De todas las guerras, las religiosas probablemente son las peores en vista de que cada una de las partes beligerantes asegura que actúa en nombre, representación y defensa de su dios. Y cualquier persona, en el nombre de su dios, tal vez actúa con mayor brutalidad que si lo hiciera en defensa de una ideología no religiosa. Después de todo, no es lo mismo matar a otro en el nombre y con la autorización de la divinidad, que hacerlo por otra razón. Matar en el nombre de un dios implica que éste sanciona la acción y perdona al homicida que actuó meramente como su brazo ejecutor.
La historia humana está repleta de guerras religiosas.
La Guerra de Troya, librada entre los años 1260 y 1240 AEC por griegos y troyanos podría ser una de las primeras. En La Ilíada, Homero anota que del lado griego estaban los dioses Atenea, Hera, Poseidón, Hermes, Hefesto y Tetis, mientras que los troyanos recibieron la ayuda de Afrodita, Ares, apolo, Artemisa, Zeus, Escamando, Leto y Eris.
El islam inició sus guerras de conquista y conversión en el siglo VII, durante la vida de Mahoma, las que culminaron hasta el siglo XX. Al finalizar, la mayoría de los pueblos conquistados profesaban el islam. Hoy, ésta es la religión preponderante en el norte de África, Asia occidental, central y sudoriental, parte del subcontinente indio, la Península Malaya, Indonesia y la zona occidental de China. El dominio del Imperio Otomano de la zona oriental de Europa dejó importantes comunidades musulmanas en Chipre, Macedonia, Bosnia y Herzegovina, Albania y Azerbaiyán.
La conquista musulmana de España inició las guerras entre el cristianismo y el islam. Primero con la Guerra de Reconquista de España, entre los siglos VIII y XV, luego con las Cruzadas, entre los siglos XI y XIII, y finalmente con las guerras Otomanas en Europa, entre los siglos XV y XX.
En resumen, 14 siglos de guerras en donde unos mataron en el nombre de Dios y otros en el de Alá. Pero eso sí, todos convencidos de que su dios los guiaría hasta el triunfo final contra el enemigo.
La conquista española y portuguesa de América fue una guerra religiosa en vista de que una de sus razones expresas fue la de llevar el Evangelio a los pueblos conquistados. Y vaya que cumplió con su cometido. El cristianismo, en cualquiera de sus denominaciones, es la religión preponderante del Río Bravo hasta Tierra del Fuego.
Ahora bien, si las guerras que enfrentan a dos distintas religiones son terribles, parece que son peores las que enfrentan a dos distintos puntos de vista de una misma religión. Podríamos decir que éstas son las guerras civiles de la religión, las cuales como toda guerra civil dividen a familias y hacen que hermanos se maten entre sí en el nombre del mismo dios y no con la venia de dos o más dioses diferentes.
Las guerras de religión en el mundo europeo se dieron entre 1524 y 1648, justo después de la Reforma Protestante en Europa occidental y del norte. Durante esos 124 años los católicos pelearon a muerte contra luteranos, calvinistas y cualquier otra denominación protestante. Cuando terminó la matanza habían muerto millones de personas, principalmente de hambre porque los campos de cultivo fueron convertidos en campos de batalla. Y todo en el nombre de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
De este tema, para entender el actual conflicto de Irak, seguiré escribiendo mañana.
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