Es 20 de noviembre y los gritos revolucionarios ya nos quedan a ciento dos años de distancia sin las vindicaciones sociales que, supuestamente, debieron servir de guía para la formación de la República. Así lo pretendió el Constituyente de Querétaro aunque no imaginaron aquellos diputados que las interpretaciones podrían más, andado el tiempo, que el espíritu de las leyes; gracias a ellas, es posible evadir los principios torales en donde debiera asentarse la vida institucional del país y con ello se hace inútil el derramamiento de sangre precedente al exilio de Don Porfirio en el Ipiranga hacia Europa. En París, concretamente en el cementerio de Mont-Parnase, reposan sus restos y allí deben quedarse, siquiera, para seguir vindicando el derecho a la libertad y la democracia aun cuando sean todavía quimeras.
Hablamos ayer de la influencia de la masonería en el mundo y su asiento en México, como uno de sus principales bastiones. Francamente, la especie de que el presidente del gobierno español, el franquista Mariano Rajoy Brey, visitó nuestro país con el propósito oculto de reunirse con los grandes Maestros de la Logia del Valle de México –y acaso de las otras, la del sureste y el occidente por ejemplo-, considerando la importante influencia de los masones en la formación de los gobiernos allende el mar, y obviamente dentro del territorio nacional, no sólo puede servir para explicar algunos de los reacomodos más extremos sino también la ligereza con la que se procede contra los adversarios y la sutileza de armar alianzas ideológica y moralmente imposibles. Por cierto, fue Juárez, masón consumado, quien acuñó la misma sentencia para endilgarla a “la reacción”, vista como el apéndice de una derecha contraria a los nacionalismos y muy cercana a los intereses multinacionales.
A decir del presbítero hispano Manuel Guerra Gómez, nacido en 1931 en un pueblecillo cercano a Burgos y a Vivar, la cuna del célebre “Cid Campeador” uno de los padres de la reconquista española, el poder masónico es tal que se da el lujo de señalar las rutas políticas en el mundo, desde cuanto toca a algunas potencias del orbe hasta las naciones tercermundistas claves. Por ejemplo, los actuales presidentes de España y Francia, el mencionado Rajoy y Francois Hollande respectivamente, forman parte de los cuadros principales de la masonería así como otros, como Barack Obama, justifican algunas de sus ramificaciones; en el caso de Obama no se le ubica entre los “maestros” por el color de su piel pero sí pertenece a grupos paralelos que, en todo caso, tienen importantísimas conexiones entre sí. Es curioso: mucho de los masones que son políticos sostienen discursos contra el racismo pero lo aplican en la intimidad de la hermandad en una severa contradicción de juicios bizantinos.
Sin embargo, pese a lo divulgado por el padre Guerra –“Masonería, Religión y Política”, Editorial Sekotia, 2012-, en el sentido de que son los masones quienes mueven al mundo, entre éstos se señala al poder de la Iglesia y sus haberes como el punto relevante para comprender la evolución de la historia reciente. ¿Acaso el dictador Franco, de España, no usó a los Obispos y Cardenales para afianzar su poder e incluso persiguió a corporaciones católicas, como los Jesuitas, por considerar que estaban infiltradas por la masonería?
El asesinato del Almirante Luis Carrera Blanco, presidente del gobierno español al momento de su muerte el 20 de diciembre de 1973 –apenas dos años antes del fin de Franco-, pudiera establecerse en la gama de las vendettas dada su propensión a asistir a Misa en la Iglesia de los Jesuitas en Madrid, a escasos metros de su residencia oficial; precisamente, su automóvil, luego de explotar una bomba de alto voltaje colocada por ETA en la calle posterior, la de Claudio Coello, cayó en el patio de la residencia de los sacerdotes jesuitas negándose éstos, hasta la fecha, a dar su propia versión sobre un acontecimiento que modificó el rumbo de España: a partir de entonces, los liberales callaron y Franco impuso el retorno de la Monarquía. (Para mayores datos, léase “las Tumbas y Yo” –Random House Mondadori, 2008-, en donde se trata ampliamente el tema).
Lo anterior nos lleva a considerar, desde luego, el pulso tremendo que sostiene la Iglesia Católica y la masonería, vista por la primera como un ente perverso, casi luciferino, creado como un contrapeso para detener la inclinación social de los ministros de culto, además de monjas y monjes, en el perímetro del poder. Franco, por ejemplo, se hacía acompañar por el Cardenal o Arzobispo de mayor jerarquía en los sitios por él visitados, desfilando bajo el Palio que cubre a las sagradas imágenes durante los “pasos” de Semana Santa o a los altos dignatarios de la Iglesia durante las procesiones de mayor trascendencia y tradición. Así marcaba su superioridad sobre la fuerza de la religión de que la se servía para ampliar su autoridad más allá de la fuerza bruta, esto es a través de la manipulación de la razón.
No se olvide que el “caudillo” contaba en su recámara del Palacio del Pardo –no confundir con el Museo del Prado, por favor-, a las afueras de Madrid, con el brazo incorrupto de Santa Teresa de Ávila, fundadora de varias congregaciones y motivo de culto desde antes de su muerte. Ante la reliquia, el dictador quien no se tentaba el corazón cuando ordenaba ejecuciones, oraba de hinojos, con un recogimiento conmovedor.
Pese a ello, la Iglesia, como institución, perseveró a final del franquismo y no fue arrollada como otras instituciones con el advenimiento de la “monarquía-democrática” que persiste desde 1975. Es tal el poder de ésta, hasta la fecha, que ha logrado evadir el pago de impuestos, pese a las presiones –moderadas- del gremio socialista y goza de propiedades –en un momento en que los destechados suman millones-, por el solo hecho de “proclamarlas” como suyas. De acuerdo a la ley vigente basta con que una jerarquía reclame para sí un lugar para que éste pase a ser patrimonio eclesiástico pese a la oposición de alcaldes y presidentes comunitarios.
La Iglesia, por tanto, conserva un extraordinario poder, acaso más visible que el adjudicado a la masonería cuya estructura secreta le separa de la atención mediática, y lo desarrolla a plenitud. Ninguna institución de Estado cuenta con mayores inversiones en el exterior que El Vaticano, la nación más pequeña del mundo pero la más grande en materia de posesiones. Basta asomarse a algunas de las catedrales europeas –las americanas fueron, en muchos casos, saqueadas aun cuando quedan ejemplos magníficos de riqueza, por ejemplo en el legendario templo de Santo Domingo en Oaxaca-, cubiertos sus altares y nichos con la plata y el oro de las lejanas tierras del “nuevo” continente. Lo mismo en Italia o España, incluso en Inglaterra y Francia, los puntos de mayor atractivo turístico son los espléndidos templos de la cristiandad que confunden al contradecir las promesas de pobreza extrema por parte de sus miembros. La falacia dura en cuanto cualquiera otea hacia los puros metales con los que erigieron sus monumentos más emblemáticos.
La lucha de poderes, por tanto, converge en este unto hacia una pugna que ya dura varios siglos con los bulos papales que estigmatizan, excomulgándolos, a los masones mientras ellos nombran al “supremo arquitecto del universo” para no hablar de Dios.
Debate
Cuenta el abogado Xavier Olea Peláez, quien interpuso una demanda contra el Obispo Onésimo Cepeda Silva, ahora pensionado por la Iglesia tras cumplir setenta y cinco años y alejado de todos los escándalos por él armados, en razón a un “fraude procesal” por fingir pobreza y emitir un préstamo, nada menos que por 130 millones de dólares, a Olga Azcárraga Madero d Robles de León, fallecida en 2003, para amparar así la custodia de la pinacoteca de la dama de elevado monto. El litigio se da mucho después de la muerte de la señora en cuestión perteneciente a la misma familia de multimillonarios acaparadores de la información masiva y con suficiente poder, Iglesia y política al unísono, para imponer voluntades sobre todo resquicio de la ley.
El propio abogado Olea Peláez sentenció al respeto –“Nuestro Inframundo”, Jus, 2011-:
--Por las pruebas que hemos aportado cualquier empresario mexicano, del más alto nivel, digamos Miguel Alemán Magnani, ya estaría en la cárcel. En cambio, Onesimo se mofa y desatiende el proceso judicial.
Finalmente, Onésimo fue considerado libre de las acusaciones y las pruebas contundentes en su contra. Fue entonces cuando comentó con sorna:
--En México, las sotanas pesan. Y falta mucho para ver que se le meta a una jaula a un jerarca de la Iglesia. Además quien nada debe, nada teme.
Por supuesto, en su retiro feliz, ya no tiene porqué dar más explicaciones, ni siquiera por la manera en la que llegó a la último peldaño del mando eclesiástico –bueno, le faltó llegar al colegio de Cardenales y al Papado-, gracias a la influencia –y algo más-, de su antiguo socio, Carlos Slim Helú, con quien, en sus años mozos y cuando aún no se inclinaba por las “tareas sociales”, fundó la Casa de Bolsa Inversora Bursátil S.A. de C.V., antecesora de Inbursa, hasta que, según sus propias palabras, se dirigió a Slim para espetarle al contemplar a unos indígenas menesterosos:
--¡Oye, alguien tiene que ocuparse de estos infelices!
Y fue así como llegó al sacerdocio y al Episcopado, vía fast-track, hasta su jubilación estratégica, esto es para vadear otras posibles denuncias y no enturbiar sus interrelaciones, como Obispo de Ecatepec, el municipio más poblado de México y de donde surgió el actual gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas.
¿Quién atesora, entonces, más poder en México?¿La Iglesia o la masonería? Hacia fuera, la primera; hacia dentro del sistema... quién sabe. Porque resulta que los masones de aquí orientan a los españoles en una suerte de conquista al revés.
La Anécdota
No son pocas las veces que, en distintos auditorios, me han preguntado: “¿Quién mató a Colosio?”. Me evado, considerando que este tema, por sí, nos llevaría horas de debate como en realidad ocurriría. No es factible soltar un nombre y ya... sino considerar una serie larga de condiciones, una historia sin hilar ni terminar, que marca los tiempos y modifica las rutas.
Lo mismo sucedió con el asesinato de Madero en 1913: quienes llegaron al poder, gracias a la intervención del embajador estadounidense, el alcohólico Henry Lane Wilson, fueron los principales interesados y beneficiarios, sobre todo “el chacal” Victoriano Huerta quien sigue avergonzando a los militares de hoy. ¿Por qué no pensar lo mismo del crimen que nos ocupa? Porque el principal beneficiario fue el masón Ernesto Zedillo y no otro; por cierto, Luis Donaldo no lo era. ¿Cabos sueltos?
E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
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