lunes, 25 de noviembre de 2013

Jean Meyer - El Gigante atado

O P I N I Ó N
J E A N   M E Y E R
El gigante atado

Estados Unidos, como el Gulliver del cuento famoso, es un gigante atado por enanitos, para su desgracia y la del mundo. Carlos Álvarez-Nogal y Christophe Chamley se atrevieron a establecer un paralelo entre "Dos imperios en apuros financieros" (El País, 23 de octubre). Su tesis es que el conflicto entre Felipe II y las Cortes en 1575 y las dificultades de Obama sobre "el techo de la deuda" muestran "similitudes sorprendentes. En ambos casos, la cuestión de fondo sólo quedó aplazada". En ambos casos, el gobierno había alcanzado el límite de gasto que le permitía el presupuesto y para endeudarse más necesitaba el acuerdo, de las Cortes en 1575, de los diputados en 2013. El imperio español y la primera potencia del planeta no podían dejar de pagar su deuda sin provocar graves daños para la economía general. Cuando eso ocurrió en el Siglo 16 los bancos tronaron, su ruina fue la de las ciudades en España, los centros europeos más dinámicos, Italia y Flandes, fueron rudamente golpeados. Empezó la "decadencia" del imperio, un imperio que, como Estados Unidos hoy, necesitaba endeudarse para ejercer su influencia internacional.





No sabemos qué pasaría si Estados Unidos dejara de pagar su deuda. Algunos economistas no dudan en predecir una "espiral que probablemente paralizaría el crédito y el comercio internacional". No sabemos qué pasará en Washington dentro de unas semanas. El enfrentamiento se prolonga y nadie puede descartar lo peor.

El odio que ha despertado el presidente Obama entre una parte de la clase política de su país es increíble y estoy seguro de que los responsables de su integridad física han de sufrir terribles pesadillas. Para destrozar su reforma del sistema de salud, los fanáticos están dispuestos a todo, incluso a hundir su país.

Carmelo Mesa-Lago habla de "la ruleta rusa del Tea Party". En efecto sus miembros han llevado al cierre administrativo del gobierno federal únicamente por su odio a Obama y sus obsesiones ideológicas, lo que ha puesto el mundo a dudar sobre la gobernabilidad a largo plazo de los EU. Ciertamente, cada otoño, desde que Obama es presidente, ha visto repetirse la farsa trágica de la batalla del presupuesto y de la deuda, pero jamás habían llegado tan lejos aquellos "talibanes" o "kamikazes". ¿Qué se puede esperar de gentes capaces de cualquier locura? Acuérdense de aquel gobernador de Texas que en abril de 2011, para resolver el problema de la terrible sequía, decretó: "Yo, Rick Perry, gobernador de Texas, bajo la autoridad que me otorga la Constitución y los Estatutos del Estado de Texas, tengo a bien proclamar los tres días, del viernes 22 de abril al domingo 24 de abril, días de oración por la lluvia en el estado de Texas". La sequía siguió y se agravó al grado de "extrema y excepcional". Sin desanimarse, este hombre, que soñaba entonces con llegar a la presidencia de EU, declaró a su pueblo, para resolver los problemas más serios del país: "Pienso que ha llegado el momento de que pasemos el asunto a Dios, diciéndole: Dios, le toca a usted arreglar el caso". Y en otra ocasión dijo: "Como nación debemos llamar a Jesús para que nos guíe en estos combates sin precedentes".

Combates sin precedentes son los que lleva precisamente el Tea Party reduciendo su país a la catastrófica situación política de Italia. Con la diferencia mayúscula de que EU es una potencia mundial que, por lo mismo, no puede vivir en una crisis permanente, siempre al bordo del abismo. Richard N. Haass intitula su libro La política exterior empieza en casa. "Poner en orden la casa de América". Tiene toda la razón. Demasiado es demasiado. Los republicanos razonables (y consternados) deben apoyar ahora al presidente elegido por la nación y, a largo plazo, todos los hombres de buena voluntad deben poner fin a una polarización suicida.

jean.meyer@cide.edu
Profesor e investigador del CIDE

Leído en http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104

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