Durante el gobierno de Miguel Alemán, en Veracruz, un incendio acabó con el Mercado Hidalgo, del puerto, en la primera mitad de 2002. El día del incendio el Mandatario estatal se encontraba fuera del país, de vacaciones.
A su regreso, durante una visita
al lugar del siniestro, un indignado periodista espetó al gobernador su
ausencia durante la tragedia –que costó la vida a 29 personas–, y
exigió una explicación sobre las razones por las que no había estado al
frente de las labores para combatir el fuego y rescatar a las víctimas.
El gobernador respondió sin titubeos y de manera tajante: “No soy bombero, soy el gobernador”.
La respuesta de Miguel Alemán causó una profunda indignación en
distintos sectores sociales veracruzanos que no dudaron en calificar de
insensible a un mandatario estatal que, sin duda, había ofrecido una
respuesta “políticamente incorrecta” pero que, en rigor, tenía toda la
razón. ¿Por qué?
Porque si bien es deseable que todos los gobernantes muestren un rostro sensible
ante las tragedias, también es cierto que los poderes ejecutivos de los
tres órdenes de gobierno –y sus distintas secretarías– están diseñados
justo para reaccionar a las emergencias, sin necesidad de que el jefe
del ejecutivo esté al frente de la atención a las mismas. Mas para eso
existen los gabinetes.
Y viene a cuento el episodio veracruzano a propósito del viaje de Enrique Peña Nieto a la capital China,
que es y sigue siendo severamente cuestionado con el argumento de que
Peña Nieto debió quedarse en México al frente de las investigaciones de
la tragedia en Iguala.
Está claro que Peña Nieto nunca se atrevería a responder en el mismo
tono que el entonces gobernador de Veracruz –porque los hombres del
presidente cuidan lo políticamente correcto para Peña Nieto–, pero lo
cierto es que de nada serviría a la investigación, al consuelo de los padres de los desaparecidos y menos al trabajo científico
para comprobar si el ADN de los restos calcinados pertenece a los
normalistas, si el Presidente siguiera en México, al frente de la
investigación.
Lo cuestionable, en todo caso, es que sea por ignorancia, por estrategia
política –de convertir al Presidente en rehén de ocurrencias de
malquerientes–, o porque en amplios sectores sociales impera la
mentalidad bananera de que el presidente de la república,
el gobernador o el presidente municipal son el gran padre, el que da y
quita, el único capaz de resolver y atender las tragedias familiares y
el poseedor de la voluntad divina para castigar a los malos, para
resolver todos los problemas y garantizar la paz de la gran familia
mexicana.
Por eso vale preguntar a los electores de 2012 ¿votaron por un
presidente de todos los mexicanos, o por un policía? ¿De verdad quieren
ver a Peña Nieto con una pala abriendo zanjas en busca de restos de los
presuntos normalistas? ¿Quieren ver a Peña Nieto interrogando a los
detenidos? ¿Lo quieren ver en las caravanas de solidaridad, en los
rosarios en el Ángel de la Independencia?
Sin duda que en la democracia representativa mexicana el presidente
tiene la más alta responsabilidad en la conducción del gobierno. Pero en
tanto jefe del Ejecutivo, el presidente es el encargado de dictar las
estrategias de gobierno o de atención a una emergencia, las que serán aplicadas por sus secretarios de Estado.
Pero además, en tanto presidente de todos los mexicanos, Peña Nieto está
obligado a responder al interés de más de 120 millones de ciudadanos,
hacer todo lo necesario para atraer inversión externa, incentivar la
creación de empleos, impulsar el desarrollo y… si bien no es
políticamente correcto decirlo, lo cierto es que la crisis de Iguala es
uno de los muchos problemas que enfrenta el Presidente, no es el único,
por grave y doloroso que resulte.
Más aún, el reclamo de que Peña Nieto se quede en México para atender
la crisis de los desaparecidos de Iguala, es contradictoria con la
crítica que las mismas voces le hacían a Felipe Calderón por su obsesión
con “su guerra contra el crimen” y es una posición claramente contraria
a las voces que por décadas han cuestionado al grosero presidencialismo
centralista, vertical y omnipresente. ¿Votaron por un presidente o por
un policía? Al tiempo.
EN EL CAMINO.
Por cierto, periodismo bananero. No existe un solo documento legal que
acredite que la casa dizque de Peña sea de Peña. Y no aparecerá ningún
documento, porque no lo hay. ¡Por eso revocaron la concesión del tren
México Querétaro!
Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/votaron-por-un-presidente-o-por-un-policia-1415611101
Los derechos de autor son propiedad de los columnistas y sus periódicos; las columnas de los foristas son responsabilidad de ellos mismo; los comentarios, mentadas de madre y albures en Disqus son, también, responsabilidad de los foristas. Este lugar no tiene fines de lucro Aquí no se censura ni se modera. CUANDO SE PUBLIQUEN DATOS PERSONALES, POR SEGURIDAD, LOS POSTS SERÁN BORRADOS. Contacto: lafaunademilenio@gmail.com
RECOMENDACIONES Y COLUMNAS DE OPINIÓN
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.