“Las colonias no dejan de serlo por ser independientes.”
Benjamin Disraeli
Benjamin Disraeli
Los seres humanos actuamos por razones egoístas. No hay nada de malo en reconocerlo. Es parte de la naturaleza humana. Por eso debemos tener mucha cautela cuando los políticos nos presentan propuestas supuestamente para el beneficio de los ciudadanos. La experiencia nos dice que, en la mayoría de los casos, lo único que buscan es su muy egoísta beneficio personal.
Veamos el caso del Distrito Federal. Los políticos nos dicen que hay que dar al Gobierno de la ciudad facultades: iguales a las que tiene el resto de las entidades. No es por ellos sino por nosotros. La dignidad de los ciudadanos requiere que los capitalinos tengamos los mismos derechos que los habitantes de los estados.
Pero ¿cuáles son esos derechos? Los capitalinos obtuvimos el derecho de votar por nuestros gobernantes en 1997. Desde entonces el jefe de Gobierno, los jefes delegacionales y los diputados de la Asamblea Legislativa son electos. Una pregunta de fondo es si realmente tenemos mejores gobernantes o representantes legislativos hoy que en los tiempos en que las designaciones venían del Presidente de la República. Quizá haya algunas excepciones. Pero en general me parece que no hemos mejorado mucho.
¿Qué derechos nos faltan? ¿El derecho a definir el monto total de nuestro presupuesto y endeudarnos más si queremos? ¿El derecho a que el jefe de Gobierno nombre al secretario de seguridad y al procurador capitalino sin la aprobación del Presidente? ¿El derecho a que cada delegación tenga, como un municipio, su propio cabildo? ¿El derecho a tener nuestro propio sistema de educación básica?
Piénselo usted bien. ¿Realmente preferiría que los actuales gobernantes del Distrito Federal pudieran decidir por sí solos cuestiones de presupuesto y de deuda? Si así como estamos el presupuesto se ejerce como se hace, ¿se imagina si no tuviéramos que pasar por instancias federales de control? ¿Construiremos mejor las líneas del Metro cuando se pierda la poca supervisión federal que hoy tenemos en el ejercicio del gasto?
Yo me pregunto si serán mejores el secretario de seguridad y el procurador del Distrito Federal si el jefe de Gobierno los nombra sin ratificación del Presidente de la República. Realmente lo dudo. No me parece, por otra parte, que el actual jefe de Gobierno haya tenido grandes dificultades para nombrar a dos colaboradores cercanos para esas responsabilidades: Jesús Rodríguez Almeyda y Rodolfo Ríos Garza.
Si hoy los jefes delegacionales se comportan como pequeños sátrapas (esto es, gobernadores del viejo imperio persa), ¿qué podremos esperar cuando tengan mayor autonomía y puedan aumentar las pequeñas cortes que actualmente los rodean?
¿Realmente queremos que el Gobierno capitalino controle el sistema educativo del Distrito Federal? ¿Se convertirán las escuelas primarias y secundarias en remedos de las actuales preparatorias del Distrito Federal, actualmente en huelga, o de la Universidad del Distrito Federal, con su abismal historial académico?
Es muy hermoso que los políticos nos digan que están buscando darnos a los capitalinos los mismos derechos que los demás mexicanos, los derechos, por ejemplo, que tuvieron los coahuilenses mientras el gobernador Humberto Moreira endeudaba el estado hasta la asfixia. La experiencia nos dice que esta autonomía al final solamente beneficia a los políticos pero no a los ciudadanos.
Hoy que están de moda las consultas ciudadanas, ¿por qué no nos preguntan a los capitalinos si realmente queremos nuestra propia Constitución y una mayor autonomía? Los políticos siempre han utilizado los instintos tribales de las comunidades para crear mayores burocracias. Pero que nos pregunten. A lo mejor, como los escoceses, les damos el susto y les decimos: “No, no gracias.
Tecnificación
Me dicen los líderes de los grupos que han puesto en huelga al Politécnico Nacional que quieren evitar una “tecnificación” de la educación. Hasta el momento, sin embargo, no he encontrado quién me explique lo que esto significa.
Twitter: @SergioSarmiento
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