martes, 11 de marzo de 2014

Bulmaro Pacheco Moreno - El PRI y la ruta de los 100 años

A partir de 1988 arreciaron los críticos del PRI, anticipándole en cada elección certificado de defunción seguro y para cualquier momento.

Como observadores vivieron su peor desprendimiento político, el desgaste de sus organizaciones, la crisis de liderazgos, la crisis económica nacional y las turbulencias sucesorias.

Hablaban esos críticos del agotamiento y la crisis del “partido oficial” o “partido de Estado”; también lo bautizaron como la “secretaría de asuntos electorales” del gobierno en turno. Por calificativos no pararon, y tampoco por visiones catastrofistas de la realidad política mexicana.

Según ellos la caída del PRI estaba en automático a la vuelta de la esquina, coincidiendo con la crisis de Europa del Este y la caída del muro de Berlín. Se vio que muchos de ellos desconocían de fondo su historia.







Sus principales denostadores, al ver los problemas por los que atravesaba el PRI,combinaron sus predicciones con las crisis recurrentes del partido para fundamentar sus tesis. El PRI vivió su segunda crisis nacional sería en la elección de 1988, después de haber experimentado desde 1929 la peor ruptura política entre sus filas. Tiempo cuando se formó primero, la llamada corriente democrática, que registró candidato en el PARM, y después la unificación de las izquierdas mediante la fundación del PRD en mayo de 1989, con presencia mayoritaria de los ex priístas, que dominaron en su primera época su liderazgo nacional.

Figuras como Cuauhtémoc Cárdenas, Roberto Robles Garnica, Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador, entre otros, dominaron el liderazgo del partido en sus primeros 10 años y hasta ahora dos de ellos han sido los candidatos en las cinco ocasiones que el PRD ha participado en elecciones presidenciales.

También en el gobierno del Distrito Federal, ex miembros del PRI gobernaron por un lapso de15 años: Ganó Cárdenas en 1997, López Obrador en el 2000 y Marcelo Ebrard en 2006.

Nuevo impulso tomaron los críticos cuando en 1994 -el año de mayor complicación política del PRI en su historia- fue asesinado su candidato presidencial Luis Donaldo Colosio. También por la aparición de la guerrilla Chiapaneca, el asesinato en septiembre de su secretario general José Francisco Ruiz Massieu, y la gran devaluación de diciembre.

Para 1995 las izquierdas -aprovechando la coyuntura de la crisis- exigían la renuncia del Presidente Ernesto Zedillo, que había ganado la elección de 1994 con una diferencia amplia de 8 millones de votos, y sugerían -muy a la moda y tratando de capitalizar la crisis- la formación de un gobierno de “Salvación Nacional”, algo que nunca aclararon de qué se trataba o cómo se llevaría a cabo sin alterar las disposiciones constitucionales.

Obviamente dichas proclamas no fueron tomadas en serio, eran otras las prioridades, otros los personajes, y la crisis de 1995 propició que los actores nacionales se concentraran en la economía, más que en la política.

El nuevo gobierno negoció primero la gran reforma del Poder Judicial Federal. Después la reforma política de 1996, donde entre otras medidas de relevancia, se estableció elección directa del jefe de gobierno del Distrito Federal para 1997 y la creación del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Fue ahí donde el PRI cedió el primer espacio electoral de importancia a las izquierdas, que desde 1997 controlan el gobierno de la capital de la República. Un espacio nada despreciable desde el punto de vista electoral, con cerca de 6 millones de votantes y 30 distritos electorales.

Antes, en 1989, el PRI había perdido su primer gobierno estatal en Baja California. En 1992, el segundo en Chihuahua, con Francisco Barrio Terrazas.

Las derrotas del PRI en los estados vinieron en cascada: Zacatecas, Baja California Sur, Nuevo León, Tlaxcala, Nayarit, Yucatán. 22 estados y el Distrito Federal experimentaron la alternancia. Hasta hoy sólo en Colima, Campeche, Durango, Coahuila, Tamaulipas, Hidalgo, Estado de México, Veracruz y Quintana Roo ha gobernado el PRI ininterrumpidamente.

El País experimentó un dinamismo político notable en la implantación de la pluralidad con el reparto de espacios de poder entre las tres principales fuerzas políticas nacionales. Tanto el PAN como el PRD empezaron a ganar gobiernos estatales, incrementaron su presencia en ayuntamientos y congresos locales y, a partir de 1997, ninguna de las fuerzas políticas nacionales alcanzó mayoría en el Congreso de la Unión, lo que llevó a una nueva etapa de gobierno, con acuerdos y negociaciones, para impulsar nuevos mecanismos de operación política.

En la derrota del PRI en la Presidencia de la República en el 2000, el partido arrastraba ya un agotamiento considerable por la crisis económica, los asesinatos políticos, los escándalos, la derrota en algunos estados y el agotamiento del modelo de selección de candidatos, que fragmentó al partido en su estructura territorial, dando paso a la dispersión de cuadros y la debilidad de su organización en el ámbito nacional.

Ya sin presidente de la República, el PRI empezó a replantear su recuperación a partir de la Asamblea Nacional en Veracruz en 2001. Tuvo un proceso ríspido de elección de la nueva dirigencia nacional entre Roberto Madrazo y Beatriz Paredes en el 2002, y le fue regular en la elección intermedia para la Cámara de Diputados en el 2003. Ahí fue cuando el Presidente Vicente Fox, sorprendido por un PRI recuperado en la intermedia, afirmara confundido que se trataba de “Un freno al cambio”.

El PRI ganó también la mayoría de los gobiernos estatales en juego y avanzó en ayuntamientos y congresos locales. Sus críticos empezaron a replantear sus teorías de catástrofe y defunción: ¿Cómo es posible que se recupere un partido que perdió su principal fuente de sustento que era el poder presidencial?, ¿Cómo le hizo para evitar el colapso político posterior a su derrota?, ¿Qué no habían anticipado que iba a desaparecer?

A muchos críticos se les había pasado registrar que la implantación del PRI y sus organizaciones en su historia fue de carácter nacional; en cada Estado, cada región, cada municipio, con sus características, su cultura política y sus particularidades el PRI tenía trabajo político y aportaciones importantes. Por eso no era tan fácil que se borrara de un día para otro nada más porque otro partido ganara la Presidencia de la República.

A la elección del 2006 el PRI llegó dividido y las izquierdas por primera ocasión llegaron con un candidato fuerte, con amplia ventaja en los sondeos.

Con Roberto Madrazo el PRI cayó a un humillante tercer sitio en esa elección perdiendo 14 puntos en seis años (de 36.9 al 22.2 %), también cayó en las preferencias para el Congreso de la Unión al 28.2 por ciento.

Felipe Calderón tomó el control del PAN desde un principio. Impuso dirigentes, coordinadores parlamentarios y, como furibundo anti priista, tejió alianzas dividiendo al PRI en estados clave. Al final le falló su inclinación personal a favor de Ernesto Cordero. Se impuso el panismo disidente con Josefina Vásquez Mota, pero su crisis interna envió al partido en el gobierno con todo y sus derroches, presunciones y jactancias al tercer lugar de la votación.

¿Partido o candidato? En la elección del 2012, Enrique Peña Nieto levantó la elección para el PRI de 9.3 a 19.2 millones (del 22.2 al 38.2%). La legitimidad del triunfo y la ausencia de conflicto post-electoral le dio margen para negociar el Pacto por México, con casi 100 puntos de cambios y reformas con las principales fuerzas políticas de México.

Esas reformas, ¿se hubieran hecho sin el PRI? Pienso que no, y los 12 años de gobierno del PAN lo demuestran. No pudieron, no supieron, no quisieron o simplemente no se les ocurrió realizarlas.

El gobierno de Fox perdió un tiempo muy valioso que se le fue en ocurrencias y desplantes. Calderón entró en medio del conflicto, con muchas dudas sobre su triunfo y eligió la seguridad pública para legitimarse.

No en balde ahora que luchan por la dirigencia nacional, alguien le ha reclamado a los ex presidentes el que no hayan desmantelado al PRI durante los doce años de gobierno del PAN -¿más?-. ¿Se les olvida la presencia del PRI en la toma de posesión de Calderón y la colaboración con Fox en el manejo del conflicto post electoral del 2006.? El PRI contribuyó a evitar una grave crisis constitucional, que hubiera puesto a México al borde del precipicio político y de la ingobernabilidad. Eso no lo han valorado, y al PRI no le quitan de la cara el guante oportunista de “los 70 años perdidos”.

A 85 años de su fundación, entreverando generaciones y con un proyecto muy bien definido para México, el PRI ha regresado al poder, y en el mundo ha sentado un precedente histórico difícil de igualar.

¿Razones? En 85 años, el PRI -en un México que pasó de 17 a 117 millones de habitantes- sí aportó a la construcción de un tramo importante de su historia y eso no se olvida tan fácilmente.

Como quiera que la pongan sus críticos, por más presiones recibidas, con el PRI México nunca sucumbió ante ningún tipo de dictadura ideológica o de gobierno, garantizó estabilidad política impulsando las libertades y la movilidad de la gente a través de su debatido desarrollo social y económico.

Eso no pasó -por ejemplo- en naciones como Uruguay, Brasil, Chile o Argentina que con una mayor tradición democrática cayeron en la pesadilla de las dictaduras militares por largos años.

Es y ha sido ese PRI, el que, denostado, alabado, valorado, utilizado, criticado y enjuiciado, hoy cumple 85 años actualizando en el gobierno propuestas pactadas para que México, en tiempos inciertos en lo externo y turbulentos en lo interno, fortalezca su viabilidad como Nación. Se dice fácil, pero no.

bulmarop@gmail.com

Leído en http://tribuna.info/index.php?option=com_content&view=article&id=611464&catid=73

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