viernes, 27 de septiembre de 2013

Salvador Camarena - ¿Y los otros culpables?

Luego de la tragedia en Guerrero, ha revivido el tema del desastre que ha sido desde siempre la Autopista del Sol.

El martes, el director de Ingenieros Civiles Asociados (ICA), Alonso Quintana Kawage, una de las tres empresas que construyó esa carretera comentó que “ya no importa quién construyó, porque ha pasado tanto tiempo. Lo importante ya no es de quién fue la culpa sino que haya las inversiones necesarias para reparar”.

Según la nota que publicó Reforma sobre las declaraciones del señor Quintana, éste defendió que en su momento esa autopista fue “una maravilla”. Como el propio diario informa, esa “maravilla” de carretera tuvo un sobreprecio de 1,800 millones de pesos, para un total de 2,600 millones de pesos.





Y por si fuera poco, luego el Fobaproa —o sea los contribuyentes— han tenido que pagar parte de la deuda de la construcción de esa vía. Así lo escribió hace años Carlos Fernández Vega en México SA de La Jornada: “Los mexicanos llevan casi 10 años pagando lo que tres grupos privados (ICA, GMD y Tribasa, hoy Pinfra, los constructores de la Autopista del Sol, y, también, con generosos regalos a la panza del Fobaproa) se comieron en unos cuantos meses por obra y gracia de las concesiones salinistas y, poco después, de los ‘rescates’ zedillistas”. (22/02/07).

Con razón ICA quiere que miremos hacia el futuro, que empecemos a hablar de nuevos recursos para hacer las obras de reparación. ¿No deberíamos ir un poco más despacio? ¿No deberíamos saber primero cuánto del desastre es en verdad culpa de la lluvia y cuánto de cosas que estaban mal, que siempre estuvieron mal, y que la lluvia —más abundante que nunca, es cierto, pero no por eso única causa de la tragedia— sólo dejó al descubierto?

Tengo la sensación de que se está instalando un discurso mediante el que se nos quiere limitar a ver la tragedia como una cosa de los pobres, quienes en el colmo tendrían parte de culpa de lo que les pasó con las tormentas. Algo así como, pobrecitos pero quién les manda vivir donde no deben, donde tarde o temprano llegará el agua y arrastrará con todo a su paso, comenzando con sus modestas casas.

Es como si —toco madera— tras de que un edificio se derrumbara a causa de un temblor, primero cuestionáramos a los inquilinos del inmueble sobre por qué vivían ahí en vez de buscar a los ingenieros que construyeron, y a los funcionarios que autorizaron esa hipotética edificación.

Los medios de comunicación se han visto inundados de imágenes de gente que ha perdido todo, eso es bueno porque mueve a la solidaridad; pero también deberíamos publicar los retratos de quienes tendrían que responder por fraccionamientos enteros, por la evidente falta de planeación urbana y por los caminos, desde los pequeños hasta los de peaje. Esa gente, y no los pobres, son quienes tienen respuestas de por qué se construyó cómo se construyó, de por qué se urbanizó lo que donde no se debía, y de por qué no resistieron algunas obras y varios caminos.

Por eso hay que corregir lo dicho por el señor Alonso Quintana de ICA: sí “importa quién construyó”, importa aunque “haya pasado tanto tiempo”; es importante saber de “quién fue la culpa” antes de que “haya las inversiones necesarias para reparar”. Así estarían mucho mejor esas palabras, aunque no sé si apliquen al señor Quintana, ya que serían las de alguien con voluntad a contribuir al esclarecimiento de lo ocurrido para tratar de evitar al máximo posible nuevos daños.

salvador.camarena@razon.mx
Twitter:
 @salcamarena



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.