jueves, 9 de agosto de 2012

Guadalupe Loaeza - No me hallo

Para Lydia Cacho, con toda mi solidaridad.





Guadalupe Loaeza
No me hallo, por más que le hago, no me hallo, como dice la canción del mismo título que solía cantar el maravilloso grupo tapatío de Julio Haro, El Personal. Hay días en que no me quiero despertar, tengo la impresión que mis párpados se mantienen pegados, como si antes de dormirme los hubiera cubierto de Resistol 5000. Esto me sucedió ayer lunes por la mañana. Por más que quería abrir los ojos, no podía. ¿No podía? No, no quería. Abrirlos significaba ver una realidad en un país que no me gusta nada, por eso no me hallo. Ando como perdida, sin poder encontrar mi lugar. ¿Dónde estoy?, me pregunto. ¿Dónde estamos?, me vuelvo a preguntar. Me temo que todos estamos perdidos, bien perdidos. Qué difícil es hallarse en un país como México, en el cual, por ninguna parte aparecen señales que nos indiquen qué camino tomar.




-¿Por aquí?

-¡No, por allá! 
-¿Por éste?

-No, por el otro.


-Es sentido contrario y está muy oscuro...

-No importa. Ése es el bueno... los mexicanos votaron por ese camino.

-Pero si está lleno de baches, de basura y de toneladas de mierda...

-Pues sí, pero es el único que tenemos por el momento. Ya lo iremos arreglando con el tiempo. Te lo digo yo que me conoces. Te lo firmo y te lo cumplo...

No, no me hallo y menos por ese camino que nos regresará al PRI. En tanto lo caminemos, nos encontraremos con todos los PRIs que han existido a lo largo de décadas y al cual solíamos criticar con tanta vehemencia. Será imposible no toparnos en los próximos seis años con los Salinas de Gortari, los Durazo, los Montiel, los Marín, los Ulises Ruiz, los Gamboa Patrón, los Hank González, los Gómez Villanueva, los Moreira, etcétera, etcétera.

Hace unos días me encontré con una amiga que hacía mucho no veía y que acababa de cumplir 70 años. No la reconocí. Se había inyectado tanto "botox" que su rostro se veía distorsionado, desdibujado y desfigurado. Ya no tenía arrugas, pero su papada, toda ondulada, era impresionante. Sus ojos se habían reducido al máximo y su boca era un rictus en forma de garabato. Su forma juvenil de vestir contrastaba con la lentitud de sus movimientos. Caminaba muy, muy despacito. Para colmo se le asomaba, en medio de un cabello delgadito y cansado por tantos tintes, una ligera calvicie. "Estoy feliz, nunca me había sentido tan joven", me dijo mostrando su dentadura cubierta de jackets. De inmediato me acordé del rostro que nos quiere vender el supuesto nuevo PRI. Como dice Javier Sicilia: "Una política sin ética -la misma que desde hace muchos sexenios vivimos en el país- nos está llevando a una muerte espiritual que quiere acostumbrarnos a la corrupción como método político y a la violencia, la impunidad, el asesinato, el horror y la miseria como forma de vida" (Proceso, 1865).

No, no me hallo en un país donde suceden y han sucedido desde siempre tantos fraudes electorales. No me hallo en un país donde se lava dinero para costear campañas electorales y, no obstante las evidencias, no pasa nada. No me hallo en un país donde se lucra con la pobreza y se regalan, a cambio de votos, millones de tarjetas monederos electrónicos. No me hallo en un país donde la televisión privada imponga los candidatos presidenciales. No me hallo en un país donde millones de jóvenes sienten que no hay esperanza y que no pueden confiar en las autoridades. En suma no me hallo en un país tan corrupto, tan mentiroso, tan simulador y cuya memoria es cortísima.

"¡¡¡Pues, lárguese!!!", han de pensar muchos lectores. Pero, a dónde diablos me voy a ir a vivir si éste es mi país. Aquí nací y aquí quiero morir. Aquí nacieron mis padres, mis antepasados, mi marido, mis hijos y mis nietos. ¿Qué haré para hallarme? ¿Unirme, con mucho más fervor y compromiso, a todas las manifestaciones del movimiento #YoSoy132 y pararme junto con ellos a las puertas de las televisoras para gritar a todo pulmón: "¡¡¡Basta de envenenar a la verdad con dinero!!!"?

Dice Sabina Berman (Proceso, 1865): "...sorprende el vocerío de los opinadores profesionales, no de todos, de casi todos, llamándonos a los ciudadanos a la resignación, esa melancolía reaccionaria, a la sumisión al más fuerte, ese reflejo del pasado, en tanto las redes sociales ocupan el lugar donde se fragua el pensamiento colectivo". Me rehúso a la resignación. Me rehúso a claudicar. Me rehúso a retractarme. Como decía Julio Cortázar, si te quieres echar de la ventana, que sea con todo y marco. Si no luchamos por la verdad, el verdadero fraude de las pasadas elecciones, qué pasará con las que serán dentro de seis años. ¿Volverán los priistas a recurrir, con harta lana bien lavadita, a Televisa, a Monex y a Soriana para ganar, haiga sido como haiga sido, la Presidencia? ¿Cuándo aprenderán los ciudadanos, los más desprotegidos, a no vender su voto por una despensa, por un tinaco o por algunas varillas de construcción, si no atacamos el problema de la corrupción desde la raíz? ¿Cuándo aprenderemos a discernir libremente, sin que nos diga Televisa por quién votar?

No, no me hallo. Temo que en los próximos seis años, termine como dice la canción: "Me he buscado por las calles y los bares, me he buscado por tugurios y arrabales, me he buscado por doquiera que yo voy, y no me puedo hallar. Por más que le hago, no me hallo...".


gloaeza@yahoo.com

Leído en: http://guadalupeloaeza.typepad.com/abuelas_bien/

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