Con la designación de Enrique Ochoa Reza al frente de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), el presidente Peña cierra el círculo de sus principales operadores para la siguiente etapa de la reforma energética. El hasta ayer subsecretario de Hidrocarburos de la Secretaría de Energía, fue una pieza clave en el proceso de reforma constitucional y lo será tanto en la elaboración de las leyes secundarias como en la implementación de las mismas en el estratégico terreno de la energía eléctrica desde la CFE. El secretario Pedro Joaquín Coldwell, el propio Ochoa Reza y el director de Pemex, Emilio Lozoya, serán la base del equipo presidencial en este terreno.
En la salida de Francisco Rojas confluyen varios temas. Por una parte, su situación familiar, ya que su hija, funcionaria de Gobernación en la Embajada de Washington, está casada con el ex embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, ahora secretario de Energía de los Estados Unidos y a cargo de un estratégico programa energético, eléctrico, para toda la región. No tendría por qué haberlo, pero no se quiere dejar espacio para suspicacias respecto a posibles conflictos de intereses. Pero también, el estilo de Francisco Rojas, un político respetado y respetable, con enorme experiencia, es muy probable que generacionalmente no confluyera con el mucho más ágil y expedito que busca el presidente Peña sobre todo en esa área. Se dijo, por ejemplo, que se esperaba mayor protagonismo de Rojas, desde la CFE, en el proceso de reforma constitucional y eso se espera de su sucesor, Ochoa Reza, en esta nueva etapa.
Lo cierto es que mientras buena parte de la atención sobre la reforma energética está puesta en el sector petrolero, se olvida que las transformaciones en el terreno de la energía eléctrica y el gas (y en parte ambos sectores están asociados) pueden ser tanto o más importantes en todos los sentidos (y pueden tener efectos más rápidos y directos en el bienestar de la población y de la economía en general) que el eminentemente petrolero, de mucha más larga maduración.
Y lo que se requiere es precisamente eso: que las ideas y proyectos se conviertan en hechos tangibles y en inversiones reales, en el ámbito energético y en muchos otros. Según distintas fuentes empresariales, eso se puso de manifiesto en Davos: el interés por México es alto (apenas ayer Moodys mejoró la calificación mexicana) pero ese interés no llega aún a contar con los proyectos y propuestas definidas, terminadas más allá del papel o de las intenciones para que se detonen inversiones y mejore la percepción de la situación económica a presente y futuro. Mucho de eso dependerá de Ochoa Reza y de la CFE.
Por cierto y hablando de energía. Una vez más hubo que desalojar varias comunidades en el municipio de Ecatepec por una fuga de combustible derivada de una toma clandestina de los ductos de Pemex. La empresa (y todos los mexicanos) pierde miles de millones por las tomas clandestinas de combustibles y petroquímicos. El costo es altísimo en términos económicos pero también sociales, porque siempre se está en el filo de un accidente como el que ocurrió hace ya un tiempo en Puebla o el que estuvo a punto de ocurrir en Ecatepec. En este esquema de reformas energéticas, el tema de los ductos, de su renovación, actualización y operación, incluyendo operadores privados, es clave para reducir ese riesgo y aumentar la utilidad de la empresa.
Bochorno en el Senado
Muchas veces hemos dicho que Jorge Luis Preciado no estaba a la altura de la coordinación del grupo parlamentario del PAN. Parece ser un buen hombre, es un político incondicional del presidente de su partido, Gustavo Madero, pero se necesita mucho más que eso para coordinar en la Cámara alta a la principal bancada opositora, en donde confluyen varios ex secretarios de Estado, ex gobernadores, personajes con peso político propio.
Dicen que el diablo está en los detalles y la fiesta que organizó Preciado en el Senado de la República para festejar el Día de la Candelaria es quizás el detalle que lo lleve a dejar el cargo. Un exceso, en todos los sentidos, a costa del erario y en un lugar que no está destinado a ese objetivo. Importa poco si lo hizo, como dijeron algunos, para agasajar a su esposa o si fue porque “se había sacado el muñeco en la rosca de Reyes”. Las fiestas privadas se hacen en lugares privados, no en el Senado de la República. Y Preciado, que ni remotamente cuenta con el respaldo de la enorme mayoría de los senadores de su partido, volvió a demostrar, en esos detalles, que no está a la altura de la coordinación de su bancada.
Leído en http://www.am.com.mx/opinion/leon/se-acomodan-los-hombres-del-presidente-6846.html
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