La organización internacional Oxfam,
basada en Oxford, Reino Unido, difundió ayer su informe Riqueza: Tenerlo
todo y querer más en donde advierte “que el próximo año la riqueza del
1% más rico de la población del planeta superará la del 99% restante, a
menos que se revierta la actual tendencia de desigualdad y concentración
de riqueza”. Añadió que al día de hoy “una de cada nueve personas
carece de alimentos suficientes para comer, y más de 1,000 millones de
personas aún viven con menos de 1,25 dólares al día”.Oxfam
explica que “la riqueza mundial se concentra cada vez más en manos de
una pequeña élite rica.
Los datos de Credit Suisse revelan que, desde 2010, el 1% de los individuos más ricos del mundo ha incrementado su participación en el conjunto de la riqueza a nivel mundial” y añade que “en 2014, el 1% más rico poseía el 48% de la riqueza mundial, mientras que el 99% restante debía repartirse el 52%.
Prácticamente la totalidad de ese 52% está en manos del 20% más rico de la población mundial, de modo que el 80% restante sólo posee un 5.5% de la riqueza mundial. Si se mantiene esta tendencia de incremento de la participación de las personas más ricas en la riqueza mundial, en sólo dos años el 1% más rico de la población acaparará más riqueza que el 99% restante y el porcentaje de riqueza en manos del 1% más rico superará el 50% en 2016”.
Lo que reporta Oxfam no es nada nuevo ya que desde años se ha observado alrededor del mundo que los ricos son cada vez más ricos, los pobres cada vez más pobres y los que quedan de la clase media luchan para no caer en la pobreza. Esto se observa en casi todos los países.
Además, desde hace una década se ha venido ampliando la brecha que separa a los países ricos de los pobres.
En pocas palabras, la creciente concentración de la riqueza no sólo se da entre personas sino entre países.
Todo esto significa que los diversos modelos económicos vigentes a lo largo y ancho del planeta han fracasado para casi el 99% de la humanidad, y funcionado muy bien para el 1%. El empobrecimiento de las mayorías se ve en la mayoría de los países de América, Europa, Asia y África. Y el proceso se ve en economías tan distintas como las de Estados Unidos, México, Francia, Brasil, Grecia, Venezuela, España o el Reino Unido.
El reporte de Oxfam cobró relevancia en los medios de comunicación porque se difundió tres días antes de que empiece en Davós, Suiza, una nueva reunión anual del Foro Económico Mundial, evento en donde se reúnen los principales líderes políticos y empresariales del planeta para discutir en público los grandes problemas que enfrenta el mundo y, en privado, hacer grandes negocios.
A partir de mañana y hasta el viernes, en el exclusivo centro turístico enclavado en los Alpes, los representantes de ese 1% que se ha quedado con la riqueza que producimos el 100% de los seres humanos también se pondrán de acuerdo para mantener su posición privilegiada.
Ojalá que la mayoría de ellos tengan la sensibilidad y el sentido común de leer el reporte de Oxfam y actuar tomando en cuenta las advertencias que contiene el mismo.
La situación económica mundial es crítica y en sus manos está el buscar y aplicar soluciones que permitan una mejor distribución de la riqueza en el mundo.
Si estos empresarios y líderes políticos insisten en seguir ignorando el creciente problema de la desigualdad, que no se quejen después de la proliferación de la violencia, de la delincuencia y del terrorismo que en mayor o menor grado son producto de la pobreza.
Los datos de Credit Suisse revelan que, desde 2010, el 1% de los individuos más ricos del mundo ha incrementado su participación en el conjunto de la riqueza a nivel mundial” y añade que “en 2014, el 1% más rico poseía el 48% de la riqueza mundial, mientras que el 99% restante debía repartirse el 52%.
Prácticamente la totalidad de ese 52% está en manos del 20% más rico de la población mundial, de modo que el 80% restante sólo posee un 5.5% de la riqueza mundial. Si se mantiene esta tendencia de incremento de la participación de las personas más ricas en la riqueza mundial, en sólo dos años el 1% más rico de la población acaparará más riqueza que el 99% restante y el porcentaje de riqueza en manos del 1% más rico superará el 50% en 2016”.
Lo que reporta Oxfam no es nada nuevo ya que desde años se ha observado alrededor del mundo que los ricos son cada vez más ricos, los pobres cada vez más pobres y los que quedan de la clase media luchan para no caer en la pobreza. Esto se observa en casi todos los países.
Además, desde hace una década se ha venido ampliando la brecha que separa a los países ricos de los pobres.
En pocas palabras, la creciente concentración de la riqueza no sólo se da entre personas sino entre países.
Todo esto significa que los diversos modelos económicos vigentes a lo largo y ancho del planeta han fracasado para casi el 99% de la humanidad, y funcionado muy bien para el 1%. El empobrecimiento de las mayorías se ve en la mayoría de los países de América, Europa, Asia y África. Y el proceso se ve en economías tan distintas como las de Estados Unidos, México, Francia, Brasil, Grecia, Venezuela, España o el Reino Unido.
El reporte de Oxfam cobró relevancia en los medios de comunicación porque se difundió tres días antes de que empiece en Davós, Suiza, una nueva reunión anual del Foro Económico Mundial, evento en donde se reúnen los principales líderes políticos y empresariales del planeta para discutir en público los grandes problemas que enfrenta el mundo y, en privado, hacer grandes negocios.
A partir de mañana y hasta el viernes, en el exclusivo centro turístico enclavado en los Alpes, los representantes de ese 1% que se ha quedado con la riqueza que producimos el 100% de los seres humanos también se pondrán de acuerdo para mantener su posición privilegiada.
Ojalá que la mayoría de ellos tengan la sensibilidad y el sentido común de leer el reporte de Oxfam y actuar tomando en cuenta las advertencias que contiene el mismo.
La situación económica mundial es crítica y en sus manos está el buscar y aplicar soluciones que permitan una mejor distribución de la riqueza en el mundo.
Si estos empresarios y líderes políticos insisten en seguir ignorando el creciente problema de la desigualdad, que no se quejen después de la proliferación de la violencia, de la delincuencia y del terrorismo que en mayor o menor grado son producto de la pobreza.
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