sábado, 23 de junio de 2012

Carlos Puig - Llegando al final un poco como al principio


Carlos Puig

Hace casi dos años, en julio de 2010, unos días después de que la alianza PAN-PRD fuera exitosa en Oaxaca, Sinaloa y Puebla, Andrés Manuel López Obrador me dijo en entrevista: “En vísperas del 2012, a mediados o finales del 11, nosotros hablaremos con alguno de los partidos [el PRD, el PT y Convergencia] para decirles aquí está esto, ayudemos con el registro”, dijo.
“Si van los tres partidos, adelante. Pero ya nosotros no vamos a esperar. Nosotros vamos al 12, ya, que quede claro.
“Yo estoy apuntado, para que quede claro —insistió—. Yo no voy a permitir la manipulación de hacer creer a la gente que son distintos el PRI y el PAN y que con eso hay competencia política”.
¿Tú no vas a esperar ninguna encuesta?, le pregunté.
“No, no, no. En su momento veremos lo de las encuestas, pero ya te puedo decir que vamos al 12…”, respondió. “Vamos a enfrentar a la mafia del poder que tiene dos partidos, el Revolucionario Institucional y el PAN”. Es más, unos días después en el Zócalo presentó su (renovado) Proyecto Alternativo de Nación.
Exactamente un año exacto después, Enrique Peña Nieto, con una sonrisa de oreja a oreja, soltó las amarras que había puesto a sus más cercanos respecto a comenzar en serio la planeación para la candidatura y campaña presidenciales.
Como una táctica de disciplina dentro del equipo, el gobernador Peña Nieto había impuesto unos meses antes la prohibición de discutir sobre la carrera presidencial. La resolución exitosa de su sucesión no solo era condición sine qua non para su eventual candidatura, sino un extraordinario trampolín demostrando frente al partido sus habilidades como operador electoral.
Ya tenía la popularidad y el conocimiento en el país gracias a la tele. En esos días, recuperó a Luis Videgaray, a quien había enviado a coordinar la campaña de Eruviel, un poco como fogueo, otro poco por control. Y el equipo compacto comenzó a planear en serio el camino al 1 de julio de 2012.
Es decir, para la semana que inició el 4 de julio de 2011, teníamos ya los dos candidatos presidenciales que, según las últimas encuestas, quedarán en los primeros dos lugares.
Hace un año.
Ambos tuvieron escarceos con presuntos adversarios internos, pero estaba claro que no había manera de que no los viéramos en la boleta. Como bien me lo dijo AMLO desde julio de 2010.
En este tiempo han pasado las no campañas, las campañas internas, las precampañas, las intercampañas y las campañas.
La Feria del Libro y los debates.
La Ibero y el 132.
La encuesta más cercana a esa fecha que encontré y que los ponía frente a frente, una de Parametría, no da resultados tan lejanos a la última de GEA/ISA que publicamos ayer en MILENIO.
No tengo muy claro qué quiere decir eso.
Lo consigno porque creo que habría que pensarlo y que algo quiere decir.
Más preguntas que respuestas.
Por ejemplo.
La reforma electoral de 2007 quiso sobre todo controlar el dinero. No solo sacándolo de la relación con los medios electrónicos, sino que le dio al IFE facultades de meterse a las cuentas de los partidos, y en algunos casos hasta de proveedores relacionados. Le dio más herramientas y presupuesto para medir y controlar cómo gastan y en qué gastan.
Pero nuestros dos candidatos en cuestión llegaron al periodo “medible” ya armados. Peña Nieto había aprovechado las ventajas y el presupuesto del cargo hasta el límite. López Obrador creó asociaciones, organizaciones, recolectó dinero, y lo gastó en recorridos que parecían campañas. Presentaba planes y proyectos de nación.
La ley electoral intentó también hacer que nuestras campañas fueran más cortas. Pues… no solo por las fechas que recordaba yo en los primeros párrafos, pregunto: ¿hace cuánto andan estos dos mexicanos en campaña? No está en manos del IFE ni en la ley, tampoco tengo claro que debiera estarlo. Pero al menos de un lado o de dos, estoy seguro que se utilizará como argumento de un fraude o algo así, o imposición —como dirían los jóvenes del 132—, y lo de los recursos de López Obrador ha sido arma de PRI y PAN en estos últimos días. ¿Qué hacemos? ¿Cómo impedimos que un par de gobernadores arranquen en una semana por la ruta de Peña? ¿O que otro político haga un par de asociaciones civiles y se pase seis años recorriendo el país y luego, ya que sean los tiempos, pues resulta que ahora sí les digo bien lo del dinero?
Creo que volverá, como en 2006 y 2007, a haber intención de revisar lo reformado. Y que la intención vendrá, como en aquellos días, de los perdedores.
Si esto sucede, tal vez se debería pensar que tanto normar, tanto legislar, tanto prohibir, a veces no funciona. Como de alguna manera, creo, prueban las candidaturas de López Obrador y Peña Nieto.
Porque como dice un buen amigo colombiano: hecha la ley, hecha la trampa.
Twitter: @puigcarlos





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