miércoles, 6 de noviembre de 2013

Salvador Camarena - Calderón, derrotado por la victoria

Cuando se quedó sin chamba, luego de renunciar al gabinete de Vicente Fox, Felipe Calderón se movía en un Golf viejito, que tiempo atrás le había vendido Carlos Castillo Peraza. Viejo y todo, en ese vehículo el michoacano fue y vino cuando los choferes y las camionetas de la Secretaría de Energía se esfumaron, cual calabazas de cuento de hadas, luego de que le dijo a Fox que no aceptaba el regaño por aquel famoso predestape en Jalisco. 

Pero eso sí, cuando Calderón tenía que llega a un lugar donde pudiera ser visto por políticos o empresarios, se bajaba del auto muchos metros antes. Alguno de sus incondicionales se llevaba el Golf discretamente, y el michoacano arribaba a su destino como quien acaba de ser dejado por su chofer. Ese era Calderón en 2004. El Calderón de 2013 tiene un asistente que cobra 192 mil pesos al mes con cargo al erario. Y ese asistente, achichincle de súper lujo deberíamos más bien decirle, es apenas una de las 19 personas que este ex Presidente tiene a su disposición, número en el que no están considerados aquellos elementos del Estado Mayor Presidencial que deben de cuidarle. Esta información fue dada a conocer por Reforma el sábado pasado.






 No soy de los que piensan que los ex presidentes deberían carecer de un salario digno por parte del Estado Mexicano. Mucho menos estoy a favor de que se les regatee en su seguridad. Pero que un ex Presidente cargue al erario los salarios de sus ayudantes en tareas privadas me parece propio de una república bananera. 

En pocos meses Calderón ha logrado un récord impresionante: pareciera que el michoacano se impuso la meta de ser un ex Presidente tan lamentable como Vicente Fox. Y ahí la lleva. 

Porque el guanajuatense, según la información ya referida de Reforma, carga a los hombros de los mexicanos los salarios de personal (12 para ser exactos) que labora en el Centro Fox. Es un gesto impresentable. Ni los priistas se atrevieron a tanto. Calderón incluso fue más allá que Fox: hasta a una pariente tiene en la nómina. 

¿El del año 2004 y el de 2013 son el mismo Calderón? Me temo que sí. 

Hay algunos que creen que el dinero cambia a la gente. Otros piensan que más bien el dinero saca a relucir la verdadera naturaleza de una persona. 

Lo que no atino a entender es cómo le explicaría esto Felipe Calderón Hinojosa a Luis Calderón Vega, su padre. Éste es una figura mítica del PAN impoluto, del que sufrió incontables persecuciones del poder, del que desde la marginalidad de los recursos hacía política para demostrar que había otra manera además de la corrupta manera priista. ¿Cargarle al erario lo que colaboradores hacen para uno le habría parecido bien a don Luis? No lo creo. Esto no es entrometerse en la vida privada de Felipe Calderón y su padre: es contrastar la estatura entre ambos. E incluso deberíamos contrastar la estatura entre Felipe Calderón en el 2000 y Felipe Calderón en 2013. 

Porque cuando el PAN llegó al poder presidencial, Calderón se convirtió en líder de la bancada. Esto pensaba, según publicó Proceso el 28 de agosto del 2000, quien estaba a horas de estrenarse como coordinador parlamentario: “Para la persona, el poder tiene la seducción de la charola, del micrófono, de la cámara, de las secretarias, de las edecanes. Pienso que cuando la gente pidió un cambio, no sólo pensaba en políticas y programas diferentes. Deben de cambiar las actitudes de los que atropellan a la gente, de los que traen un séquito detrás, de los que se alejan del ciudadano (…) El dominio del poder es una cuestión de virtud. Si no hay disciplina personal para recordar cada mañana para qué está uno en este partido, en esta Cámara, y para qué sirve la política, el poder nos va a dominar”. 

Séquitos, secretarias, edecanes, atropellos a la gente… Eso decía en el 2000 Calderón, ya vimos que al menos desde 2012 piensa distinto, piensa que los mexicanos debemos pagarle un séquito. ¿Qué piensa de sí mismo cada mañana Calderón? ¿Se acordará con nostalgia o con horror de cuando se quedó sin choferes y camioneta en el 2004? 

Se atribuye a Luis H. Álvarez –otra figura reverenciada por Felipe Calderón– el haber advertido a los panistas que “si no nos derrotó la derrota, que no nos derrote la victoria”. Su pupilo Calderón parece no haber atendido el consejo.

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