"La muerta apareció en un pequeño descampado en la colonia Las Flores." Con esta frase se inicia "La parte de los crímenes" de 2666, la portentosa novela póstuma de Roberto Bolaño que transfigura la tétrica Ciudad Juárez de los noventa en la igualmente tétrica Santa Teresa. "Esto ocurrió en 1993. A partir de esta muerta comenzaron a contarse los asesinatos de mujeres. Pero es probable que antes hubiera otras".
Cuando estas líneas de Bolaño se publicaron en 2004, Ciudad Juárez se había convertido ya en un símbolo mundial de la infamia, el hoyo negro en el que miles de mujeres -sobre todo jovencitas que llegaban a trabajar en las maquiladoras- habían sido salvajemente asesinadas en sus calles, si bien aún no se había transformado en el infernal escenario de combate entre bandas de narcotraficantes que sería después, en especial a partir de la "guerra contra el narco" de Calderón. Desde entonces, un alud de reportajes, documentales, películas, libros y artículos han tratado de explorar ese territorio del malenclavado en la frontera más transitada, vigilada -y porosa- del planeta. No podía pasar mucho tiempo antes de que este lugar de perdición fuese retomado por los grandes estudios de Hollywood.
No deja de resultar curioso, sin embargo, que The bridge (FX) sea la adaptación de la serie escandinava Bron/Broen -difícil hallar dos paisajes más distintos que el desierto de Chihuahua y las costas del Báltico-, en la cual las diferencias entre Suecia y Dinamarca se tornan casi ridículas frente a las que separan a El Paso, una de las ciudades más seguras de América, de nuestra Juárez (pronunciada "Uarrres"). Cuando se anunció que los productores Meredith Stiehm y Elwood Ried habían trasladado la acción a la frontera entre México y Estados Unidos, en detrimento de la que divide Michigan de Ontario, se produjo un inevitable escepticismo sobre hasta dónde un producto de entretenimiento mainstream iba a ser capaz de reflejar el atroz inventario de conflictos de la zona -narcotráfico, emigración ilegal, corrupción- sin banalizarlos u ofrecer otra cosa que un telón de fondo sórdido y pintoresco para un thriller estilo The Killing (otra serie basada en un original escandinavo).
Las dudas parecían acentuarse por otra razón: mientras queBron/Broen era una coproducción sueco-danesa, en la que cada parte podía establecer sus puntos de vista, The Bridge (incluso en la transmisión en México no se llama El Puente) es un producto netamente estadounidense, por más que el piloto haya sido dirigido con habilidad por Gerardo Naranjo o que su actor principal sea un impecable Demián Bichir. De hecho, uno puede constatar capítulo a capítulo (hasta el momento 5 en Estados Unidos y 4 en México) cómo es el propio Bichir, no sólo en la ficción sino en la filmación de la serie, quien intenta reflejar, en sus inflexiones en español, una perspectiva opuesta a la narrativa oficial de la superpotencia.
La propia Stiehm declaró que buscaría imitar la solidez argumental y la complejidad de The Wire para reflejar las tensiones de los dos lados de la frontera, pero hasta ahora apenas hemos podido advertir una muy eficaz reelaboración de un argumento policíaco clásico (dos policías enfrentados y obligados a convivir) y una acumulación de horrores que se concentran, como era de preverse, del lado mexicano, donde el afable y algo estropeadolatin lover Marco Ruiz (Bichir) es el único héroe posible en un medio dominado por la corrupción y la violencia.
Aunque la idea de incluir protagonistas con autismo parece casi una moda -piénsese en El curioso incidente del perro a medianoche de Mark Haddon o la formidable The Uninvited de Liz Jensen-, el que en este caso la agente Sonya Cross (Diane Kruger) tenga síndrome de Asperger parece una metáfora perfecta de la visión de Estados Unidos sobre los problemas de su vecino del sur: una incapacidad total para la empatía. Esa es, al menos, la sensación que se tiene en aquel país cuando se habla de las miles de víctimas del narcotráfico -o de la corrupción o la violencia- en México: problemas que se miran como si ocurrieran en el oro extremo del mundo y frente a los cuales sus políticos y ciudadanos nada tienen que ver.
En una época en que se discute una ambiciosa -y, en aspectos como el muro, perversa- reforma migratoria, y luego de que la "guerra contra el narco" se cobrara 80 mil vidas, una serie como The Bridge podría contribuir a que ese síndrome de Asperger se diluya un poco, enfrentando a los estadounidenses con el papel central que su indiferencia, su consumo de drogas y su lenidad hacia las armas de fuego tiene en las tragedias que se viven de nuestro lado. Todavía es pronto para saber si los escritores de The Bridge tocarán los temas más incómodos para sus compatriotas -el poder de los carteles estadounidenses y la corrupción de sus aduanas, por ejemplo-, pero es poco probable que Marco Ruiz y Sonya Cross lleguen a descubrir "el secreto del mundo" que, según Bolaño, estaba cifrado en los crímenes de Santa Teresa.
Originalmente publicado en el diario Reforma, 11.08.13
Twitter: @jvolpi
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