jueves, 15 de marzo de 2012

EL CHAPO SE LE VOLVIÓ A ESCURRIR A GARCÍA LUNA.


Ciro Gómez Leyva.
“En Los Cabos, El Chapo se le volvió a escurrir a la PF”, cabeceó el martes La Jornada. Que nadie alegue mala leche, porque la noticia, que por supuesto mueve a la burla, salió del gobierno, de la voz de un subprocurador, ni más ni menos que el encargado de la lucha contra la delincuencia organizada, Cuitláhuac Salinas.
Imagino a Ernesto Zedillo diciendo que estuvo a punto de evitar la fuga de capitales en diciembre del 94. O al Estado Mayor Presidencial afirmando que, “por un pelito”, le quita la pistola a Mario Aburto antes de que disparara a la cabeza de Luis Donaldo Colosio.
Desconozco en qué grado de desesperación o descuido se encuentran algunos funcionarios para declararle a una agencia internacional: “Sabemos que estuvo ahí y estuvimos cerca”. Se trata de El Chapo Guzmán, uno de los fugitivos más famosos del mundo, quizá el más. ¿A qué viene jactarse de un acto fallido?
Y digo jactarse, porque ayer Cuitláhuac repitió los dichos en Milenio Televisión. Y explicó que El Chapo tiene cuerpos de seguridad que trabajan con sentido estratégico y están en constante movimiento, “lo que hace tan complicada su detención”, etcétera.
No se trató, pues, de un lapsus, sino de una acción no completada, fallida. Pensé que a Cuitláhuac se le habían escapado los deseos de su inconsciente. Y seguramente de la PGR y el presidente Calderón. Pero la verdad es que se regodea por el buen esfuerzo que hicieron, junto con la Policía Federal de Genaro García Luna, para atrapar a El Chapo.
Frente a eso, no quedaría más que gritarle: ¡échele ganas, mi subpro! Lástima que nuestra guerra contra el crimen no esté para escribirse en clave de humor.

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