“Nunca he entendido por qué es codicia cuando quieres conservar el dinero que has ganado pero no cuando quieres tomar el dinero de alguien más”.
Thomas Sowell
Poco a poco estamos viendo el verdadero propósito del fuerte incremento de impuestos ordenado por el gobierno federal y aprobado por el Congreso para el 2014. Está ahí el gravamen especial a los “alimentos no básicos con alta densidad calórica” que generará un ingreso de 5,600 millones de pesos. Casi todo el ingreso se usará para un nuevo esquema de rescate a maestros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación de sus deudas y que tendrá un costo de 5,000 millones de pesos, que puede elevarse si hay una demanda muy fuerte o si otros sindicatos quieren subsidios similares. Se vale quitar dinero a los consumidores y poner en riesgo miles de empleos a cambio de dar un trato especial a algunos.
El rescate del Profeproa no se extiende a todos los ciudadanos o siquiera a todos los deudores. Es un programa destinado exclusivamente a beneficiar a un grupo sindical cuya lealtad quiere comprar el Presidente. Tras la detención y procesamiento de la maestra Elba Esther Gordillo, y la abierta rebelión de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación a la reforma educativa, el gobierno quiere comprar el respaldo del SNTE y del maestro Juan Díaz de la Torre, nuevo líder de la organización. Por eso rompe con la idea de que los programas sociales deben ser para todos o para todos los que los necesiten. El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto insiste que el alza de impuestos es una reforma social cuyo propósito es quitar a los ricos para repartir a los pobres. Es un esquema Robin Hood. Por eso la afirmación -falsa por cierto- de la propaganda oficial de que sólo quienes ganen más de 60 mil pesos mensuales pagarán más impuestos.
La verdad es otra. El gobierno utiliza el dinero público para comprar votos y lealtades políticas. Pagar con fondos del erario un programa de rescate a maestros deudores es uno de los ejemplos más crasos de esta filosofía. Pero hay otros. El subsidio de 400 millones de pesos prometido a la Cooperativa Pascual Boing, para salvarla de los efectos del nuevo impuesto especial a las bebidas endulzadas, no tenía más propósito que comprar el voto del PRD para el aumento fiscal. También el fondo de capitalidad de tres mil millones de pesos, un subsidio al Distrito Federal, la entidad más próspera de México y una que se beneficia de forma injusta del gasto público federal, es también una factura por el apoyo del PRD. Lo es también, aunque no para el PRD, el fondo fronterizo de tres mil millones de pesos con el que los gobiernos estatales comprarán lealtades deterioradas por el aumento de 45 por ciento en el IVA en la frontera.
El gasto gubernamental en México no se reparte de manera equitativa y de conformidad con reglas claras. La discrecionalidad es la norma. “Cada quien jala para su entidad” como comentó recientemente el gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez. Por eso puede usted encontrar con tanta frecuencia a los mandatarios estatales, sombrero en mano, en las salas de espera de los Pinos y de la Secretaría de Hacienda o comiendo opíparamente, a cargo del erario, con los legisladores que ponen los últimos detalles al paquete presupuestario. El resultado es un sistema en que los miembros de la clase política se hacen favores unos a otros y generan corruptas complicidades.
El gobierno necesita despojar a los ciudadanos de más dinero para comprar conciencias y apoyos y no, por supuesto, para llevar a cabo una reforma social. Si acaso se trata de un intento por reconstruir un sistema político que algunos inocentemente pensaban ya había quedado atrás.
JFK progresista
John F. Kennedy, nos dicen, fue un Presidente progresista. Impulsó los derechos civiles de los negros, pero más importante es que propuso una significativa reducción de impuestos a empresas y personas. El resultado de la baja fiscal, hecha realidad después de la muerte de Kennedy por Lyndon Johnson, fue un aumento en la recaudación y una expansión económica que duraría una década.
www.sergiosarmiento.com
Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=206188
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