Con perdón de Carville, pero las marchas, los bloqueos y el
vandalismo recetados al respetable por la sección 22 de la CNTE no son
en realidad en solidaridad con los 43, ni porque nos robaron el
petróleo, ni porque la reforma educativa es injusta ni, mucho menos, por
el bien de la niñez mexicana, sino porque de ahora en adelante la
nómina no la va a pagar algún gobernador a quien el sindicato le puede
poner a cada rato los tanates contra la bisagra, sino un gobierno
federal lejano y bastante más difícil de extorsionar.
La SEP encontró poco más de 16 mil maestros sin una clara situación administrativa, lo que en lenguaje vernáculo quiere decir aviadores. La mayoría de estas plazas se encuentra en Oaxaca, Guerrero y Chiapas, entidades controladas por la 22 que, encima, tienen los peores índices de desempeño del país y, por como anda México en las tablas, del mundo. Solo en la nómina oaxaqueña la SEP reporta 67 mil y pico de maestros, mientras que la CNTE reporta 81 mil, sin que hasta ahora nadie se diera cuenta de la discrepancia. Y lo peor no es que una cuarta parte del padrón allí cobre sin trabajar, sino que la mayoría de los que sí trabajan —o, digámoslo mejor, de los que sí tienen asignada una plaza— no están ni remotamente interesados en educar a nadie, ocupados como están de tiempo completo en la noble labor de consolidar el poder del sindicato.
El asunto es que a la menor provocación los docentes abandonan las aulas para cerrar las calles, vejar edificios históricos o cercar los accesos al aeropuerto como moneda de cambio contra la cual el gobernador, sin chistar, paga para que no le peguen, quizá en gratitud por los apoyos que la CNTE le brindó cuando su campaña. La buena es que, a partir de enero, la reforma educativa le retiró a las tesorerías estatales el manejo de la nómina para entregársela a la federación. La mala es que Ayotzinapa y nuestras demás miserias nacionales le han brindado a la 22 una justificación invaluable para extender su macana hacia el corazón de los poderes federales: en apoyo a los 43, dicen, marcharán en hordas hacia la capital.
¿Y los niños de Oaxaca, qué? No, esos no les sirven de ariete: no le importan a nadie.
Twitter: @robertayque
La SEP encontró poco más de 16 mil maestros sin una clara situación administrativa, lo que en lenguaje vernáculo quiere decir aviadores. La mayoría de estas plazas se encuentra en Oaxaca, Guerrero y Chiapas, entidades controladas por la 22 que, encima, tienen los peores índices de desempeño del país y, por como anda México en las tablas, del mundo. Solo en la nómina oaxaqueña la SEP reporta 67 mil y pico de maestros, mientras que la CNTE reporta 81 mil, sin que hasta ahora nadie se diera cuenta de la discrepancia. Y lo peor no es que una cuarta parte del padrón allí cobre sin trabajar, sino que la mayoría de los que sí trabajan —o, digámoslo mejor, de los que sí tienen asignada una plaza— no están ni remotamente interesados en educar a nadie, ocupados como están de tiempo completo en la noble labor de consolidar el poder del sindicato.
El asunto es que a la menor provocación los docentes abandonan las aulas para cerrar las calles, vejar edificios históricos o cercar los accesos al aeropuerto como moneda de cambio contra la cual el gobernador, sin chistar, paga para que no le peguen, quizá en gratitud por los apoyos que la CNTE le brindó cuando su campaña. La buena es que, a partir de enero, la reforma educativa le retiró a las tesorerías estatales el manejo de la nómina para entregársela a la federación. La mala es que Ayotzinapa y nuestras demás miserias nacionales le han brindado a la 22 una justificación invaluable para extender su macana hacia el corazón de los poderes federales: en apoyo a los 43, dicen, marcharán en hordas hacia la capital.
¿Y los niños de Oaxaca, qué? No, esos no les sirven de ariete: no le importan a nadie.
Twitter: @robertayque
Leído en http://www.milenio.com/firmas/roberta_garza_articulo_mortis/nomina-estupidos_18_449535082.html
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