lunes, 10 de noviembre de 2014

Ricardo Alemán - ¿Votaron por un presidente o por un policía?

Durante el gobierno de Miguel Alemán, en Veracruz, un incendio acabó con el Mercado Hidalgo, del puerto, en la primera mitad de 2002. El día del incendio el Mandatario estatal se encontraba fuera del país, de vacaciones.

A su regreso, durante una visita al lugar del siniestro, un indignado periodista espetó al gobernador su ausencia durante la tragedia –que costó la vida a 29 personas–, y exigió una explicación sobre las razones por las que no había estado al frente de las labores para combatir el fuego y rescatar a las víctimas.

El gobernador respondió sin titubeos y de manera tajante: “No soy bombero, soy el gobernador”.

La respuesta de Miguel Alemán causó una profunda indignación en distintos sectores sociales veracruzanos que no dudaron en calificar de insensible a un mandatario estatal que, sin duda, había ofrecido una respuesta “políticamente incorrecta” pero que, en rigor, tenía toda la razón. ¿Por qué?








Porque si bien es deseable que todos los gobernantes muestren un rostro sensible ante las tragedias, también es cierto que los poderes ejecutivos de los tres órdenes de gobierno –y sus distintas secretarías– están diseñados justo para reaccionar a las emergencias, sin necesidad de que el jefe del ejecutivo esté al frente de la atención a las mismas. Mas para eso existen los gabinetes.

Y viene a cuento el episodio veracruzano a propósito del viaje de Enrique Peña Nieto a la capital China, que es y sigue siendo severamente cuestionado con el argumento de que Peña Nieto debió quedarse en México al frente de las investigaciones de la tragedia en Iguala.

Está claro que Peña Nieto nunca se atrevería a responder en el mismo tono que el entonces gobernador de Veracruz –porque los hombres del presidente cuidan lo políticamente correcto para Peña Nieto–, pero lo cierto es que de nada serviría a la investigación, al consuelo de los padres de los desaparecidos y menos al trabajo científico para comprobar si el ADN de los restos calcinados pertenece a los normalistas, si el Presidente siguiera en México, al frente de la investigación.

Lo cuestionable, en todo caso, es que sea por ignorancia, por estrategia política –de convertir al Presidente en rehén de ocurrencias de malquerientes–, o porque en amplios sectores sociales impera la mentalidad bananera de que el presidente de la república, el gobernador o el presidente municipal son el gran padre, el que da y quita, el único capaz de resolver y atender las tragedias familiares y el poseedor de la voluntad divina para castigar a los malos, para resolver todos los problemas y garantizar la paz de la gran familia mexicana.

Por eso vale preguntar a los electores de 2012 ¿votaron por un presidente de todos los mexicanos, o por un policía? ¿De verdad quieren ver a Peña Nieto con una pala abriendo zanjas en busca de restos de los presuntos normalistas? ¿Quieren ver a Peña Nieto interrogando a los detenidos? ¿Lo quieren ver en las caravanas de solidaridad, en los rosarios en el Ángel de la Independencia?

Sin duda que en la democracia representativa mexicana el presidente tiene la más alta responsabilidad en la conducción del gobierno. Pero en tanto jefe del Ejecutivo, el presidente es el encargado de dictar las estrategias de gobierno o de atención a una emergencia, las que serán aplicadas por sus secretarios de Estado.

Pero además, en tanto presidente de todos los mexicanos, Peña Nieto está obligado a responder al interés de más de 120 millones de ciudadanos, hacer todo lo necesario para atraer inversión externa, incentivar la creación de empleos, impulsar el desarrollo y… si bien no es políticamente correcto decirlo, lo cierto es que la crisis de Iguala es uno de los muchos problemas que enfrenta el Presidente, no es el único, por grave y doloroso que resulte.

Más aún, el reclamo de que Peña Nieto se quede en México para atender la crisis de los desaparecidos de Iguala, es contradictoria con la crítica que las mismas voces le hacían a Felipe Calderón por su obsesión con “su guerra contra el crimen” y es una posición claramente contraria a las voces que por décadas han cuestionado al grosero presidencialismo centralista, vertical y omnipresente. ¿Votaron por un presidente o por un policía? Al tiempo.

EN EL CAMINO.

Por cierto, periodismo bananero. No existe un solo documento legal que acredite que la casa dizque de Peña sea de Peña. Y no aparecerá ningún documento, porque no lo hay. ¡Por eso revocaron la concesión del tren México Querétaro!



Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/votaron-por-un-presidente-o-por-un-policia-1415611101


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