lunes, 9 de septiembre de 2013

Salvador Camarena - AMLO contra el Presidente, otra vez

Justo al año de irse del Partido de la Revolución Democrática, y de cerrar el ciclo legal y político de la impugnación de los resultados de los comicios de 2012, Andrés Manuel López Obrador realizó una concentración en la capital mexicana para confirmar que empleará la fórmula que antes ya le dio resultados: protesta callejera mata propuesta presidencial.

“Podemos impedir con la movilización ciudadana pacífica la privatización de Pemex y el aumento de impuestos. Sí se puede, tenemos la experiencia”, dijo ayer en la Alameda, donde llevó a cabo el mitin que la CNTE le impidió realizar en el Zócalo. López Obrador citó el antecedente del desafuero: “El pueblo movilizado es la respuesta, porque el pueblo es mucha pieza”.





Difícil encontrar un paralelo entre el desafuero y las reformas energética y fiscal de Enrique Peña Nieto. Éstas no tienen nada qué ver con el burdo intento de Vicente Fox para impedir que AMLO estuviera en la elección de 2006. La maniobra concitó el rechazo de sectores que tradicionalmente no coinciden con el tabasqueño, voces y plumas que encontraron desmesurado y peligroso el deseo foxista de echar mano de cualquier medio para aplastar a un adversario. A AMLO no lo rescató “solo” el pueblo. Andrés Manuel derrotaría en 2008 a otro Presidente. Su resistencia a la reforma energética de Calderón hizo que ésta terminara en una iniciativa enana, intrascendente. Pero, de nueva cuenta, no fue sólo la movilización del “pueblo” lo que echó abajo a la propuesta del calderonismo. Pesaron, sin duda, la resistencia y sus adelitas, pero la presidencia de Calderón vivió atrapada entre el síndrome por ilegitimidad que nunca pareció quitarse de encima, y un poderoso y calculador PRI, que ya desde entonces trazaba sus ecuaciones para regresar a Los Pinos. En su poco tiempo en la presidencia, Peña Nieto ha mostrado que está muy lejos del amauterismo de Fox (pregúntenle si no a Elba Esther), y de la dubitación permanente de Calderón. Hace una semana el Presidente reiteró su determinación cuando en el primer informe dijo: “en el México de hoy la democracia respeta a las minorías, pero en todo momento las minorías deben respetar la democracia, a sus instituciones y las libertades de todos”.

Si bien es cierto que tuvo que rebajar las ambiciones de su reforma hacendaria, Peña seguirá el libreto que junto con su equipo ha diseñado, y para ello cuenta con el respaldo de los principales partidos de oposición, que ayer le acompañaron en Los Pinos. De la iniciativa hacendaria dependen directamente 40 de los 95 acuerdos del Pacto por México. Eso es lo que se juega. En cambio, AMLO tiene de su lado tres cosas: podría capitalizar la marcada división del PRD —exhibida como nunca en el Senado y la Cámara baja la semana pasada—, el descreimiento ante las bonanzas nunca alcanzadas cada vez que el gobierno federal anuncia reformas, y el valor simbólico de la expropiación petrolera. Esos tres elementos, en un contexto de economía atorada, podrían hacer resonar con más fuerza la oposición de López Obrador. Pero de ahí a detener a un Presidente como el que se ha ido mostrando que es Peña, hay mucho trecho.

salvador.camarena@razon.mx
Twitter:
 @salcamarena


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