Esopo S. VI a.C |
El león y el ratón
- Por favor, león, rey de los animales, señor de la selva, ¡no me comas! Apenas soy un bocadito. Si me dejas ir, algún día podré ayudarte.
El león lo miró asombrado y se echó a reír:
- ¿Ayudarme, una cosita tan débil y pequeña como tú? Me das tanta risa que, por esta vez, no te comeré.
Pasó el tiempo, pero un día, el león, rey de los animales y señor de la selva, cayó en una trampa que le habían tendido los cazadores. Lo cubría una red muy gruesa y allí quedó atrapado, rugiendo de rabia.
El ratoncito escuchó sus rugidos y corrió hasta él. Entonces, con sus buenos dientes de ratón, empezó a roer la soga hasta que ésta se rompió. ¡Y el león pudo salir por el boquete y librarse de la trampa!
Ese día, el señor de la selva, el rey de los animales, aprendió que todos, hasta los más débiles y pequeñitos, pueden ayudar.
FIN
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