domingo, 6 de julio de 2014

Jorge Zepeda Patterson - #No era penal

Hasta Enrique Peña Nieto y José Manuel Mireles coinciden: “No Era Penal”. Por desgracia se refieren a dos cosas distintas. El viernes pasado el Presidente sorprendió a su auditorio en la toma de protesta de los nuevos directivos de la Concanaco y logró con su frase final los aplausos que el resto de su discurso no habían conseguido: “sólo recordar que no fue penal”. Minutos antes el nuevo líder de la organización empresarial, Enrique Solana había jugado ya con el tema al hablar del turismo en México: “un destino para todos, en el que incluso los holandeses pueden ser bienvenidos, aunque vuelen por KLM, no importa”. Por su parte, Mireles, líder de las grupos de autodefensa de Tierra Caliente Michoacán, se refería a la detención de la que ha sido objeto y que ha terminado con él en un penal de alta seguridad, trasquilado y humillado; obviamente para señalar que su rebeldía no ameritaba ser castigada con la reclusión en un penal.









A una semana del encuentro en contra de Holanda, los mexicanos han procesado con resignación y sentido del humor la eliminación del equipo nacional del Mundial de futbol. Las primeras horas luego del partido sensaciones de impotencia e incredulidad se posaron como una lápida en buena parte del territorio nacional. No tanto por el resultado mismo sino por el desenlace: desde el minuto 54, a partir del gol de Giovani acariciamos la sensación, convertida en certeza a medida que se acercaba el minuto noventa, de que esta vez pasaríamos a la siguiente fase. La perspectiva de enfrentarnos a Costa Rica o a Grecia en la siguiente ronda nos permitía incluso acariciar el sueño de llegar a una semifinal por vez primera en la historia. El entusiasmo se paralizó en el minuto 87 con el gol inesperado de Holanda y para el 93  todo había terminado. En seis minutos el ánimo nacional experimentó un vuelco drástico y la tarde del domingo se convirtió en un largo funeral.


Al terminar el partido salí a caminar por un parque del barrio que suele estar atiborrado de niños durante la jornada dominical. Esta vez parecía que incluso los pájaros habían decidido desertar, temerosos quizá de pagar por los pecados del clavado de Arjen  Robben, el delantero holandés. Comí en un restaurante en medio de un ambiente mortuorio en el que hasta los meseros preferían no mediar más palabras que las necesarias, a menos claro que uno abordase el penal inexistente.
En los siguientes días el tema del penal constituyó el punto de fuga. Primero para quejarnos amargamente y después para mofarnos. Ya nadie hablaba del primer gol, verdadero responsable de la catástrofe, que había caído luego de doce tiros de esquina provocados por nuestra incapacidad para sacar la pelota de nuestra cancha. Todo se remitía al clavado de Robben.

A lo largo de la semana los memes sobre el penalti y el hashtag #noerapenal inundaron las redes sociales. Los primeros días los mensajes estaban cargados de furia y despecho, pero poco a poco se convirtieron en fuente de inspiración del mejor humor negro. Imágenes con la frase en el cielo de México, en recibos del supermercado, el póster de la película de Noé y el arca convertido en NOErapenal, foto de Salinas aceptando un supuesto “robé a México” con otra de Robben “yo también”. Se hizo popular el video de un niña que compuso una canción contra los holandés y aún más viral  el video de un aficionado que a punto del colapso alcohólico reitera durante minuto y medio un lastimero “no era penal, me cae que no era penal”, hasta que un compañero de juerga le dice, “no, era civil”.

 El humor es reparador y constituye la mejor manera de dejar atrás un momento de frustración y enojo. Mucho mejor quejarnos de la “infamia” de Robben con imágnes en las que aparece de bailarín de ballet o volando desde la Quebrada de Acapulco, que lloriquear sobre la supuesta fragilidad emocional estructural del jugador mexicano y lamentarnos por no ser teutones. En todo caso, mucho mejor esos memes de burla sobre el delantero holandés que las amenazas de muerte que ha recibido el colombiano Camilo Zúñiga por dejar a Neymar fuera del Mundial. En ocasiones la risa puede conjurar la violencia.

Por todo ello celebro el sentido del humor del presidente, quien se hizo eco de la conseja popular del “No Era Penal”. Ojalá se diera cuenta que tampoco era para penal el asunto de Mireles. Hacerle una acusación por posesión de drogas es aun más inverosímil que inventar el penalti sobre Robben. Pero claro, esa es otra historia.

@jorgezepedap

www.jorgezepeda.net


Leído en http://www.vanguardia.com.mx/editorial-noerapenal-2106253.HTML



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