Erick de la Barrera |
El principal argumento de esta postura es la estabilidad macroeconómica que le ha ganado a México su membresía en la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), algo así como el club extendido de los países ricos, en cuyos estudios México tiende a estar cerca del final de las listas de los distintos indicadores de desarrollo. Digamos que ni con el nuevo iPhone…
Discrepo profunda y vehementemente de la celebración de la presidencia de Calderón y de la percepción de que su estancia en los Pinos deje un saldo positivo. Por lo menos en los temas que me son familiares me queda claro que su gestión fue un desastre agravado por el clima de inseguridad que provocó su estrategia de legitimación -como vio que a Bush le funcionó inventarse una guerra y ni modo de invadir Belice…
Presento cuatro viñetas que ilustran el punto:
1. Durante todo su sexenio, según los datos disponibles, Calderón violó lo dispuesto en la Ley General de Ciencia y Tecnología, la cual manda que se destine por lo menos 1% del PIB a este rubro. Sin embargo, el presupuesto de ciencia apenas alcanzó 0.37% del PIB, según las propias cifras que el país le reporta a la OCDE y un interesante mea culpa legislativo. No solo no aumentó la asignación para Ciencia y Tecnología sino que fue menor que con Fox (0.41% del PIB en su último año). Como 0.37% < 0.41%, entonces no estamos mejor que hace seis años.
2. Tanto el Sistema Nacional de Investigadores como los estímulos que distribuye la Secretaría de Educación Pública a través del PROMEP -ambos son suplementos a los sueldos más bien bajos de los académicos mexicanos- desincentivan la ejecución de proyectos arriesgados que lo mismo podrían terminar siendo loados en Estocolmo que archivados en la caja del papel para reciclar. Si bien ambos programas anteceden a la docena panista, no se hicieron ajustes a estas políticas públicas para que mejore la calidad de la ciencia en México (ni para que los académicos puedan jubilarse dignamente, porque, al no ser parte formal del salario, esos ingresos se pierden al jubilarse). ¿Estamos mejor que hace seis años? No, estamos igual.
3. Los egresados de los programas de doctorado de todo el mundo se enfrentan al hecho de que no hay suficientes trabajos en las universidades. Esto se ha paliado con la figura del investigador postdoctoral, ese grupo que se encuentra en el limbo académico y laboral. Ya son investigadores independientes, pero sólo en términos intelectuales. En términos de presupuesto, las becas de investigación postdoctoral les permiten madurar sus ideas, terminar de publicar la tesis y entablar colaboraciones con otros colegas, mientras consiguen trabajo en alguna institución. En México, el CONACYT tiene un programa de becas postdoctorales que permiten a los nuevos doctores tener un colchón de dos años entre el doctorado y la vida laboral. Sin embargo, este año -en el que durante tres meses presenciamos el derroche de nuestros impuestos en la simulación electoral de la primavera- no alcanzó la lana. A varios cientos de postdocs que ya se encontraban en el extranjero becados por CONACYT asumiendo que contarían con un segundo año de apoyo simplemente se les comunicó que no habría convocatoria de renovación antes de enero de 2013, en el mejor de los casos. Fomentar la fuga de cerebros, a otros países o a otras actividades, de ninguna manera puede interpretarse como progreso ni como desarrollo y menos por un error de planeación tan burdo.
4. Pero la “no es guerra” contra el crimen organizado también ha tenido un impacto negativo en la investigación científica de México, sobre todo en aquellas ramas de las ciencias ambientales y de las humanidades que requieren acudir a sitios remotos. Cuando el propio INEGI decide modelar la población en algunas regiones en lugar de mandar a alguien contarla, como dios manda, es que algo está muy mal. Cada vez es más frecuente escuchar sobre proyectos de campo cancelados o por lo menos reubicados por cuestiones de seguridad. Hace seis años uno podía plantear hacer investigación de campo casi en cualquier parte y bastaba tener un acercamiento con las comunidades o evitar transitar por ciertos predios. Hoy es por demás irresponsable plantear trabajo de campo en algunas regiones, como si no pasara nada, y el resultado de la generalización de la violencia hace que el trabajo de campo en cualquier parte del país sea peligroso, por puro azar.
Ajá, gracias señor Presidente.
Adenda
1. Hoy quería discutir la investigación francesa sobre las ratas que aparentemente se enfermaron por comer maíz transgénico. Sin embargo, los recientes actos de violencia de los que han sido objeto diversos científicos mexicanos -incluyendo la desaparición, afortunadamente temporal, de Aleph Jiménez- me obligan a posponerla hasta la próxima semana. Sirve que esperamos la reacción de Monsanto.
2. Dato curioso: el reporte legislativo citado arriba utilizó los datos de la OCDE -que se terminan en 2007, el primer año de Calderón- en vez de revisar los presupuestos que ellos mismos aprobaron. ¡Hablando del libre acceso a la información!
3. Aunque no he visto “Hecho en México” -un documental comisionado por Televisa- por razones geográficas, los videos promocionales que están disponibles en internet me sugieren que esta película podría ser el equivalente sexenal de Solidaridad. Si el próximo Presidente se va a legitimar con publicidad en vez de someternos a la violencia de estado, aunque sea en ese sentido sí estaremos mejor que hace seis años.
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