¿Quién es Gamés para juzgar a los grandes encuestadores? Hay que integrarlos a la realidad y no marginarlos. Nada fácil la tarea. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) ha informado que el 45.5% de los mexicanos es pobre y otro 34.8% se considera vulnerable y podría despeñarse en la pobreza. Gamés caminó nervioso por el amplísimo estudio tronándose los dedos y reduciendo las uñas de sus manos a mordida limpia. La pregunta se impone: ¿caerá Gil en la pobreza?
Así las cosas (fina e inútil muletilla), sólo el 19.2% de la población está fuera de cualquier situación de vulnerabilidad o pobreza, “contrario al 80% restante según el informe”, expone su periódico El Universal. De ser ciertas estas cifras, Gil se adelanta a cualquier comentario: todos están despedidos, presenten sus renuncias a la brevedad, apaguen la luz y ni adiós digan.
Ahora mal: antes de seguir con el ábaco de los porcentajes, Gamés interpone una demanda: ¿pues no que éramos un país en el cual la clase media había crecido de un modo fantástico? Entonces, o los números son falsos, o la prensa los reproduce mal, o todos somos unos tontos, o la mentira es una pasión nacional. Luis de la Calle y Luis Rubio se han desgañitado convenciéndonos de que México es un país de clases medias en su libro Clasemediero. Pobres no más, desarrollados aún no. Caracho, confunden a Gil, a quien se le hace engrudo la bola, ¿o cómo era?
Convencido de que un notable porcentaje de mexicanos formaba parte de la clase media, Gil estaba muy feliz (mju), y de pronto el agua fría del balde, que siempre no, que somos muy pobres, vulnerables, en fon. A ver, Luises: ¿tienen ustedes algo qué decir o nomás estaban vacilando? Sí o no ustedes han sostenido que “México se ha venido transformando durante los últimos años en un país de clase media. Ésta debe preservarse y aún expandirse si se quiere asegurar la estabilidad económica y política alcanzada, pero su preservación y su expansión dependen de la estabilidad del sistema político y económico en su conjunto”. Anjá.
Con la pena. Luis Videgaray y Rosario Robles han anunciado que tenemos un país de pobres: 53.3 millones de personas muy amoladas y fuera de ese índice de vulnerabilidad hay solamente 23.2 millones de afortunados. Cuando Gamés ve a Videgaray piensa en el gasto público reprimido; en cambio, cuando ve a Rosario Robles Berlanga piensa en el amor; ah, l’amour, quelle chose terrible. Je t’aime, moi non plus.
La exposición de los secretarios no tenía que ver con la represión del gasto ni, mucho menos, con el amor, el discurso era un cañonazo: somos pobres y sólo el desarrollo económico podría ayudarnos a salir de la penosa situación que nos acongoja; y el desarrollo sólo vendrá con las reformas, y las reformas, etcétera, etcétera. Resulta que la pobreza extrema se ha reducido de 13 a 11.5 millones de mexicanos. Entonces, ¿bolsearon a Chuchita o no bolsearon a Chuchita? En el campo, la pobreza cedió una parte de sus infiernos de 17.2 millones a 16.7. Gil se pone mal y camina sobre la duela de cedro blanco en busca de un cuartito de Tafil y un Paxil, la paroxetina, invaluable para acercarse a los porcentajes, los cuadros, las barras, en fon.
La máxima de Clarasó espetó dentro del ático: “Algo de malo habrá en la riqueza cuando a todo el mundo le da vergüenza confesar que la tiene”.
Gil s’en va
gil.games@razon.com.mx
Twitter: @GilGamesX
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