Cuando estaba en la cúspide de su poder, el jefe del cartel de Medellín construyó un zoológico en su famosa Hacienda Nápoles y de todas las bestias salvajes, son las únicas que siguen en la inmensa finca. Está situada a orilla del río Nare, afluente del Magdalena, en Doradal, corregimiento de Puerto Triunfo, un tórrido municipio del departamento de Antioquia, a tres horas de Medellín.
La empresa privada que decidió alquilar al Estado la Hacienda para convertirla en un Parque temático, con distintas especies de animales como atractivo principal, ha hecho sonar varias veces las alarmas sin que hasta la fecha les den una solución. Ahora son alrededor de 30 hipopótamos, una cantidad inmanejable.
Una manada de animales incontrolables
ELMUNDO.es supo que una de sus primeras estrategias para supervisarlos de alguna manera consistió en dejar a diario, en un mismo sitio, decenas de kilos de zanahorias y otras verduras que compran en los mercados de alrededor o que les regalan. De esa manera consiguieron imponerles una rutina a la manada que pasa sus días sumergidos en las aguas de uno de los doce lagos artificiales que construyó Escobar. Antes de anochecer suelen salir a pastar.
En la actualidad hay cuatro o cinco que se han marchado por el río hacia destinos desconocidos, lo que pone en riesgo la vida de campesinos y pescadores.
En lugar de tomar cartas en el asunto, las autoridades se pasan la pelota entre ellas y ninguna está dispuesta a asumir la responsabilidad. El Ministerio de Medio Ambiente, por medio de su titular, Luz Helena Sarmiento, señaló hace tiempo que su cartera pondría en marcha un plan para "control, captura, ceba y confinamiento" de la especie. Pero nunca lo llevaron a cabo con la excusa de que debe ser la Corporación Autónoma Regional de las cuencas de los ríos Negro y Nare, que tiene la Hacienda Nápoles bajo su ámbito de actuación, las que deben intervenir.
Castrarlos o devolverlos a África, entre las soluciones
"Con el tema de los hipopótamos, hemos dado la pelea con Estupefacientes, porque son los responsables de la problemática. Nosotros hemos hecho la función que nos compete de identificar a los hipopótamos, capturar varios, reubicar otros y castrar algunos", le dijo a Rcn Radio David Echeverri, biólogo de la entidad.
En el Instituto Humblodt, por su parte, sugirieron sacrificar a unos ejemplares, pero nadie se atreve a hacerlo. En julio del 2009 el país se acordó de la existencia de los hipopótamos cuando unos pescadores de Puerto Berrío, muy lejos de la finca, se toparon con uno y quedaron paralizados puesto que jamás habían visto una bestia igual.
El Ejército comenzó su caza y al final lo abatió. Los soldados se tomaron una foto con el cadáver y todo el mundo les criticó por considerar que no debieron matarlo.
Se abrió un debate sobre qué hacer con ellos, si devolverlos "a África", clamaban incontables voces, o mandarlos a un zoo. Como era de esperar, ninguna nación africana tenía interés en acogerlos, transportarlos suponía una inversión millonaria. Y la situación no ha cambiado.
Cuando ELMUNDO.es visitó el lugar por primera vez en 2003, la propiedad estaba semi-abandonada, con un par de familias de labriegos encargadas de cuidarla. Entonces contamos nueve hipopótamos en el mismo lago donde se concentra la mayoría hoy. Se alimentaban de los pastos de alrededor, nadie se preocupaba de ellos ni les molestaban, vivían tranquilos, alejados del mundo. Pero la familia creció demasiado y su futuro es incierto.
Por si les interesa:
Los pecados de mi padre
2009
País: Argentina
Director: Nicolás Entel
Sinopsis
Sebastián Marroquín, único hijo varón del narcotraficante Pablo Escobar -líder del cártel de Medellín y fallecido en un enfrentamiento con la policía en 1993-, habla en primera persona sobre la violencia ejercida por su padre, cuyos crímenes cruzaron las fronteras de Colombia. Tras la muerte de Pablo Escobar, el más famoso y violento narcotraficante de Colombia, su hijo Juan se marchó a Buenos Aires, cambió su nombre por el de Sebastián Marroquín y asumió una nueva identidad para intentar alejarse de su turbio pasado familiar. Por primera vez desde la muerte de Escobar, Sebastián Marroquín ofrece su testimonio para contar la historia de su padre y la suya propia. De una forma honesta relata qué significa crecer siendo el hijo del criminal más buscado de Colombia y pide que su padre no sea visto como un ‘héroe del pueblo’, imagen que algunos colombianos reivindican, sino como el criminal que fue. Sebastián Marroquín se encuentra con los hijos del Ministro de Justicia, Rodrigo Lara, y con el hijo del candidato a la presidencia de Colombia, Luis Carlos Galán, ambos asesinados por sicarios de su padre en los años 80 y les pide perdón por todo el daño que su padre les causó a ellos y al país.
Leído en http://www.elmundo.es/internacional/2014/06/25/53ab0666ca47411c308b45ac.html
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