En varias ocasiones escuché a mi padre decir: Siempre! es producto de un milagro. Realidad que constaté cuando llegué a la dirección de este semanario, ya histórico, parte de la memoria y la conciencia nacional, a veces comprendido, por algunos despreciado y el que ha enfrentado, desde el poder, varios intentos de hacerlo desaparecer.
¿Qué es Siempre!? Es necesario decírselo a las nuevas generaciones. Sobre todo, a la de jóvenes políticos, a aquéllos que sólo creen en la “dictadura del presente”. La dictadura del presente es una frase del magnífico escritor español Javier Cercas, quien la define como ese desprecio que sienten las nuevas generaciones por el pasado, cuando la autosuficiencia del presente no es más que un espejismo.
Bueno, pues Siempre! es una publicación cuyo periodismo no se ha dejado doblegar por los dictados del libre mercado, por la moda del llamado rating, tiranos, para quienes sólo vale el sensacionalismo y explotan la nota roja, la injuria o la difamación como espectáculo.
¿Vale, en este presente, dar la espalda a esa clase de trending topics?¿Escribir para fortalecer la vida moral y política del país? ¿Es importante, para la nación, ejercer ese tipo de periodismo? ¿Lo es para sus instituciones, para la construcción de una ciudadanía más comprometida y responsable? Nosotros creemos que sí. Y lo creemos a pesar de que quienes deberían entenderlo no lo entiendan. Lo creemos, sobre todo hoy, cuando los medios de comunicación son determinantes para transformar el país.
Siempre!, con 61 años de historia —de pasado—, también sabe ver el futuro. En estas mismas páginas hemos señalado los beneficios sociales que tendrá la nueva Ley de Telecomunicaciones. Y el futuro, el otro futuro, el de la justicia, el de la igualdad social, el de la no violencia, el de un mexicano educado y no ignorante no lo va a construir la tecnología a solas. O para decirlo de acuerdo con Javier Cercas, no lo va a parir por sí solo el presente, la fibra óptica, la interconectividad, sino contenidos de calidad, con un claro compromiso humano y social.
Por ello, por considerar que la letra, impresa o digital, tiene un papel único en la formación de una opinión más creíble y razonada, en la construcción de lectores y de hombres y mujeres pensantes, con una conciencia política autónoma, es por lo que queremos llamar la atención.
Quienes intentamos, desde nuestras diferentes trincheras, hacer un periodismo que no vende, pero que sí hace pensar; que no vende, pero que sí construye nación; que no vende porque cuando sólo se escribe o habla para vender, se termina convertido en un cartel más, queremos no exigir privilegios, porque nadie tiene derecho a exigirlos, pero sí comprensión.
Comprensión hacia una de las profesiones que más contribuyen al fortalecimiento de la democracia: el periodismo escrito y de opinión. ¿Es demasiado pedir? ¿Nos hemos quedado atrapados en el tintero de Cervantes? ¿En el pasado? ¿Acaso también se ha vuelto un crimen cabalgar sobre el lomo blanco de Rocinante?
El futuro parece incierto. No así nuestra permanente lealtad a México.
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