jueves, 9 de agosto de 2012

Ricardo Alemán - ¿Dónde está Peña Nieto?

Ricardo Alemán

Como si se tratara del candidato perdedor –o como si no le importara a nadie su futuro–, en las últimas tres semanas poco o nada se ha sabido de las actividades de Enrique Peña Nieto, el candidato presidencial que obtuvo la mayor cantidad de votos y que, sin duda, será declarado presidente electo y protestará el cargo el 1 de diciembre próximo.
¿Dónde está Peña Nieto?, se preguntan analistas y estudiosos de la cosa pública, sobre todo porque –argumentan–, apremia el tiempo para que el nuevo gobierno presente de manera pública los proyectos y programas –y sean discutidos entre especialistas y de cara al público–, que impulsará el PRI una vez que arranque la nueva administración.

Y tienen razón quienes se dicen preocupados por la ausencia de Peña Nieto en el debate nacional, sobre todo si se toma en cuenta que se pierde un tiempo precioso en una guerra postelectoral que –por donde se quiera ver–, resulta absurda estéril y, sobre todo, que ofende a los ciudadanos y a todos los que votaron el pasado 1 de julio.
Más aún, en uno de los absurdos que han caracterizado a la peculiar elección presidencial mexicana, hoy se habla más de los perdedores de la derecha y de las izquierdas, que del ganador; se exploran el futuro y las "chabacanerías" de un falso demócrata –como AMLO–, y se discute si Felipe Calderón tiene o no posibilidades, derechos para convertirse en líder político del PAN, que de la viabilidad, la pertinencia y lo acertado o no de las políticas públicas, los proyectos y programas que ya debió haber presentado el próximo presidente, Enrique Peña Nieto.



Sin embargo –y contra lo que muchos creen–, el grupo compacto que se mueve en torno a Peña Nieto consideró que son tiempos de eso, del bajo perfil del propio Peña Nieto, a fin de no sobrecalentar los ánimos de aquellos que resultaron derrotados.
En otras palabras, que Peña Nieto no tendrá actividades públicas como virtual ganador –y si equipo cercano no hará alarde alguno–, hasta en tanto el Tribunal Electoral no lo declare presidente electo y la entregue la constancia de ganador de la contienda. Y la razón es elemental y hasta de sentido común. Los ganadores no pueden asumir el papel de ganadores; no pueden presentar sus planes y programas de manera pública, porque aún Peña Nieto no es el ganador.
Y claro, no es tiempo de discutir públicamente los proyectos y programas "del presidente" Peña Nieto, porque no es tiempo para eso. Porque primero se debe tejer fino en el arreglo político básico sobre el que se procesarán los planes y los programas. ¿Y que quiere decir eso?.
Elemental, que Peña Nieto "y sus muchachos" no están en la hamaca. No, en realidad los operadores políticos de ganador de la elección ya contactaron con los distintos grupos del PAN, con los berrinchudos sectores de las izquierdas y, claro, con el gobierno; además de marcar directrices políticas con los distintos grupos de poder, como empresarios, grupos mediáticos, iglesias....
En algunos casos, incluso, el equipo de Peña trabaja en la llamada "operación cicatriz" que, por ejemplo, ya dio buenos resultados en el PAN, partido que abandonó las posturas intransigentes, que dejó a un lado la amenaza de caminar de la mano con las izquierdas y que, por la buena, aceptó la derrota. En realidad los "gritos y sombrerazos" de un sector del PAN eran para eso, para elevar el costo de la negociación.
¿Qué le dieron al PAN –los hombres de Peña Nieto–, como moneda de cambio para que finalmente haya decidido deponer las armas políticas?. El paquete completo de la negociación lo veremos ya en los hechos. Por lo pronto, se puede adelantar que por lo menos uno de los líderes azules estará en el gabinete de Peña Nieto.
En la trinchera de enfrente, sin embargo, ya se pactó con algunas de las tribus del PRD, pero poco se ha logrado con el berrinchudo jefe de la pandilla del llamado "lopezobradorismo". El tabasqueño sabe bien que el Tribunal Electoral desechará todas las impugnaciones a la elección presidencial. Sabe que no prosperará la anulación de la elección y, por consecuencia, sabe que Peña Nieto será el presidente de todos los mexicanos a partir del 1 de diciembre.
Y si sabe todo eso, ¿por qué continua con el cuento del fraude y el reclamo de la anulación?. Por dos razones.
Primera, porque el chantaje y el engaño son el motor de su movimiento en los próximos seis años.
Y, segundo, porque con el engaño y el chantaje tratará de someter en un puño al gobierno de Peña Nieto. Claro, hasta que las izquierdas entiendan el dilema; o negocian con Peña o van al suicidio. Lo demás es el viejo circo del político bananero. Al tiempo.

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