sábado, 9 de noviembre de 2013

Martín Moreno - Y la CNTE volvió a ganar…

En la reforma educativa no cabía ya la negociación política.
La historia se repitió: la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) volvió a doblar al gobierno en turno. Otra vez derrotó la Coordinadora a un intento —tibio, limitado si se quiere, pero era un inicio— de reforma educativa que permitiera la inaplazable evaluación magisterial y eliminara cacicazgos sindicales, ineficacia en la enseñanza y herencias agravantes. No se pudo. Al diablo con la reforma.
En la reforma educativa no cabía ya la negociación política. Era un ciclo agotado. Lo que proseguía era aplicar la ley con la SEP y los gobiernos estatales. Acatarla por parte de los maestros. Vigilarla con los padres de familia. Con la sociedad, medios y analistas. Se negoció la ley, literal.




Continuará la misma educación mediocre, sometida y vergonzante en México. ¿De qué sirvió encarcelar a Elba Esther Gordillo, hoy más que nunca víctima de una revancha del mismo poder que la encumbró: el político?
Hoy tenemos la misma educación de disimulo que padecimos con Jonguitud Barrios, con la Gordillo, y hoy con Juan Díaz de la Torre, el elbista renegado.
Hoy enfrentamos la misma complicidad y falta de voluntad política que tuvimos con SalinasZedilloFox yCalderón. Continuó con el peñismo. La educación de excelencia quedará para otras épocas.
¿Qué no?
Revisemos los resultados de la negociación que la CNTE y Gobernación —vía el subsecretario Luis Miranda, hombre de la mayor de las confianzas de Peña Nieto, en un claro deslinde con Osorio Chong— antepusieron por encima de la ley educativa:
Primero: los maestros participarán en el diseño de sus propias evaluaciones. Es decir: ellos definirán, en la praxis, los exámenes de evaluación a profesores. De a pechito.
Segundo: podrán decidir sobre los criterios para recibir reconocimientos, ingresar al servicio docente, obtener promociones y seguir dando clases. ¿Qué tal? Yo me premio. Yo me ingreso. Yo me promuevo. Yo doy clases.
Tercero: La anterior facultad recaía en el, ahora, mal llamado Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), porque ya no será el único en realizar esta tarea que era fundamental para la elevación en la calidad educativa. Ahora también le corresponde a la Coordinación Nacional para el Servicio Profesional Docente. Al gusto de la CNTE.
Cuarto: ningún profesor —con plaza definitiva o sin ella— que se encuentre en servicio, podrá ser despedido como consecuencia de un mal resultado en las evaluaciones. Si soy un mal maestro, ¿qué importa? Que se jodan los alumnos. Al fin y al cabo siempre estarán las calles y los gobiernos débiles para regresar inmaculado al aula. ¡Benditos!
Quinto: el nuevo acuerdo Segob-CNTE ampara a todos los maestros en servicio, aunque no tengan nombramiento definitivo. Todos son hijos de Dios.
Sexto: con base en el artículo tercero constitucional, el INEE sería la instancia que determinará los procesos para que cualquier persona ocupe una plaza docente; empero, el acuerdo revienta esta disposición.
Séptimo: la autoridad educativa ya no podrá ejercer su facultad de designar maestros. A la vieja usanza: las plazas no serán para los mejores sino para los aliados, amigos o compadres.
Octavo: a pesar de que la ley recién aprobada señala que serán despedidos los maestros que reprueben las evaluaciones correspondientes, bajo el nuevo acuerdo ningún profesor será dado de baja.
¿Qué tal?
Todo al gusto del cliente.
Es decir: de la CNTE.
Y en el fondo, preocupa un escenario:
Que las “reformas” —ya no lo son ni la educativa ni la hacendaria— hayan quedado nulificadas.
La educativa, enterrada por la negociación política con la CNTE.
La hacendaria, limitada a simple aumento de impuestos, quedó reducida a ser “miscelánea fiscal”.
Y no solamente no son las reformas necesarias para el país. Es más grave el fondo: se ha malgastado ya parte del capital político de este gobierno. Se quemó la pólvora en infiernitos. La hoguera del Pacto por México apenas es una flamita trémula.
Y ¡ojo!: allí viene la discusión energética.
Ayer miércoles, a las cuatro de la tarde, se había tomado la decisión en el GDF: los maestros de la CNTE serían desalojados del Monumento a la Revolución. El cerco policiaco comenzó a cerrarse en torno a la plaza. Las cuadrillas de limpia comenzaban a formarse.
Pero una orden desde Gobernación llegó: detener el operativo para permitir la negociación política.
Las fuerzas policiacas capitalinas se replegaron.
La negociación con la CNTE llegó a Gobernación.
Lo demás ya es historia.
Una historia vergonzante.
            Twitter: @_martinmoreno


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