Como sucede en México sistemáticamente, la agenda pública se mueve por estados de ánimo y las cosas importantes se hunden en las lagunas del olvido. Esto no debe pasar con lo que sucedió a fines de la semana pasada, cuando una ola de rumores azotó Ciudad Nezahualcóyotl -un enjambre de poco más de un millón de habitantes en el oriente de la Ciudad de México- y contaminó al Distrito Federal. Sobre todo, porque de acuerdo con el procurador General de Justicia capitalino, Jesús Rodríguez, fue una acción concertada. Es decir, alguien no identificado aún, diseñó y ejecutó un proceso de desestabilización con fines desconocidos.
La afirmación proviene de declaraciones de cinco personas detenidas en varios puntos de la zona que dijeron haber recibido 400 pesos por decir que narcos y miembros de Antorcha Campesina -un grupo de choque vinculado al PRI que habían tenido un conflicto horas antes en otra comunidad cercana-, los iban a atacar. Neza es un municipio en el Estado de México donde la violencia no es ajena, lo cual explica en parte porqué sus pobladores cayeron víctimas de un rumor al condicionar el comportamiento de miles de ellos mediante la utilización de un conjunto de palabras que causó sicosis y miedo.
Las palabras de “ahí vienen y dicen que vienen robando, matando y quemando”, se repitieron en varios puntos de Neza, que al estar cargadas de emotividad, desataron las funciones mentales que generan estímulos y respuestas, según explica la teoría moderna de las actitudes. El estímulo fue el miedo, que produjo asociaciones lógicas -el contexto del temor- y emocionales -la acción defensiva-. La respuesta fue la reproducción alarmista del rumor que infectó de miedo todo el oriente metropolitano y provocó desestabilización social.
La afirmación del Procurador identifica a algunos de los autores materiales, pero no revela a los intelectuales. ¿Quiénes, en su lógica, fueron los arquitectos del caos? ¿Fue una acción con intención política? ¿Fue una acción que con otro propósito se desbordó y desdobló? Visto en términos de afectados y beneficiados, ¿quiénes son sus destinatarios?
El inicio del rumor tuvo elementos de verosimilitud. El miércoles en que comenzó se había dado un enfrentamiento en un municipio cercano, San Vicente Chicoloapan, donde dos grupos que buscaban el control de una ruta de taxis, se enfrentaron con machetes. ¿Cómo viajó un rumor de Chicoloapan a Neza? No viajó. Se implantó en ese municipio que vive un conflicto postelectoral, usando el enfrentamiento como pretexto. Problema viejo, el conflicto se revivió coincidentemente con la celebración del primer informe de gobierno de Eruviel Ávila en el Estado de México.
Un evento así lastima al gobernador y a su antecesor, el presidente electo Enrique Peña Nieto, al reflejar un estado en ebullición producto del mal gobierno. Pero la forma como circuló el rumor y afectó amplios sectores en la Ciudad de México, colocaron también en una situación de debilidad al gobierno perredista capitalino, que tuvo una respuesta frívola -en redes, donde el equipo del jefe de Gobierno Marcelo Ebrard soslayó con ironías el fenómeno-, y desatinada -enviar policía los linderos con el Estado de México para, se explicó, evitar frenar la violencia.
No está claro quién sale beneficiado. Al gobierno federal, aunque no lo afectó directamente, le perjudica la construcción de nuevas percepciones sobre un clima generalizado de inseguridad. Al ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador tampoco lo beneficia, al trasladarse a él la responsabilidad indirecta sobre grupos radicales afines a él que, en efecto, estuvieron muy activos en las redes sociales diseminando el rumor.
Con la información disponible hasta ahora, no está claro aún que la premeditación que señaló el Procurador tenga que ver con la acción concertada de un grupo para crear inestabilidad y caos. Sin embargo, lo que sucedió la semana pasada demostró que la vulnerabilidad es amplia y la capacidad de respuesta deficiente. No pasó nada grave, pero no significa que no pueda pasar más adelante. Hay que aprender la lección y no repetir lo que se hizo: minimizar el fenómeno, soslayarlo, y sobre todo, como sucedió con muchos casos de autoridad, ser negligentes.
raymundo.rivapalacio@24-horas.mx | @rivapa
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