| Salvador Camarena |
Hace unos meses, un funcionario del gobierno del estado de Nuevo León, ligado al combate a la inseguridad, estuvo en la ciudad de México. Vino a informar “en corto” sobre la construcción de una nueva cultura policial en aquel estado.
La exposición fue clara y parece sensata: mejor selección, mejor capacitación, mejor salario y una serie de prestaciones diseñadas para hacer más difícil que un policía se corrompa (si son descubiertos, no sólo perderán el trabajo sino que su familia tendrá que abandonar la casa que se les da, por ejemplo). Consciente de que recuperar la seguridad será cosa de años, al final pregunté al funcionario qué era lo que más le preocupaba de cara al futuro. “La descomposición del tejido social”, respondió. Me parece que esa frase encierra una obviedad de la cual es difícil obtener lecciones o información y así se lo comenté. “No estamos viendo, por ejemplo, el aumento en los partos de madres solteras”, precisó.
Mientras dedicamos miles de caracteres y cientos de páginas a las pugnas partidistas (antes, durante y después de las campañas electorales), hay problemas que no respetan “los tiempos de la política” para hacerse más graves. “En México la cifra de embarazos en madres jóvenes, es decir en mujeres menores de 20 años, aumenta cada año”, publicó en marzo del año pasado la revista México Social. “Durante los últimos diez años la cifra se ha incrementado en casi un 2%”, consigna la publicación especializada en estos temas.
En Jalisco, por ejemplo, 16.46% de los embarazos son de mujeres de entre 15 y 19 años (Milenio, 10/05/12), y tan sólo en una institución pública, el Hospital Civil de Guadalajara, 42% de los partos atendidos son de menores de 19 años, cinco puntos porcentuales más que el año anterior (La Jornada Jalisco 31/07/12). Otro botón de muestra, en Chihuahua capital, en el periodo 2010-2011 han registrado un aumento de 4% de embarazos de madres solteras (Notimex 15/07/12).
Para Luz María Valdés, investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas, el tema población debería haber sido parte esencial de la campaña electoral recién concluida. Más aún, para ella datos como los citados confirman que tiene la razón en algo que desde hace tiempo ha buscado que se discuta: urge una nueva ley general de población, que actualice la actual, que data desde el sexenio de Luis Echeverría.
Valdés publicó en Reforma (Temas olvidados en el debate 14/06/12) que la alta fecundidad de adolescentes es un “fenómeno que impactará no sólo a la generación presente, sino a dos o tres generaciones por venir, de niños, hijos de madres menores de 17 años”.
Con la participación de investigadores del propio IIJ, pero también de El Colegio de México, FLACSO, el Instituto de Investigaciones Sociales, de Geografía, la Facultad de Ciencias, entre otros centros académicos, una veintena de estudiosos ha reunido un volumen que bajo el título de Hacia una nueva ley de población será publicado en breve. Ese volumen busca llamar la atención para que de manera urgente reparemos, entre otras cosas, sobre lo dramático que resulta que el crecimiento de la población es promovido principalmente por la pobreza, y sobre la actual desarticulación entre las políticas económicas, de desarrollo y la realidad demográfica.
Así que mientras los políticos siguen con sus intrigas, problemas como el del embarazo adolescente, incluido el aumento de las madres solteras, podrían hacer que cualquier esfuerzo de hoy sea fútil tan pronto como mañana.
salvador.camarena@razon.mx
Twitter:@salcamarena
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