galopante y un estado gobernado parcialmente por el narcotráfico-, provocó la profunda crisis política en Michoacán y profundizó la de seguridad.
Si el fenómeno del narcotráfico creció durante el gobierno de Lázaro Cárdenas Batel en el primer lustro de este siglo, se entreveró sólidamente con el poder durante el de Godoy, amigo de Reyna desde la juventud. La alianza permitió mantener, por omisión o comisión, el apoyo al cártel templario, roto por la ofensiva paramilitar de las autodefensas y su alianza con el gobierno federal. Cuando Vallejo regresó a la gubernatura en octubre, Reyna se rebeló y quiso sabotearlo. No pudo y comenzó su propia batalla de desgaste y descrédito contra Castillo y la intervención federal. El forcejeo terminó este fin de semana, donde el velo de protección de Los Caballeros Templarios –una vez más, por omisión o comisión- va a la par del descabezamiento del cártel. Líderes, finanzas, milicias, negocios han sido afectados en los últimos meses. Faltaba golpear al corazón de la protección institucional, que todo indica ha empezado.
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