Conocí a Jorge Romero en un restaurante de la colonia Condesa cuando buscaba la candidatura panista a la jefatura delegacional de Benito Juárez, aquí en el Distrito Federal. Entonces tenía unos 31 o 32 años y trabajaba en la delegación que entonces gobernaba el también panista
Mario Palacios.
Lo primero que me llamó la atención de él fue que al hablar de sí mismo usaba la tercera persona del plural o plural mayestático. Wikipedia explica que “en especial han sido los reyes y papas (de aquí el nombre de mayestático, perteneciente o relativo a la majestad) quienes han usado esta modalidad expresiva”.
Si a Romero le preguntaba cómo se sentía, me contestaba: “estamos bien”; si le preguntaba por qué quería ser delegado: “porque sentimos que podemos hacer un buen gobierno”.
Una vez, sabiendo que se ostenta como un católico devoto, en son de broma le dije que al utilizar la primera persona del plural al referirse a sí mismo significaba que también hablaba en nombre de su ángel guardián. No entendió mi comentario o tal vez mi sentido del humor es muy distinto al suyo ya que se limitó a decirme que él “así habla”. Le comenté que el plural mayestático ya ni lo usaban los papas y que el único político que lo utilizaba al hablar de si mismo era Andrés Manuel López Obrador. No tuvo más qué decir al respecto y estoy seguro que no le caí muy bien.
Romero ganó la elección del 1 de julio, pero sólo por 500 votos. Recibió 95,022 votos, el 39.63% del total, mientras que la perredista Leticia Esther Varela Martínez obtuvo 94,524 votos, el 39.42%.
Que las cosas no irían bien en su gobierno delegacional se vio desde su primer día en el cargo, el 1 de octubre de 2012, cuando empezó a actuar como si hubiera sido electo por el voto unánime de los benitojuarenses olvidándose que el 60.37% de los votantes no lo apoyaron en las urnas.
Hoy, después de ser delegado durante 642 días, el escándalo rodea a quien se ostenta como el primer panista del Distrito Federal, a quien presume que después de las elecciones intermedias de 2015 será diputado local o federal y luego, en 2018, candidato del PAN a la jefatura de gobierno del DF.
Se dice, se comenta y se rumora que ha hecho extraordinarios negocios durante los último 642 días, que a cada vendedor ambulante que trabaja dentro de la Benito Juárez le cobra una cantidad determinada por derecho de piso, que ha asignado diversas obras públicas a empresas que han aceptado pagar un moche a cambio de ser contratadas, que los cargos más importantes en la delegación fueron para sus mejores amigos, entre ellos los que están presos en Brasil después de ser acusados de hostigar sexualmente a una mujer.
Romero niega todo lo que se dice sobre él, sus más cercanos colaboradores y su gestión, pero es tanto lo que se dice que no le queda a uno más que suponer que algo hay de verdad en esos comentarios y rumores.
Mientras tanto, en Benito Juárez reina el desorden y van en aumento los giros negros y la delincuencia. También reina el joven político que no sabe o no puede referirse a sí mismo en la primera persona del singular.
Afortunadamente, para quienes viven o trabajan en la Benito Juárez, dentro de 454 días, o tal vez antes, acabará el reinado del reyecito Jorge 0, seguramente que con más pena que gloria.
Cuidado con aquellos que usan el plural mayestático cuando hablan de sí mismos. Pueden ser mesías descontinuados o delegados de bajos vuelos.
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