domingo, 12 de agosto de 2012

René Delgado - ¿Presidente interino?

René Delgado
El manifiesto desinterés por jefaturar el Estado hasta el término del turno y el manifiesto interés por jefaturar el Partido, aunque no toque el turno, tientan la idea de pensar en la designación de un Presidente Interino del 15 de septiembre al 1o. de diciembre próximos.

Suena insensato plantear un reemplazo por dos meses y medio, pero no tanto al advertir la indiferencia de la autoridad ante el creciente deterioro de derechos y libertades, el debilitamiento de la unidad y la disciplina en el Ejército, el exilio impuesto a mexicanos comprometidos con sus convicciones y la tibia sanción a un banco por lavar dinero que, en vez de castigar, incentiva la industria del crimen y el imperio de la violencia. La indiferencia anula el aplauso, revive el reclamo.

No se advierte en el presidente Felipe Calderón ánimo, interés, coraje ni capacidad para encarar los desafíos que, al cierre de su sexenio, amenazan al Estado y complican al próximo gobierno. Si no hay decisión ni disposición para concluir el mandato frustrado en condiciones aceptables -es imposible escribir: en los mejores términos-, lo indicado es liberar el cargo de presidente de la República que, aun en su último suspiro, exige responsabilidad. Tal liberación, quizá, facilitaría la transmisión del poder y ampliaría el margen de maniobra del gobierno entrante.



El contraste entre los sucesos que sacuden al país y las preocupaciones que inquietan al presidente de la República es impresionante.

El derecho a la vida y la integridad, al trabajo, la educación, el tránsito, la expresión, la libertad y la justicia sucumben ante el secuestro, la extorsión, el chantaje, el peaje extraoficial, el atentado criminal y el abuso del arraigo. Se recrudece la violencia y la impunidad pero, a fuerza de hacer costumbre lo inaceptable, la administración -cuando reacciona- expide un contundente boletín con su más enérgica condena y nada más.

El comandante en jefe del Ejército y la Fuerza Aérea, el secretario Guillermo Galván, llama a la disciplina a los generales divisionarios, los insta a anteponer el interés nacional al personal, les precisa que corresponde al próximo presidente de la República designar a su relevo y les aclara que su mando culmina hasta el término del sexenio, pero el comandante supremo de las Fuerzas Armadas, Felipe
Calderón, nada dice al respecto. Ni una palabra, ni un comentario. Su interés está en otro lado. Sin asumir plenamente el efecto del desempeño de su administración en la elección, él regaña a su partido por la derrota, lo presiona a tomar decisiones "en caliente" -tal como él lo hizo a todo lo largo del sexenio- y, después,... después lo arrulla y deleita con su canto.

Tras los pasos del padre Alejandro Solalinde, ir al exilio le toca ahora a Lydia Cacho porque al gobierno no le interesa mucho su vida. En el contraste, trasciende que el presidente de la República también se va al extranjero, busca empleo en alguna universidad de Estados Unidos.

Del norte llega la noticia del lavado de dinero por parte del banco HSBC, aquí el respeto al secreto y la veneración por la opacidad impidió hacer público el suceso. Como quiera, la autoridad mexicana sanciona al banco con millones de pesos por lavar miles de millones de dólares. Ni por asomo se le ocurre a la administración retirarle a ese banco el millonario contrato que tiene con el ISSSTE para el pago de pensiones y dejar en claro que con los cómplices del crimen no tiene negocios. Con qué cara defender el carácter "integral" del combate al crimen, si no se le golpea donde le duele y se ahorra sangre. No, se incentiva la actividad criminal y se expide un certificado de excelencia a la banca.

Ejemplos hay muchos más. Ya nadie responde por el hijo de El Chapo que no es de El Chapo; por los policías federales certificados como asesinos en el aeropuerto; por los testigos comprados que ajustan sus declaraciones a modo de la indagatoria... el contraste entre la indiferencia oficial ante cuanto ocurre a la nación y las preocupaciones personales y partidistas del mandatario impresiona.

En 20 días, el presidente Felipe Calderón entregará al Congreso su último informe de actividades y, conforme al nuevo protocolo, ante un público cautivo y entregado, hará gala de oratoria para intentar darle lustre a un fracaso.

Si al jefe de la administración le interesa más el derrotero de su partido y su porvenir personal que el derrotero del país y el futuro nacional, ese 1o. de septiembre podría rubricar su mandato, concluyéndolo en esa fecha. Si es así, Felipe Calderón podría considerar su renuncia a la Presidencia de la
República y dejar a la nueva Legislatura determinar la causa grave de ella.

Luego, por unos días, Alejandro Poiré ocuparía la residencia de Los Pinos y, al contar con la resolución del Tribunal Electoral sobre la validez de la elección presidencial, el Congreso elegiría a un Presidente Interino que, además de entregar la administración el 1o. de diciembre, nombraría -con autorización del Congreso- a quienes el jefe del próximo gobierno le señalara en posiciones clave de seguridad nacional y pública así como de finanzas y economía para marcar, desde el 16 de septiembre, dirección y rumbo, alejando el fantasma de una mayor descompostura.

Sólo así se le negaría al crimen la ventaja que le concede ahora el impasse político establecido por el calendario, así como la indiferencia y la distracción mostrada por la actual administración. Seguir en el esquema del que se va ya nada quiere hacer y el que llega nada puede hacer, sólo beneficia a quienes quieren y pueden marcar con sangre su dominio y territorio.

Si es insensato hablar de un Presidente Interino por un plazo de dos meses y medio, también lo es pensar que las cosas suceden porque ocurren, como si nada se pudiera hacer ante la adversidad. Si es insensato el planteamiento, entonces urge que el jefe de la administración manifieste plena disposición para seguir al frente de ella y firme decisión para conjurar algunos de los peligrosque acechan al Estado y lastiman dolorosamente a la nación.

Es inaceptable avanzar con indiferencia hacia un precipicio creyendo que falta tan poco para cambiar de gobierno, que nada peor puede ocurrir. Sí, sí puede ocurrir. No hay trova ni canto que alegre el momento.

 
 
sobreaviso@latinmail.com

Leído en: http://noticias.terra.com.mx/mexico/politica/rene-delgado-presidente-interino,5f1ac4f0c3619310VgnVCM5000009ccceb0aRCRD.html

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