Ciertamente la puerta al juego de apuestas, remotas, cercanas, de números, de justas, y cualquier nombre que le pongan para evitar la palabra casinos, y así la bogante casinización de México, la abrieron gobiernos de la República emanados del Partido Revolucionario Institucional.
Pero en los doce años que los del Partido Acción Nacional estuvieron en el poder federal, no desperdiciaron la ocasión para también repartir, más a diestra que a siniestra, cientos de autorizaciones para operar centros de apuestas remotas con sala de sorteo de números, o sea, casinos.
Tanto en el sexenio de Vicente Fox como el de Felipe Calderón y ahora en el de Enrique Peña Nieto, hay personas beneficiadas con nuevas anuencias para abrir y operar casinos…siempre y cuando, cumplan con las leyes locales y los reglamentos municipales. Por eso hay estados que no tienen casinos, y hay aquellos donde abundan las casas de juego.
En el insipiente gobierno de Peña Nieto se han revocado dos permisos en conjunto para la operación de 57 casinos, otorgadas las anuencias en el sexenio de Vicente Fox, pero se han entregado igualmente dos permisos para la operación de 11 casinos –raro, 10 de ellos para explotarse por un año, el otro por 10 años-.
En total, ya sin considerar las dos concesiones revocadas a Entretenimiento de México S.A. de C.V. y Exciting Games S. de R.L. de C.V., una a nombre de Juan José Rojas Cardona y la otra ligada a éste el mal llamado “zar de los casinos” –es que ese está en Baja California, es priísta, ha sido candidato a gobernador, ha estado en la cárcel y se le ha investigado por acopio de armas, contrabando y homicidio, o sea, Jorge Hank Rhon-, de acuerdo a información en la página de juegos y sorteos, hay 670 permisos para operar casinos, o como dicen, centros de apuestas remotas con sala de sorteo de números; 66 permisos para libros foráneos, 4 para frontón, 4 para galgódromos y 3 para hipódromos. Eso sin considerar el permiso para abrir un número ilimitado de casas de apuestas concedido a Jorge Hank Rhon para el territorio de Baja California.
No todos los permisos están siendo operados; de esos 670, poco más de 300 sí están siendo utilizados y son casinos abiertos. Hace unos días, en Baja California se reveló que el ex alcalde priísta de Tijuana, Carlos Bustamante Anchondo, tiene la intención y el camino legal y documental avanzado, para abrir un casino en su complejo de edificios conocidos en esta ciudad como Las Torres, por razones obvias.
Bustamante, un priísta muy cuestionado, no solo en su ideología pues lo mismo ha apoyado campañas del PAN que de su partido el PRI, sino por las muchas irregularidades que se han detectado en lo que fue su administración, y su ansia de poder al pretender –con todo y que dejó la ciudad en la ruina, en cuestión de prestación de servicios públicos y en términos financieros- primero aspiró a ser el Cónsul de México en Washington, en el PRI le dijeron que no, y quiso ser el Cónsul de México en San Diego, California, también le dijeron que no, y luego quiso ubicar a sus allegados en delegaciones federales y tampoco se lo concedieron.
Acostumbrado a trabajar muy poco, y heredero de una vasta fortuna que le llegó de manos y esfuerzos de su padre, el habilidoso empresario ya fallecido, don Alfonso Bustamante Labastida, el ex alcalde de Tijuana incluso integró la lista de los perjudicados y luego beneficiados por el Fobaproa. Ahora pretende, de la mano del gobierno de Enrique Peña Nieto, una anuencia de la Secretaría de Gobernación para abrir y operar un casino en las icónicas Torres de Tijuana, al asociarse con un permisionario legal, Juegos y Sorteos de Jalisco S.A. de C.V., de Rodrigo David Galván Graf, a pesar que en una de sus últimas acciones, al ex Gobernador de Baja California, José Guadalupe Osuna Millán le aprobaron en el Congreso de Baja California, una moratoria para la instalación de nuevos casinos en la entidad.
Con la soberbia priísta que caracteriza a algunos seguidores de Enrique Peña Nieto, Bustamante ha hecho legal e irregularmente de todo –como auto otorgarse permisos cuando fue alcalde de la ciudad, o pretender utilizar viejos- para abrir lo que cree será la culminación de sus negocios luego de haber quebrado varios: un casino.
Habrá que esperar la reacción del Gobierno Federal, de la Secretaría de Gobernación, ver si favorecen que un tercero utilice el permiso de un primero para abrir un casino nuevo, donde hubo uno hace muchos años de la compañía de Jorge Hank, en un estado donde existe una moratoria, pero que vaya, es un “priísta destacado” aunque haya concluido su gobierno en la ignominia política.
Ciertamente la administración de Enrique Peña Nieto ha revocado concesiones, cerrado casinos, investigado a permisionarios, denunciado a jueces que otorgan amparos, pero falta ver qué hace cuando de los de casa se trata. Jorge Hank sigue intocable a pesar de la sospecha perenne sobre su actuar, y Carlos Bustamante está a punto de ser beneficiado… o no. ¿Será?
Aunque una descanizinación a México no le vendría nada mal, así como el PRI concedió muchos permisos, el PAN se engolosinó con lo mismo, en un contexto de cruenta inseguridad, la prudencia apremia. ¿No?
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