domingo, 19 de mayo de 2013

Xavier Diez de Urdanivia - Que ni lean ni piensen

Leí en el periódico catalán La Vanguardia, una entrevista con Pilar del Río, mujer de Saramago, con ocasión de la presentación que hizo de “La estatua y la piedra”, que recoge una conferencia del escritor portugués sobre su trayectoria literaria.

En ella, la entrevistada expuso un par de cosas que no pueden pasarse por alto. Entre otras un comentario sobre el ensayo en que Saramago afirma que la crisis económica se debe a una profunda crisis moral: “El Ensayo sobre la lucidez no se puede entender si no se ha leído antes el Ensayo sobre la ceguera. Si el mundo está así es porque estamos ciegos. Pero ojo, no están ciegos sólo los que mandan. Aquí hay mucha gente que inexorablemente decidió habitar en la caverna, es decir, confundir, como en el mito, la realidad con las sombras que nos proyectan”.

Es cierto: el conformismo es una especie de ceguera, la peor, porque, pudiendo hacerlo, priva a algunos de ver por no querer hacerlo. Esas sombras míticas –o alegóricas, diría yo- no son siquiera reflejo ya fiel del contorno de una realidad que se supone inaccesible, proyectadas por una luz exterior que hoy por hoy parecería, en el mejor de los casos, estroboscópica y alucinante.




Ante el hecho de que tanto en Madrid como en Barcelona –y en México y muchos otros lados- han cerrado una serie de cines –por no hablar de la falta de bibliotecas y librerías- para hacer centros comerciales, dijo que eso es así porque -al fin en estos tiempos “poderoso caballero es don Mercado”- la gente “entre ciudadano y consumidor prefiere ser consumidor”.

“Si olvidamos los grandes valores (y los no tan grandes, agrego) estamos ciegos. Vivimos en un mundo donde la mayoría de la gente va a terminar siendo excluida, el consumo va a ser sólo para los privilegiados. La respuesta que Saramago propone ante esta situación es la lucidez, que la ciudad se haga cargo. O tú, ciudadano, te das cuentas de que eres protagonistas de tu historia o estás perdido. Si piensas ‘bastante tengo con trabajar y sacar a mi familia adelante’, estás perdido”.

Impecable reflexión la que antecede. Si olvidamos que la “ciudad” es la comunidad misma, la gente, el conjunto de personas que, queriéndolo o no, es responsable de sí mismo y de cuidar y ejercer sus libertades –la primera, la de ser- entonces poca o ninguna esperanza queda, porque así, ni aquellos que son dueños del proyector de imágenes podrán salvarse de la hecatombe, pues, además de todo, esas conductas producen un efecto “bumerang”, que acaba por hacer que los que engañadores terminen también engañados.

Concluye con la cita de un pasaje del brindis de Saramago en la cena del Premio Nobel:

“Alguien no está cumpliendo su deber. No lo están cumpliendo los gobiernos, ya sea porque no saben, ya sea porque no pueden, ya sea porque no quieren. O porque no se lo permiten aquellos que efectivamente gobiernan, las empresas multinacionales y pluricontinentales cuyo poder, absolutamente no democrático, ha reducido a una cáscara sin contenido lo que todavía quedaba del ideal de la democracia. Pero tampoco estamos cumpliendo con nuestro deber los ciudadanos que somos. 

Nos fue propuesta una Declaración Universal de Derechos Humanos y con eso creímos que lo teníamos todo, sin darnos cuenta de que ningún derecho podrá sustituir sin la simetría de los deberes que le corresponden. El primer deber será exigir que esos derechos sean no sólo reconocidos, sino también respetados y satisfechos. No es de esperar que los gobiernos realicen en los próximos cincuenta años lo que no han hecho en estos que conmemoramos. Tomemos entonces, nosotros, ciudadanos comunes, la palabra y la iniciativa. Con la misma vehemencia y la misma fuerza con que reivindicamos nuestros derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes. Tal vez así el mundo comience a ser 
un poco mejor”.

Nada hay que agregar. Con eso concluyo yo también.

Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/que-ni-lean-ni-piensen-1368947743

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