A partir de hoy comenzará la discusión sobre lo que es, en los hechos, la más amplia reforma social que se haya planteado, con el título de Reforma Hacendaria.
El gobierno decidió, ahora sí, rebasar por la izquierda.
Se trata de una reforma social, que no afecta a los sectores pobres, y fortalece al Estado para cumplir sus fines redistributivos.
Ahora hay agenda para el debate público, y obligará a los actores sociales y políticos a tomar una postura que los ubicará de manera objetiva entre progresistas y la derecha.
Existe una definición clara acerca de dónde quiere el gobierno obtener la recaudación para nutrir las arcas públicas.
Este cambio de paradigma debe venir acompañado de una rigurosa legislación de combate a la corrupción, para evitar que una parte de los beneficios de la reforma se vaya por el caño del dispendio y del patrimonialismo.
Aquí habíamos insistido en la inconveniencia de poner IVA generalizado en alimentos, por el crecimiento de la pobreza extrema en años recientes.
Lo que era aconsejable hace ocho o diez años, no lo es ahora. Qué bueno que no se hizo.
Lástima, eso sí, que vayan a continuar sin IVA algunos alimentos procesados que no son de consumo estrictamente popular, como yogures, quesos y jugos envasados, entre otros.
Falta por leer la letra chica de la reforma y conocer, por ejemplo, cuáles son los regímenes especiales que desaparecen (el 50 por ciento), y el 66 por ciento de los tratamientos preferenciales que serán eliminados.
Pero de que el proyecto de reforma hacendaria obliga a definirse, no cabe duda, porque pone los puntos sobre la mesa.
Se gravan las utilidades obtenidas en la Bolsa, lo que frenará la entrada de capitales golondrinos, pero ya no habrá ventas multimillonarias que no paguen impuestos.
Lo anterior ¿es bueno o es malo? Ahí hay materia para una discusión de contenido profundo en nuestra agenda.
Desaparece la consolidación fiscal, con lo que grandes empresarios no podrán deducir de impuestos las pérdidas en otras empresas de su propiedad.
¿Es positivo o negativo tomar esa medida en época de recesión? Es un buen punto para enriquecer el debate.
Habrá un seguro de desempleo, programa de seguridad universal y pensión a adultos mayores de 65 años, escuelas de tiempo completo, alimentos para estudiantes de zonas marginadas, espacios deportivos y respaldo a universidades públicas.
La carga fiscal de esas medidas, que son eminentemente sociales, no recaerá en los hombros de los que ganan menos de cinco salarios mínimos, que son más del 80 por ciento de la población, sino entre los que tienen mayores ingresos.
¿Eso es bueno o es malo? Hay que oír argumentos y decidir.
Ahí está la reforma. Una propuesta social que rebasa por la izquierda la agenda de los que creían tener el patrimonio de los intereses de las mayorías.
phl@razon.com.mx
Twitter: @PabloHiriart
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