El año que se acaba
terminar fue “decepcionante”, con una tasa de crecimiento estimado del
2,6% para el conjunto de la economía mundial. Son dos décimas menos de lo anticipado en junio y los riesgos en las perspectivas siguen tirando a la baja
pese al abaratamiento del petróleo, el fortalecimiento de EE UU y los
bajos tipos de interés. Para este año proyecta que repunte al 3% -cuatro
décimas menos de lo esperado- y al 3,3% en 2016 -dos menos-, para
quedarse más o menos a ese nivel el siguiente.
En los países en
desarrollo, la progresión ascendente iría desde el 4,4% en 2014, al 4,8%
en 2015 y que suba medio punto más en 2016 y otra décima en 2017. Los
economistas del Banco Mundial se esfuerzan por ser positivos al decir
que, pese a la incertidumbre, “se ve la luz al final del túnel”. Lo mismo se aplica para el caso de América Latina.
La proyección del organismo es que el pobre 0,8% que ahora da para el
año pasado repunte al 1,7% este 2015 y de ahí vuelva a subir al 2,9% en
2016 y al 3,3% en 2017.
Pero la rebaja es
considerable cuando lo que se toma es como referencia la proyección que
hizo hace seis meses. América Latina creció en 2014 a la mitad de lo que
se predijo en junio. Entonces anticipó que la expansión para el
ejercicio que acaba de comenzar sería del 2,9% y de ahí subiría al 3,5%
en 2016. Explica que la robusta expansión de Bolivia, Colombia, Ecuador y
Paraguay contrasta con el frenazo en Argentina, Brasil y Venezuela.
El crecimiento medio
que el Banco Mundial espera ahora para la región durante los próximos
tres años está, además, a mitad de camino del registrado entre 2004 y
2008. Antes de la crisis, el alza de las materias primas y la alta
demanda externa hacían de viento de cola. El temor, como se dijo en la
cumbre de otoño en Washington, es que esta tasa de crecimiento de entre
el 2% y el 3% se convierta “en el nuevo normal” para la región a largo
plazo.
Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial,
pide a los países en desarrollo que aprovechen la transferencia de la
renta derivada del abaratamiento del petróleo de los países productores a
los importadores para avanzar en las reformas estructurales e invertir
los ahorros en programas sociales. Además, insiste en la importancia de
que se retiren los obstáculos a la inversión privada, “que puede sacar a
cientos de millones de personas de la pobreza”.
Riesgo de volatilidad
Hablando de
divergencias, uno de los riesgos para los países en desarrollo en
general está en la manera en la que las principales economías gestionen
sus estrategias monetarias, porque eso puede generar volatilidad en los
mercados financieros. EE UU podría subir tipos de interés ya este
verano, tras estar estancados cerca del 0% desde diciembre de 2008. La
zona euro y Japón, sin embargo, siguen aumentando los estímulos para
salir del estancamiento.
La debilidad del
comercio internacional, las tensiones por los bajos precios del petróleo
y el riesgo de deflación en la zona euro y Japón también hacen de
lastre. “Lo más preocupante es que el estancamiento en algunos países de
ingreso alto e incluso de ingreso medio puede ser síntoma de males
estructurales más profundos”, comenta Kaushik Basu, economista jefe del
Banco Mundial, que cita en este punto la presión demográfica en la
productividad.
La notable
desaceleración de las economías latinoamericanas se explica así por
factores internos que se vieron agravados por la moderación de sus
socios comerciales, la depreciación de las divisas y la caída en el
precio de las materias primas, “que causaron estragos en algunas de las
economías más grandes de la región”. Chile y Colombia, precisa el
organismo, tendrá por ello dificultades para mantener el ritmo de
crecimiento visto tras la crisis. La economía chilena crecerá un 2,9%
este año y un 4,4% la colombiana.
Venezuela y Argentina
son los más expuestos al abaratamiento de las materias primas y, además,
juega en contra los desequilibrios internos. La actividad económica
venezolana se contraerá un 2% este año, tras un 3% estimado en 2014,
para tener un ligero positivo en 2016. La argentina sufrirá una
contracción del 0,5% este año, un punto porcentual menos severo que la
que estima hubo en 2014, aunque en su caso crecería al 1,6% en 2016.
México y Brasil
México, por el
contrario, está en mejor posición que otros países para hacer frente un
escenario de volatilidad en los mercados gracias a las reformas. También
le ayudará enormemente el hecho de que su economía esté tan vinculada a
la de EE UU. Su crecimiento será del 3,3% este año y del 3,8% en 2016,
frente al 2,1% en 2014. Para Brasil proyecta un repunte del
estancamiento en 2014 a un crecimiento del 1% en 2015 y un 2,5% en 2016,
aunque la falta de reformas y la débil confianza externa lo lastran.
La esperanza es que el
fuerte crecimiento en Estados Unidos de sustento al subcontinente a lo
largo de 2015, 2016 y 2017. Aunque a renglón seguido advierte de que una
desaceleración más fuerte de lo esperada en China y una caída más
pronunciada de los precios de las materias primas “representan riesgos
importantes a la baja”. La proyección es que la economía china crezca un
7,1% este año y un 7% en 2016, aunque podría perder ese nivel en 2017.
Una tasa similar de
crecimiento la da para India. En el caso de las economías de renta alta,
el crecimiento será del 2,2% este año, cuatro décimas más que en 2014,
para repuntar una décima el que viene. En este grupo, la proyección es
de un 3,2% para EE UU este ejercicio y del 3% en 2016, para en 2017
moderarse al 2,4% que se vio el año pasado. La zona euro crecerá un 1,1%
en 2015 y un 1,6% en 2016 y 2017, una progresión similar a la de Japón.
Kaushik Bau admite que
la economía global atraviesa por un momento complejo, que planeta
numerosos retos. El bajo precio del petróleo empezará este año a dar
sustento al crecimiento. Pero señala que se necesitan más motores para
lograr que la economía global vuelva a beneficiarse de tasas más
robustas de expansión. Da así por descontado que el crecimiento a largo
plazo vaya a estar al nivel previo a la última crisis financiera.
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