domingo, 19 de mayo de 2013

Jorge Zepeda Patterson - El PAN: Kramer vs Kramer


Es el momento de preparar palomitas, sentarse en primera fila al lado del ring y contemplar la enconada pelea entre Madero y Cordero por el control del PAN (con tal rima en los apellidos deberían llevarse mejor, pero así­ es la polí­tica).

Muchas cosas dividen a Gustavo Madero, presidente del PAN y a Ernesto Cordero, coordinador de los senadores de ese partido. Para empezar el arranque de los apellidos, que en este caso parecen destino. Cordero, es fiel cordero del rebaño de Felipe Calderón quien desde su inventada cátedra en Harvard pretende mantener el control del partido que lo llevó a la presidencia. Del lado opuesto, Madero, un débil presidente del partido, consecuente heredero del Francisco I. Madero, quien a pesar de ser prócer de la patria era un hombre de carácter endeble pero imbuido de magníficas intenciones.

En realidad ambos representan diferentes tendencias dentro del panismo. Aunque para ser claros tendrí­amos que hablar de facciones de interés más que de corrientes ideológicas. O dicho de otra manera, no son las convicciones las que están en juego sino la lucha por el poder.

El pretexto para la contienda es la cercaní­a con Peña Nieto. Como se sabe, Madero ha firmado el Pacto polí­tico con la presidencia y apoyado las reformas que impulsa el PRI. Al igual que la dirigencia del PRD, que también firmó, Madero juzgó que más valí­a participar en el proceso para influir en él, que quedarse fuera de la posibilidad de incidir en los cambios como sucedí­a en el pasado.






Desde el senado, donde tienen que aprobarse tales reformas, Ernesto Cordero ha cuestionado el “entreguismo” de Madero, acusándolo de estar haciendo el juego al PRI. La pugna frontal ha estallado a propósito de la reforma en materia electoral. Madero exigió y obtuvo por parte de Peña Nieto varias concesiones para evitar el uso electoral de los recursos asistenciales oficiales (léase Sedesol y Rosario Robles). Cordero desconoció tales acuerdos y pretende impulsar un proyecto de reforma electoral muy distinto y más radical. Es decir, el PAN estaría proponiendo dos proyectos de reforma polí­tica. Algo que las dos partes encuentran inadmisible.

Ése fue el primer round (en realidad hubo otros anteriores, pero consistieron más bien en boxeo de sombra). En el segundo round Madero contraatacó amenazando con hacer uso de su prerrogativa y remover a Cordero como coordinador de los senadores panistas. Y en efecto es una atribución del presidente del partido, aunque por lo general se permite a los propios senadores la elección de su representante. “¿Puedo tomar la decisión de removerlo? Sí­. La puedo tomar hoy, mañana, el martes o después del martes o el año que entra. Es una facultad irrenunciable y es una responsabilidad”, dijo el viernes pasado. “Hay hechos declaraciones y posicionamientos que nos están mostrando como un partido débil”, concluyó.

Pero en cuanto sonÓ la campaña, en el tercer round Cordero salió al centro del ring decidido al intercambio de golpes, y amenazó con una rebelión de los senadores en contra del presidente de su partido. Obvio decir que cuenta con el respaldo de los calderonistas como Luisa Marí­a, la hermana del ex mandatario, Javier Lozano, Francisco Domí­nguez y Roberto Gil, entre otros.

En el fondo ni siquiera se trata de un conflicto dentro del PAN por el posicionamiento con respecto a Peña Nieto. En realidad Felipe Calderón fue el primer colaborador del ahora presidente priísta. Basta recordar el boicot soterrado que se hací­a desde Los Pinos a la propia campaña de la abandera panista, Josefina Vázquez Mota, o la luna de miel entre los dos equipos de transición, entre julio y diciembre pasados.

El problema fue que CalderÓn quiso ser el hombre que negociara la relación entre el PAN y Peña Nieto. Eso lo habrí­a convertido, tras bambalinas, en uno de los figuras más poderosas de este sexenio. Pero se le atravesó Madero. Peña Nieto entabló diálogo directo con el presidente del partido y marginaron al belicoso michoacano. Eso, y el desdén de Peña Nieto sobre la guerra contra el narco sostenida por su predecesor, terminaron por envenenar a Calderón.

La respuesta de los calderonistas ha sido enarbolar la bandera de la autonomí­a del PAN frente al PRI y la crítica a todo acuerdo de Madero con el Gobierno. Con esta bandera intentan tumbar al dirigente y recuperar el control de la presidencia del partido. Habrá que esperar hasta el décimo round para conocer el desenlace de esta pelea. A menos que un nocaut la precipite. Haga sus apuestas.

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