martes, 3 de diciembre de 2013

Salvador García Soto - Gabinete, una falla de diseño

Quienes conocen al Presidente afirman que está en proceso de revisión de lo que fue este primer año de gobierno y que es muy probable que el periodo de vacaciones sea aprovechado para afinar esa reflexión y tomar decisiones sobre qué es lo que ha funcionado y qué no en su administración. La gran duda es que si el presidente decide hacer cambios en su gabinete, de qué tamaño serán; porque hay quien piensa que para modificar su equipo de trabajo necesariamente tendría que cambiar el diseño sobre el que arrancó su administración: un gabinete armado sobre los hombros de dos poderosos secretarios: Luis Videgaray en Hacienda, y Miguel Ángel Osorio en Gobernación.






Si decide mover a alguno de esos dos secretarios, Peña Nieto replantearía un diseño que no resultó ser el más práctico ni el más funcional a la luz de los resultados de su primer año. Porque más que la capacidad de estos dos personajes, uno un político experimentado y hábil operador como Miguel Ángel Osorio Chong, y el otro un técnico brillante y con habilidades políticas como Videgaray Caso, lo que parece haberle fallado al presidente es concentrar tanto poder y funciones en solo dos colaboradores que acabaron rebasados y con un inocultable déficit de gobernabilidad y una desastrosa caída de la economía del país en este primer año del sexenio.

Por un lado, toda la inteligencia y capacidad que se le atribuyen a Luis Videgaray se opacaron ante el hecho inocultable de que el secretario de Hacienda acaparó demasiadas funciones y áreas de la administración. El responsable de las finanzas nacionales se movía al mismo tiempo en seis pistas y lo mismo controla dependencias financieras que secretarías del tema social o áreas de financiamiento agrícola. Tanto acaparamiento anuló la brillantez del hombre de mayor confianza de Peña y la economía se le cayó en picada mientras él hablaba (o sigue hablando) lo mismo de política que de desarrollo social o de reformas estructurales.

En el caso de Miguel Ángel Osorio, un político con todas las credenciales necesarias para Gobernación, nadie pone en duda su capacidad de operación y su experiencia política. Pero ocurrió que al ex gobernador de Hidalgo, para compensar el enorme poder que le dieron a su contraparte de Hacienda, se decidió “fortalecerle” a la Segob, y en una decisión poco pensada, le devolvieron a la Segob el espinoso y complejo problema de la seguridad y el combate al narcotráfico. El resultado: un buen político como Osorio ha terminado dando partes policiacos, apagando fuegos de violencia y con muy poco tiempo para la operación política y la solución de conflictos sociales de los que depende la tranquilidad y la gobernación del país.

Entre los dos “hombres fuertes” del gobierno peñista, es innegable, existe, si  no una confrontación abierta sí una relación de competencia que los mantiene en un trato cordial pero tirante y por momentos frío. El hecho de que ambos sean vistos con ojos futuristas y prematuros aspirantes a la sucesión los coloca, a querer o no, en un terreno en el que corren en rutas paralelas que, así como no se tocan, también dificultan la coordinación y el trabajo en equipo.

Fuera de esos dos pilares no hay secretario del gabinete que figure en el plano político porque así lo ha propiciado el diseño bicéfalo del equipo presidencial. Se cuentan con los dedos de una mano, y sobran, los secretarios que hacen su trabajo y asumen su rol de cara a la opinión pública.

Uno de esos casos que se mueve por la libre y que mantiene además una relación directa e independiente con el Presidente es Jesús Murillo Karam. Contrario a las versiones que lo enferman, el  procurador tiene más salud personal y política de la que muchos quisieran y es quizás el único que escapa a la esfera de influencia de los dos “supersecretarios”. Eso, combinado con la solidez política y la personalidad práctica que lo caracterizan, hacen que algunos vean a Murillo Karam como la tercera carta del presidente para echar mano en caso de que modifique el diseño del gabinete y decida, por ejemplo, un cambio en Gobernación.

NOTAS INDISCRETAS… Anoche en los rumbos de la Profepa se daba por hecho el inminente relevo del titular de esa dependencia, Francisco Moreno Merino. El presidente Peña Nieto, decían, le ha pedido su renuncia por presuntos malos manejos en la procuraduría ambiental. Era tan fuerte la versión que ya hasta daban el nombre del nuevo procurador federal del Medio Ambiente, Guillermo Haro Belchez. Sería el segundo cese fulminante del presidente, curiosamente el otro fue de otro ex procurador, el de Profeco, Humberto Benítez Treviño ¿Que haría Moreno Merino para ser despedido?.. Serpiente doble. Caída libre.


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