martes, 15 de octubre de 2013

Federico Reyes Heroles - De realidades y fantasmas

O P I N I Ó N
F E D E R I C O   R E Y E S   H E R O L E S
De realidades y fantasmas

Para MAC con cariño añejo

"El problema con el futuro es que normalmente llega antes de que estemos preparados para él". 
Arnold H. Glasgow 

El futuro no es lo que era, una conversación, el título del libro de Felipe González y Juan Luis Cebrián es una sana provocación. No es lo que era porque nunca antes habíamos tenido tanta información global de cómo es hoy la realidad y de cómo se perfila el futuro. Lo previsible se expande y la exigencia de racionalidad también. Esos nuevos horizontes obligan a cambiar la actuación humana. Si Asia va a ser el primer mercado del mundo, a todos, estadounidenses, europeos o latinoamericanos, africanos nos interesa penetrar ese mercado. El futuro ya no es lo que era porque nunca antes se habían descrito las megatendencias poblacionales, de enfermedades, de urbanización, de consumo o de los precios de la energía, de casi todo, con tanta precisión.




No es lo que era porque dejó de ser ese territorio gobernado por el azar. El futuro siempre será incierto, es parte de su intrigante esencia, pero esa incertidumbre va siendo arrinconada. Por ejemplo los fenómenos metereológicos que podemos observar al instante y predecir con fotografías satelitales permiten prever las torrenciales lluvias o las atroces sequías en el África subsahariana. Eso es lo que subleva de los horrores causados por "Manuel" e "Ingrid", buena parte eran predecibles. Los asentamientos en zonas de riesgo quedarán como un monumento a un México de irresponsabilidad y corrupción que está hoy entre nosotros. Definitivamente el futuro no es lo que era porque ahora somos más responsables de reaccionar de manera racional y a tiempo. Se nos exige más racionalidad y expedita. De allí el enojo frente a la necedad republicana en el Congreso de EE.UU. Si el bloqueo perdura la economía del mundo sufrirá una sacudida sin precedente. Todos confiamos en cierta racionalidad de la colina de Washington, pero a 72 horas del posible colapso, queda claro que el ser humano no siempre está a la altura de la información que él mismo ha creado. ¿Para qué queremos tanta información si somos incapaces de guiar nuestras decisiones atenidos a esa realidad ampliada?

Los mexicanos somos proclives a rebelarnos en contra de las realidades. La tentación de excepcionalidad, de ser diferentes, tiene una vieja historia. Nos remite a Samuel Ramos, a Paz, a Fuentes que son los clásicos. Con frecuencia los mexicanos nos creemos capaces de inventar nuestra propia fórmula de vida, con independencia del curso que lleve el mundo. El TLC con Estados Unidos ha tenido muchos efectos benéficos, entre ellos confrontarnos con reglas internacionales y probar nuestras capacidades de productividad y adaptación. Más de mil millones de dólares de exportaciones al día no es un mal récord. Los que hace 20 años pronosticaban la debacle nacional le deben al País una explicación. La incorporación a la OCDE nos obligó a compararnos con países ricos, situación incómoda frente a la plácida fórmula de mirar siempre a centro y Sudamérica. Pero aún así el fantasma de la excepcionalidad merodea. Hoy lo vivimos de nuevo.

¿Cuándo se convertirá China en la primera potencia económica del orbe? La fecha precisa oscila pero podría ser antes de una década. ¿Cuándo lograrán los EE.UU. su autosuficiencia energética? Todo indica que antes de lo programado, en unos cuantos años. El gas de lutitas o shale gas, le va a cambiar el rostro energético al mundo, de eso no hay duda. El futuro ya no es como era, hoy sabemos de realidades que se nos van a imponer con años de antelación. En adoptar el conocimiento global como forma de vida y desarrollar la capacidad de adaptación sistemática a las nuevas realidades, radica el éxito o fracaso de las naciones.

La reforma energética y la hacendaria son una prueba para la modernidad mexicana. Si los dogmas y prejuicios nos mantienen como la economía más cerrada del orbe en ese ámbito, si no adoptamos las fórmulas de asociación universalmente aceptadas, se demostrará que los fantasmas nos siguen gobernando. No hay términos medios, no hay una "fórmula mexicana". Lo mismo ocurre con los esquemas tributarios: o ampliamos la base y llevamos el ISR empresarial a niveles internacionales o la competitividad se verá seriamente afectada. Las dos reformas son una severa prueba de nuestra capacidad para leer al mundo con frialdad y de leernos dentro de él. ¿Quién ganará, nuestras extraordinarias potencialidades o los tabúes? La cuestión va mucho más allá de los posicionamientos de izquierda o derecha que son válidos. Pero izquierda y derecha tienen que aceptar al mundo. Los precios de los energéticos cambiarán radicalmente. El gran importador se puede convertir en exportador y es nuestro vecino.

No es un asunto de victorias y derrotas partidarias. Es una cuestión de realismo y supervivencia. La reforma energética tiene que aprobarse, no hay margen. La miscelánea fiscal debe reducirse a los cuatro o cinco aciertos que tiene y eliminar los muchos desaciertos. La verdadera reforma hacendaria debe esperar una nueva oportunidad. Aceptaremos la realidad o seguiremos siendo adoradores de fantasmas, eso sí, muy nuestros.

Leído en http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104

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