Día 10 de la crisis de los maestros (tomo como inicio la agresión a la Cámara de Diputados la noche del lunes 19). Miércoles de caos, ruido, de descalificaciones groseras e histéricas en los medios y las redes, pero también de señales de templanza e inteligencia de los gobiernos federal y del DF.
Bien la Presidencia de la República al demostrar, sin ambigüedad ni desdoro, que puede dudar, errar y enmendar rápidamente el camino. Cancelar una escala de viaje, como era la gira por Turquía, para darle sentido de gravedad al momento que se vive en la Ciudad de México, y además abrir desahogadamente las opciones para el acto por el primer Informe de gobierno, habla de un ejercicio responsable en la toma de decisiones. Y de que en Los Pinos no dominan el machismo político ni la necedad megalómana.
Bien la corrección del discurso que hizo la administración de Miguel Ángel Mancera. Lejos de enloquecer por el linchamiento en los medios y las redes sociales (#MeHagoPendejoComoMancera), el Gobierno del DF comenzó el ejercicio de control de daños y al parecer reforzó la coordinación con el gobierno federal.
Es muy poco defendible la táctica de evitar el “mal mayor” a costa del tiempo, espacio y tranquilidad del ciudadano común y corriente, pero es la que eligió el Gobierno del DF, conocedor del calendario a la vista: Informe presidencial, votación del tema más crítico de la reforma educativa, futbol México-Honduras, movilización de López Obrador, fiestas patrias...
Táctica cuestionable siempre, pero que ha dado resultado. Los maestros no han ido más allá. Por lo pronto.
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