El jueves escribí, de manera fragmentada por mi inclinación a la disgregación, sobre mi percepción acerca del Partido Acción Nacional. Después de la elección presidencial del pasado 1 de julio lo noto dividido, fragmentado, pulverizado, razón por la cual titulé mi columna del pasado jueves: PAN molido.
Prometí darle seguimiento al tema en vista de que en él está inmiscuido nada menos que el Presidente de la República y, sobre todo, porque es necesario un partido blanquiazul de una sola pieza y con una estrategia definida antes del 1 de diciembre para poder pactar con el PRI de Enrique Peña Nieto y la impredecible izquierda.
Lo que queda del partido que fundaran don Manuel Gómez Morín y don Efraín González Luna, entre otros, hace 73 años y al que tan sólo le bastaron dos sexenios como gobierno federal para demostrar que sus miembros que llegaron al poder salieron un poco corruptos pero un harto pendejos, se encuentra en la más delicada crisis de su historia. Cosa que por lo demás a mí me viene valiendo gorro -por usar una de las expresiones favoritas del bato Gustavo Madero.
Pero aunque a mí me valga madres -expresión más de mi agrado- es innegable que lo que suceda al interior del PAN repercutirá en el acomodo de fuerzas a partir del 1 de septiembre cuando inicien las labores de la LXII Legislatura. Recién me entero, hoy lunes, que por fin, luego de sortear broncas provocadas por las corrientes y tendencias al interior del cascarón blanquiazul, el dirigente Madero dio a conocer los nombres de quienes serán sus coordinadores parlamentarios para la precitada Legislatura. ¿Sus nombres? Luis Alberto Villarreal de los diputados y Ernesto Cordero de los senadores. Esto último es una incongruencia, ¿desde cuándo un cordero puede ser pastor: conductor de ovejas?
Tal y como dejé esclarecido en mi anterior colaboración, vivimos los últimos meses del calderonato, durante el cual se creó una corriente de simpatía hacia el hombre que despacha en Los Pinos llamada felipismo, que a partir del 1 de diciembre -si no es que antes- se irá diluyendo; el interesado, es decir el licenciado Calderón Hinojosa, les dijo, el pasado sábado, a sus simpatizantes, amigos y compañeros de partido: “Muy pronto volveré a ser lo que he sido siempre para ustedes: Felipe ‘a secas’ y eso me entusiasma más que muchas cosas en esta etapa”. Sin definir de qué se tratan las “muchas cosas”, la etapa de referencia es fácil de imaginar: será Felipe “a secas” en cuanto termine la temporada de lluvias.
En su discurso del sábado en el Consejo Nacional panista, según consignó en un reportaje Tania Rosas, en El Economista de ayer, el que todavía y durante tres meses y 18 días llamaremos don Felipe Calderón: “Exigió cambios al partido antes de la ‘vorágine electoral del 2013’”. Después de su discurso de 40 minutos abandonó la sede panista sin percatarse de que su propuesta no logró unanimidad. La razón de la rápida partida, sin escuchar de manera democrática como les hubiera gustado a don Manuel, a don Efraín y al propio don Luis Calderón Vega, las réplicas de sus correligionarios, del que todavía llamaremos Presidente por 108 días, fue la urgencia de hablar por teléfono con el Flaco -a secas- Tena para felicitarlo por el oro olímpico en el futbol... Ah y también para celebrar los 50 años de su edad -de don Felipe no de Luis Fernando.
El principio del fin
En los últimos días se ha escuchado decir al Primer Mandatario -por 108 días- y al felipismo -por un tiempo semejante- que el partido y la candidata -diferente- Vázquez Mota no pudieron o no supieron trasladar la popularidad de 66% que tuvo Calderón al empezar la veda electoral a la campaña electoral panista. Según el próximo Felipe -a secas-, no se propalaron los éxitos de su gobierno. (El Presidente del desempleo, los 7 millones de ninis y los 60,000 muertos de su terca y mal planeada guerra contra el crimen organizado sin hacer nada contra el lavado de dinero).
Como Zavalita, personaje de Mario Vargas Llosa en su novela Conversación en La Catedral, se cuestionaba: ¿en qué momento se había jodido el Perú? Habrá quien pregunté: ¿en qué momento se jodió el PAN? Yo tengo una teórica respuesta para la cual me remonto al salinato: Muerto Manuel Clouthier de sospechosa manera el 1 de octubre de 1989; el salinista Jefe Diego Fernández de Cevallos, a nombre de Acción Nacional, da su anuencia para quemar las boletas electorales de la impugnada elección de 1988. “Nadie podría beneficiarse con escudriñar papeles que nada dicen y menos significan; la bancada panista acepta que se destruyan” -declara sin rubor alguno-. Con la quema de los paquetes electorales comienza a quemarse el prestigio de Acción Nacional, se tuesta el PAN.
La historia continúa cuando el 28 de agosto de 1991 se consumó la famosa concertacesión, antecedente del PRIAN. Otra vez los oficios de Diego Fernández de Cevallos trabajaron para quien lo apodó Jefe con objeto de disimular que en realidad era su subalterno: Carlos Salinas de Gortari. Así se frustró la llegada al gobierno de Guanajuato de Ramón Aguirre o de Vicente Fox. Por los purititos huevos, orejas y barbas de Salinas y don Diego se nombró Gobernador al panista alcalde de León Carlos Medina Plascencia y se le puso un Secretario de Gobierno priísta para evitar que hiciera pendejadas, éste fue el difunto abogado Salvador Rocha Díaz.
Candidato blanquiazul a la Presidencia de la República en 1994, don Diego Fernández de Cevallos, proclama su lema de campaña “Por un México sin Mentiras” paradoja de un mentiroso por antonomasia. En el debate asusta al ingeniero Cárdenas con el recorte de un periódico que hablaba de una supuesta propiedad -Playa Eréndira- adquirida de manera sospechosa según el pasquín. Al candidato del PRI: Ernesto Zedillo le dice que es un buen chico. Ganador del debate por sus innegables facultades retóricas y dialécticas; recibe órdenes pinolescas de desaparecer y permanecer mudo un par de semanas. En recompensa recibe unos terrenos más grandes que su capacidad de simulación en Punta Diamante. El doctor en Tráfico de Influencias por la Stranzaford University, ante las cámaras de TV Azteca, con un par de fólderes que nunca abrió dizque demostró que los terrenos acapulqueños en cuestión son suyos desde mucho antes que se fraccionara esa parte de la espléndida bahía, tremendo insulto a la inteligencia de quienes presenciamos su “defensa” televisiva.
Los padres fundadores de Acción Nacional pugnaron por el solidarismo, el bien común y la dedicación a crear una patria ordenada y generosa. ¿Quién de los siguientes miembros del PAN corresponden con las acciones que relataré a estas patrióticas consignas? Ahí les van:
El dispendio y la frivolidad de la señora Marta Sahagún, la parte pensante de la pareja presidencial del primer panato 2000-2006 y los negocios oscuros de sus hijos inexplicablemente perdonados por el régimen de Calderón.
El propio don Felipe -muy pronto se le podrá decir Felipillo a secas- con su arribo al poder haiga sido como haiga sido. La gestión en la Dirección Jurídica de Pemex de César Nava que le permitió comprar -claro que en oferta- “la casita de Patylu” en Polanco.
El tráfico de influencias de los familiares y él mismo del tristemente desaparecido Juan Camilo Mouriño. La subrogación por parte de Juan Molinar Horcasitas de la guardería ABC a un grupo de influyentes sonorenses. Fue el incendio de esta guardería el que terminó de quemar al PAN pasado de tueste.
Yo también festejo
Futbolero que soy, lloré de emoción con el triunfo sobre Brasil en la final olímpica. Mérito indiscutible, por supuesto, de los futbolistas y del cuerpo técnico. Pero así como en los fracasos se voltea hacia ellos en el triunfo, hay que echarles un ojo y felicitar a los directivos. En este caso al equipo que encabeza Justino Compeán, un hombre que en todo lo que ha emprendido en la vida ha triunfado. De ahora en adelante Justino Campeón -a secas.
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