sábado, 11 de octubre de 2014

Jaime Sánchez Susarrey - Todo mundo

Todo mundo sabe que, desde hace muchos años, un sinnúmero de presidencias municipales están controladas o amedrentadas por el crimen organizado.

Todo mundo sabe que las policías municipales son el eslabón más débil de la cadena, ya que sus efectivos son mal pagados y no están debidamente capacitados.

Todo mundo sabe que el mando único fue una salida negociada, que no resuelve el problema de fondo. No lo resuelve porque la integración del mando único depende de la decisión de cada gobernador y de las negociaciones que entabla con los cabildos de su estado, que pueden decidir mantenerse al margen -como ocurrió con Iguala-.








Todo mundo sabe que una policía nacional única, como en Colombia o Chile, sería un paso adelante para profesionalizar el trabajo policial y superar los rezagos y carencias que se registran en cada uno de los estados y municipios.

Todo mundo sabe que de no concretarse esa policía nacional, una policía estatal única, que sustituyera a las corporaciones municipales, sería un mecanismo más eficiente para enfrentar la crisis actual. Si no se ha implementado es por razones estrictamente políticas. Los presidentes municipales defienden una "prerrogativa" que tiene altos costos en materia de seguridad y violencia.

Todo mundo sabe que el gobierno federal decidió soslayar el problema de la seguridad para deslindarse del gobierno de Felipe Calderón. La "nueva estrategia", sin embargo, es timorata. Se apostó por la coordinación entre los tres niveles de gobierno, como si súbitamente se hubiera descubierto la panacea.

Todo mundo sabe que, en los hechos, la estrategia de coordinación del gobierno federal, estatal y municipal se ha convertido en una mala broma, porque si las autoridades municipales están coludidas, o sometidas al crimen organizado, no hay forma que las cosas funcionen. El caso de Iguala, Guerrero, lo confirma una vez más. Pero antes, los municipios de Tierra Caliente, Michoacán, lo habían puesto en evidencia.

Todo mundo sabe que la corrupción y colusión de las autoridades no se limita al ámbito municipal. El gobernador Aguirre, en Guerrero, prueba que existen vasos comunicantes con el crimen organizado a nivel estatal o que se tolera abiertamente la connivencia de presidentes municipales con el narcotráfico. En la misma lista se puede incluir al ex gobernador Fausto Vallejo. Sería, por lo demás, una ingenuidad mayor suponer que estamos ante casos aislados.

Todo mundo sabe que la impunidad es como arrojar gasolina al fuego. Mientras los delincuentes y los políticos asociados a ellos no sean detenidos y condenados, la corrupción seguirá imperando. Porque la impunidad hace de la delincuencia una actividad muy lucrativa y poco riesgosa.

Todo mundo sabe que la PGR falló. El procurador reconoció que René Bejarano, líder de la corriente Izquierda Democrática del PRD, presentó una denuncia contra el alcalde de Iguala por estar vinculado con el crimen organizado. Pero Murillo Karam explicó que dicha averiguación no prosperó porque no se ofrecieron pruebas. Explicación espeluznante y aberrante, ya que un delito de esa naturaleza se persigue por oficio, sobre la base de indicios, para recabar las pruebas correspondientes.

Todo mundo sabe que en materia de corrupción y violencia ninguno de los tres partidos se salva. La historia del PRI viene de lejos. Pero el caso Vallejo muestra que el pasado está más vivo que nunca.

Todo mundo sabe que el presidente del PRD ha pedido perdón por haber postulado al alcalde de Iguala, ahora en fuga. Pero, si de perdón se trata, habría que remontarse a la Tigresa, Irma Serrano, convertida en senadora; al gobierno de Leonel Godoy, en Michoacán, bajo el que se expandió y fortaleció La Familia; y, por supuesto, a la gestión de Marcelo Ebrard en el DF.

Todo mundo sabe que los panistas cuentan también con su expediente. La lista la encabezan el ex alcalde de Monterrey Fernando Larrazabal y el ex gobernador de Aguascalientes Reynoso Femat, pero igual se puede incluir la nefasta gestión de Gabino Cué en Oaxaca.

Todo mundo sabe que las autoridades se hicieron de la vista gorda y oídos sordos en Michoacán, hasta que las autodefensas irrumpieron en 2013.

Todo mundo sabe que la situación en Guerrero era insostenible y no hubo reacción alguna, hasta que estalló el escándalo de Iguala.

Pero si todo mundo sabe todo esto, ¿por qué nadie toma el toro por los cuernos? Porque la clase política es irresponsable y vive, literalmente, en otro planeta, donde la violencia y la inseguridad no le quitan el sueño ni dañan su patrimonio ni sus personas.


@sanchezsusarrey


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