¿Qué tal abandonar al menos por un momento el análisis político nacional para asomarnos a una ventana como la francesa para admirar la concepción gala del adulterio, sin perder de vista la sentencia dictada con mexicanísimo humor por Irma Serrano, la famosa Tigresa, que yo recogí en el tomo III de mis “Arrebatos Carnales” al abordar el papel de la CIA en el movimiento del 68: “Las cadenas del matrimonio son de tal manera pesadas que deben ser cargadas entre tres…”.
La tradición amorosa francesa es tan liberal como sus dichos populares: “La vida es corta, por lo tanto, prueba con una aventura…”. En sus canciones Edith Piaf, el gorrión francés, cantaba aquello de C’est l’amour’: “y aquellos que no tienen lágrimas no podrán jamás amar.” La infidelidad en Francia es tan propia de ellos como la baguette…
La combinación del sexo con la política es tan francesa que enmudeceríamos sonrientes si pudieran hablar los muros del palacio del Elíseo y relataran a carcajadas lo acontecido entre sus históricas paredes en los últimos 200 años.
¿Cómo olvidar la historia de amor entre Eugenia de Montijo y Napoleón III, cuyas infidelidades lo llevaron a construir un túnel secreto que comunicaba la antigua capilla del Elíseo con el lecho de su amante?¿No es una maravilla? ¿Y qué tal cuando el presidente Félix Faure perdió la vida en la cama durante una batalla amorosa cuando su amante Marguerite Steinheil lo transportaba en tapete mágico a la tumba durante un beso eterno? ¿No es un ideal masculino morir en dichas condiciones, salvo que se desee fallecer como de Gaulle o Pompidou, a quienes no se le conoció affaire alguno…? ¿Y cuando Valery Giscard d’Estaing chocó su automóvil acompañado de su amante contra un camión lechero al dirigirse al departamento de ésta…? ¡Claro que el gran Valery invitó a desayunar a los lecheros al Palacio para ayudarlos a superar el mal rato…! ¿Más? Ahí está el caso de François Mitterrand, quien acomodó a la más famosa de sus amantes, Anne Pingeot y a Mazarine, la hija de esa relación, en una casona anexa al Elíseo. Le bastaba al querido François cruzar la calle de Saint Honoré para llegar al reino de los cielos… La esposa del presidente y su amante asistieron juntas al sepelio del Jefe del Estado, el gran amor de sus vidas y no pasó nada… Esas son mujeres… ¡Vive la France!
¿Y Jacques Chirac no llegó casi a perder la razón en sus encuentros amorosos con Claudia Cardinale, de la misma manera en que Nicolás Sarkozy accedió a la presidencia al tiempo en que se estaba divorciando de Cecilia, su segunda esposa, mientras se relacionaba con su tercera mujer, Carla Bruni, sin que ésta supiera que don Nicolás se “entrevistaba” a besos arrebatadores con una periodista que “cubría” el Elíseo?
El hecho de que el presidente Hollande sostenga ahora una relación amorosa con la actriz Julie Gayet, una divinidad de mujer, a pesar de estar viviendo simultáneamente en el Elíseo otro apasionado lance con Valérie Trierweiler, otra periodista, después de haber disfrutado momentos de exquisito erotismo con Ségolène Royal, con quien procreó 4 hijos, habla de todo un ejemplar de guerrero galo, conclusión que podría matar de la furia a las feministas, mientras que a mi mata de envidia y de la mala…¡Oh, la la… Bon Dieu…!
@fmartinmoreno
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