sábado, 10 de mayo de 2014

Martín Moreno - Michoacán: ahora, La Tercera Hermandad

La información publicada en Excélsior es de máxima alerta: el brote de un nuevo cártel en Michoacán denominado La Tercera Hermandad o Los H3. El estado, lejos de ir en vías de la pacificación y del desarme, ha entrado en una fase de crisis institucional, criminalidad agudizada, autodefensas en rebelión y vacío de poder en Palacio de Gobierno. Casi nada.

Aún más: el nuevo cártel está formado por integrantes de grupos de autodefensa michoacanos y células de narcotraficantes. Es combinación de alto riesgo.        

Y a la luz de los hechos, muy pronto se comprobó que no bastó enviar a un comisionado a la entidad para resolver la descomposición social. El conflicto michoacano es más complejo.






¿De qué sirvió que mataran a Nazario Moreno? De nada.


¿De qué sirvió que cayera también el Kike Plancarte? De nada.

Es de primer año: sin estrategia eficaz, la muerte de algunos cabecillas sólo es relumbrón mediático. En la praxis, en el terreno de los hechos, pronto son relevados en mandos medios y altos, como se lo dijo El Mayo Zambada a Julio Scherer.

Hoy, lo que empezó como luna de miel con las autodefensas hartas de Los Caballeros Templarios, se ha convertido en un problema de seguridad nacional.

Y más: con la autoridad pulverizada, con el (vice) gobernador Fausto Vallejo intentado convencer a todo el mundo de que ignoraba las relaciones peligrosas de Jesús Reyna con el crimen organizado michoacano —“yo no lo mandé”, justifica de manera patética—, y las autodefensas en abierta y peligrosa rebeldía, Michoacán está, hoy por hoy, peor que en el sexenio pasado.

¿Qué pasó con las autodefensas, ayer aliadas del gobierno y hoy enemigos declarados?
Desde el 26 de julio de 2013 lo advertimos en nuestra columna titulada “¿Por qué se jodió Michoacán?”:

“Hartos de ser extorsionados, agricultores crearon grupos de autodefensa o guardias comunitarias. Sin embargo, algo grave ocurrió con esos grupos de autodefensa: de ser ciudadanos mutaron para estar al servicio del cártel de Jalisco Nueva Generación…”.

La llamada de alerta estaba dada.

En los Archivos del poder del pasado 4 de marzo, apuntamos:

“Michoacán se ha convertido, se quiera o no reconocer, en territorio bajo dos poderes: el institucional y el de las guardias comunitarias. ¿Quién lo niega? Y el riesgo a futuro es enorme… es un arma de dos filos arropar a las autodefensas, empoderarlas, cultivarlas. El aliado de hoy será el enemigo de mañana…”.

Muy pronto se cumplió el vaticinio.

Primero: las autodefensas siguen empoderadas, desafiantes y en rebelión abierta. Mañana se cumple el plazo que el comisionado Castillo fijó para el desarme de las guardias ciudadanas. Nada indica que el ultimátum será acatado.

Segundo: la mutación de las autodefensas —algunas con un pie en el narcotráfico— ahora de la trinchera ciudadana a La Tercera Hermandad o Los H3, en una mezcla mortal entre comunitarios, sicarios y jefes del narco, sólo confirma lo innegable: fue un error mayúsculo haber empoderado a las autodefensas que hoy sacan las garras contra el gobierno. Cría cuervos y te sacarán las armas.

Tercero: si ayer fueron Nazario, Kike y el hoy perseguido y arrinconado Tuta, mañana serán Miguel Ángel Gallegos, El Migueladas, líder de las autodefensas en La Huacana; Luis Antonio Torres, El Americano, y José Alvarado Robledo, El Burrillo, de Buenavista Tomatlán, según el reporte de este diario. Lo de menos son los nombres y hombres. Para eso hay sustitutos. Nada les afectará mientras el gobierno se limite a perseguir cabecillas y mantenga intocables sus estructuras financieras, que es lo que le duele al narco, cuando se les pega en el bolsillo.

Cuarto: el factor José Manuel Mireles, que hoy dice temer por su vida, rechaza el desarme del 10 de mayo y advierte que en Michoacán “se siguen robando a mujeres, se cometen secuestros, se asesina a personas y se violan los derechos humanos, ante la parálisis de los gobiernos federal y estatal”. Mireles pide diálogo directo con el Presidente de la República.

Quinto: con la caída de Jesús Reyna también cayó el (vice) gobernador Fausto Vallejo. ¿Quién le cree hoy a Vallejo cuando dice que no sabía de las actividades ilícitas de su secretario de gobierno? Grave por las dos vías: si no sabía, fue un jefe ignorante; y si lo sabía, lo solapó. Vallejo es un adorno en Palacio de Gobierno.

Con la conformación del nuevo cártel, La Tercera Hermandad o Los H3, encabezado por El Migueladas, El Americano y El Burrillo —a la usanza narco de apodo mata nombre—, se abre otro capítulo negro y con presagios inciertos en Michoacán.

Michoacán, la batalla interminable.


                Twitter: @_martinmoreno

Leído en http://www.excelsior.com.mx/opinion/martin-moreno/2014/05/09/958281


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