martes, 4 de noviembre de 2014

Francisco Javier Tejerina - Exterminador de hormigas


Exterminador de hormigas


Un día en un periódico local apareció un anunció: “Se busca exterminador de hormigas”.

Hasta la casa del anunciante, llegaron como si de un desfile se tratara, numerosas personas dispuestas a fulminar la plaga, pero uno a uno todos marchaban profiriendo insultos contra el que pretendía contratarles.

Pasaron los meses, y el anuncio seguía presente en el periódico, pero ya nadie respondía a él.

El hombre desesperado modificó el texto: “Entrego mi casa a quien extermine mis hormigas”. Al día siguiente, hacia las doce, un anciano con voz temblorosa se presentó ante él









 – ¿Qué desea buen hombre?

– Vengo a eliminar sus hormigas

El dueño de la casa se le quedó mirando, ¿cómo iba, este pobre anciano, a resolver su problema, cuando otros más jóvenes y bien preparados ni siquiera lo habían intentado?

– ¿Puedo pasar? – preguntó el anciano.

– Adelante – respondió el joven echándose hacia un lado.

Entraron en el salón y se sentaron.

– ¿Dónde se encuentran las hormigas?

– Ahora no se ven, solo salen de noche desfilando a mi alrededor, y no me dejan dormir.

– ¿Alguien ha intentado hacerlas desaparecer?

– Nadie. Todos se han ido furiosos de aquí

– ¿Por qué?

– Querían fumigar la estancia y no funcionaria, pues solo están a mi alrededor y el veneno me mataría a mí. Querían fumigar de día, pero solo salen de noche, así que cuando les decía que tendrían que pasar la noche en mi dormitorio, que es donde aparecen, se ponían furiosos y me insultaban.

El anciano soltó una risita:

– Hombre dicho así …

– Mire, a mi no me importa lo que piensen, solo quiero solucionar mi problema. – ¿Qué puede hacer usted?

El anciano se aclaró la voz y mientras encendía una pipa preguntó:

– ¿Cómo es su tamaño?

– Chiquito, pero a veces se juntan y parecen gigantes

– ¿A qué hora salen?

– Indefinida, pero solo cuando me acuesto

– Y ¿meten mucho ruido?

– Es un murmullo constante, y aunque tape mis oídos continua, a veces parece que resuenan dentro de mi cabeza

– Y ¿de qué hablan?

– ¿Hablar…? ¡¡¡Son hormigas….!!!

El anciano impertérrito volvió a preguntar:

– Ya…, pero ¿de qué hablan…?

El hombre suspiró, cuando contó a los fumigadores que las hormigas mantenían conversaciones le tacharon de loco, y se juró no volver a decirlo a nadie, pero el anciano lo había adivinado. Se le quedó mirando antes de responder, pero él se adelantó.

– Yo padecí una plaga igual y las mías hablaban siempre de dinero, como guardarlo, dónde invertirlo, dónde esconderlo… pero eso fue hace tiempo.

– Y las suyas ¿de qué hablan?

– De tristeza, soledad, vejez…

– Entiendo… – respondió el anciano

– Todo eso le machaca por la noche, y durante el día ¿en qué piensa?

– No tengo tiempo, trabajo en mi despacho y no salgo con nadie.

– Y si pudiera hablar con alguien ¿de qué hablaría…?

Poco a poco entraron en conversación, hablaron de música, de viajes, de literatura y al finalizar, el anciano se despidió.

– Mañana volveré, quizá alguna salga esta noche, pero mañana se habrán terminado

Incrédulo el hombre cerró la puerta. No le importaba que el anciano volviera, al fin y al cabo, había disfrutado. Cuando esa noche se acostó, sus pensamientos se centraron en la conversación y sorpresivamente las hormigas las sentía lejanas y poquitas.

Tres días más con el anciano y desaparecieron definitivamente.

Entonces el anciano reclamo su precio:

– Prometiste tu casa, si terminaba con la plaga, así que ahora tu casa es mía.

– Pero si lo deseas la podemos compartir, y así nos aseguramos que nunca vuelvan a aparecer.

Feliz de no abandonar su hogar, pregunto el joven al viejo:

– ¿Cómo lo has hecho?

– Muy fácil -respondió él

– Les di lo único que las puede matar: algo dulce que chupar …

Autor: Francisco Javier Tejerina






Leído en http://cordobacoaching.blogspot.mx/2011/09/cuento-el-exterminador-de-hormigas.html

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