lunes, 31 de octubre de 2011

La cepa más virulenta se extingue. Luis González de Alba

La idea de perseguir selectivamente al grupo delincuente que produzca más temor social se traduce en ir primero contra el secuestro, homicidio, venta de protección, asalto y robo. Y que se despenalice la producción y consumo de drogas, como ya se hace con el tabaco y el alcohol. La muestra la da la naturaleza:
Es bien conocido por los biólogos el fenómeno por el que desaparecen las cepas más virulentas, más mortíferas, de un microorganismo causante de una  enfermedad. Decimos que la naturaleza es sabia y con eso hasta los ateos entramos al terreno de la teleología y el diseño, sólo cambiamos un dios por otro.
La naturaleza es ciega y sobre todo impasible: no la enternece la gacela perseguida por los leones ni toma en consideración que sea “adulta mayor” o padezca algún tipo de incapacidad. Por el contrario: son motivos para eliminarla y que deje de consumir un pasto que otras necesitan. Lo dijo de los humanos Steve Jobs en su estremecedor discurso en Stanford.
Con los microorganismos ocurre otro tanto: las variedades o cepas más mortíferas resultan eliminadas de la competencia por infectar nuevos organismos porque matan demasiado pronto al que infectan y no les da tiempo de pegar el salto a otro, sano, para subsistir como especie.

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