Entre demagogos te veas.
Cada día que pasa se va haciendo más evidente que lo nuestro, lo de
nuestros políticos, es la demagogia. Parece que estuvieran jugando “Maratón”
para ver quién gana la competencia del polaco más demagogo del país.
Y aquí sí que no hay excepciones. Tan demagogo el pinto como el colorado.
Esta es una ensalada de todos colores, de todos sabores, de todas variedades,
de todas las texturas, que se corona con un novedoso aderezo de demagogia,
mezclado con miel y mostaza Dijon, nada más para disimular.
Pasemos a la báscula a los cretinos más impresentables. Aclaro que es una
muestra sólo para ejemplificar, de ninguna manera es exhaustivo el tema.
Los pesos completos.
- Manlio Fabio Beltrones. Este es el clásico político
de la vieja guardia, pero con las mañas renovadas. Su mensaje sobre “la unidad
del partido”, el día que se bajó del ring, sonó más falso que un billete de
$3.75 La demagogia de “Don Corleone Beltrone” viene de mucho tiempo atrás, pero
se llevó las palmas cuando aseguró que era cierta la versión del asesino
solitario en Lomas Taurinas. Haber aceptado que se le categorizara como
estadista, por el más cínico de los tres demagogos que lo acompañaron en la
presentación de su libro, fue una más de la evidencias de que al tipo le gusta
la demagogia. La demagogia lambiscona de la vieja guardia. No en balde dice el
dicho que chango viejo no aprende maroma nueva.
- Humberto Moreira. No, bueno, ese es todo un
caso. El hijo putativo de la Chuky Gordillo se aventó un diez por
una de las declaraciones más demagógicas del año: “Ni Cordero ni yo somos
responsables de lo del endeudamiento de Coahuila”. Plop!!! (Cultura de
Condorito, juar!!!) Este es un político con mente retorcida, pero que sabe su
negocio. “Si me voy al carambas, ‘Borrego’, te vas conmigo”. Es tan demagogo
que bien podría decirse de él que supo aplicar aquello de “lo que no fue en mi
año, no fue en mi daño”, y salirse con la suya.
Los aprendices de brujo.
- Ernesto Cordero. Pobrecito Cordero, da pena ajena,
es de esa gente a la que escuchas hablar y volteas a ver
a tu vecino y le dices “ay, pobre, que ternurita me da este cuate”. Su
declaración de que la gente puede vivir con seis mil pesos es… ¡demagogia pura!
¿Y qué decir de esa otra declaración de triste memoria que hizo, acerca de que
“no subió en las encuestas, porque andaba en Michoacán echándole toda la carne
al asador para que ganara la Cocoa”? De risa loca. Si no fuera trágico, sería
indubitablemente cómico. Cordero, además de demagogo, es algo así como tontito.
¡Pobre!
- Alejandro Poire. El gran desmitificador resultó ser
un demagogo de tomo y lomo. Eso sí, hay que reconocerle a Poire que cuando
menos tiene la apariencia de ser un demagogo cantinflesco. Su habilidad para
cantinflear es sorprendente, en pocos políticos se nota tanto como en él. El
martes de la semana pasada, en entrevista con Carlos Loret, el periodista le
espetó a bocajarro una pregunta tan sencilla como esta: ¿Al final del sexenio
del Lic. Calderón cuáles son los resultados tangibles de su gestión, que los
ciudadanos podamos valorar? Creo que hasta un lerdo puede entender la pregunta.
Pues bien, como resultados de la gestión de Calderón, el desmitificador soltó
un: Mira, para entonces los estados deberán de haber blah, blah, blah. ¿Y la
respuesta a tan sencilla pregunta?, esa no se vio por ningún lado.
Los demagogos chimoltrufios.
- Carlos Navarrete. Un caso para la araña, caray. Su
afirmación, después de cinco años,
de que AMLO los “obligó” a cerrarle las puertas del Congreso a FeliPillo
merece, cuando menos, un diez y estrellita en la frente al político más
demagogo y cínico de esta hornada. No digo que no haya sido posible que el Peje
solicitara, instruyera, sugiriera, o simplemente hubiera mencionado hacer eso
como una estrategia de resistencia civil, sino porque Navarrete lo denunció en
su libro (oootro más que “escribe” un libro), cuando creyó que Ebrard podría
ganar la encuesta. Cuando las cosas no resultaron así, Navarrete, como buen
demagogo, echó tierra al asunto y dijo que se pondrá a las órdenes del partido
para apoyar a López Obrador. Demagogo que como dice una cosa, dice
la otra.
- Jesús Ortega. Este es el campeón, y no precisamente
del humorismo blanco, sino de la más abyecta demagogia conocida y por conocer.
Desde mi punto de vista no hay más que decir de él, basta y sobra con coronarlo
como el demagogo más asqueroso dentro de la política mexicana. “Felipe Calderón
es un espurio”; “Felipe Calderón es un presidente con una visión moderna de la
política”. ¿Chimoltrufio?, sin duda alguna.
La demagogia, por otro lado, no se da sólo entre políticos. Por el
contrario, está más difundida de lo que pudiéramos creer. Hay curas demagogos,
empresarios demagogos, burócratas demagogos, líderes sindicales muuuuy
demagogos. Si conocen a alguno que sea alcalde, gobernador o funcionario
público de cualquier nivel, haga nuestro día mencionándolo con su nombre y
apellido, y deleitándonos con aquella frase demagógica que recuerden de él o
ellos.
Bueno, hasta entre nosotros, los humildes mortales, hay demagogos
que merecen un aplauso por su capacidad para mentir, engañar, y luego quedarse
como Don Sebas. ¿Alguien dudaría de la demagogia de un tipo que sólo habla a
maldiciones, pero que acusa a otros de ser los groseros? ¿Tendría alguien dudas
sobre el demagogo que amenaza con irse, con regresar, con irse, con regr…
bueno, con ese tipo de gente, que, de remate, cree que es indispensable que la
gente conozca los chorrocientos copy/paste que gusta poner en los foros como
“contribuciones”? Yo tampoco.
Existen, en esto de los foros, dos tipos de cuyo nombre no quiero acordarme
(gracias, Cervantes), porque como dijera Etilio, me dan asquito, juar!!!
Creo que dos imágenes serán suficientes para reconocerlos. Decir que esos
tipos no son demagogos, es como decir que Marcial Maciel nunca tuvo actos de
amor deshonesto contra unos niños
Tancredi.
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