martes, 20 de noviembre de 2012

Ricardo Alemán - Morena, la nueva iglesia de AMLO

Luego de escuchar la arenga del fundador y de conocer los principios que animarán la aparición de la Morena que veremos en la arena política electoral de los años por venir, seguramente lo primero que pensaría cualquier católico convencido sería: "¡Que se cuiden la Iglesia católica y la morenita del Tepeyac!". ¿Por qué?

Porque Andrés Manuel López Obrador no anunció la creación de un nuevo partido político, tampoco la integración de la dirigencia de una nueva organización que peleará por llevar al poder sus ideas, su proyecto político y su programa, y menos proclamó la formación política de una agrupación terrenal.

No, López Obrador presentó a sus feligreses algo así como "Los Diez Mandamientos de la Ley de AMLO", además de anunciar la buena nueva de la aparición divina de una nueva religión en la que su mesías nació en Tabasco, se dice tocado por la mano del cielo, se cree salvador de la Patria y hasta se avienta la puntada de perdonar "los pecados" de aquellos que en su otra vida terrenal militaron en el viejo PRI autoritario, y en la deleznable izquierda perredista.



Eso sí, los nuevos apóstoles de esa religión que se llama Morena –y que carácter divino pretende arrebatar la clientela a la "Morenita del Tepeyac"--, deberán pasar la severa prueba de la castidad política; claro, examen que aplica y califica el mesías de la Morena, el Juan Diego de la política mexicana, al que sus fieles conocen como Andrés, y al que según la mitología se le apareció la Morena, en las tierras de Macuspana.

¿Y cuáles son las virtudes que deberán guardar los apóstoles que predicarán por todo el país a la Morena de AMLO? Poca cosa; "honestidad y lealtad", no a "la hipocresía", no "al individualismo", no "al oportunismo", no "al nepotismo", no "al amiguismo", no "al corporativismo", no "al clientelismo" y no a "la mentira". Las tablas de la ley de AMLO.

Y no, para los que aún tienen dudas del carácter mesiánico del nuevo partido de AMLO, basta echar una mirada a dos párrafos del discurso de López Obrador, pronunciados ayer durante la instalación de la dirigencia de Morena. Dijo: "Tenemos que impedir los vicios en Morena; los vicios de la política tradicional, cuidar entre todos que no haya individualismo, oportunismo, nepotismo, amiguismo, corporativismo, clientelismo y ninguna de esas lacras de la política".

Un montón de buenas intenciones. Sin embargo, un montón de mentiras. Y es que pareciera que AMLO cree que los ciudadanos son idiotas. ¿Por qué? Porque él es el mayor "individualista". En las alturas están él y Dios. ¿Quién impuso, a partir de su voluntad personalísima, a cada uno de los líderes estatales y nacionales de Morena? Todos o casi todos los que están en Morena están por "oportunistas". Todos los hijos, hermanos, primos y sobrinos de AMLO son dirigentes estatales; Morena es el reino del nepotismo. ¿Y qué decir de sus "amigos", todos en Morena? ¿Y cómo ocultar el corporativismo del GDF que financió por años a AMLO, y el clientelismo de programas como el de ayuda a los viejos". La congruencia de la moderna divinidad.

Pero no terminan ahí las tablas de la "Ley de AMLO". En el mismo tono mesiánico de sus últimos años, ayer también dijo: "La buena marcha de Morena dependerá, en mucho de nosotros, de la actitud que asumamos en lo personal, de nuestro recto proceder. Por eso, cada uno de nosotros, de manera sincera, sin simulación, sin que nos entren las palabras por un oído y nos salgan por el otro, internalizando lo esencial, tenemos que hacer el compromiso de actuar con honestidad y hacer a un lado la hipocresía".

¿De qué honestidad y de qué hipocresía habla el nuevo mesías de la política mexicana? ¿Acaso hablará de la deshonestidad con las que el GDF financió su movimiento, su candidatura presidencial y a Morena en el último sexenio? ¿Acaso hablará de la deshonestidad con la que designó por dedazo y componendas, a todos y cada uno de los dirigentes estatales de Morena? ¿Hablará de la deshonestidad con la que pregonó –en 2006 y 2012--, un fraude que nunca existió? ¿O será que se refiere a la hipocresía y la cachaza propia de las lacras de la políticas, cuando negó que ordenó perseguir a periodistas críticos de su impostura; cuando negó que Morena sea un partido familiar?

Sin duda que AMLO –o cualquier otro impostor--, tienen todo el derecho de fundar un partido político, de emparentarlo con la representación divina en la tierra. Y sin duda que los ciudadanos, en general, tienen el derecho de creer esa impostura genial. Pero también es cierto que muchas y muchos abrieron los ojos desde la infancia y que no se tragan una nueva farsas. Al tiempo.

Leído en http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104

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