lunes, 4 de agosto de 2014

Leo Zuckermann - ¿Dónde está López Obrador? ¿Por qué se desapareció?

Todo indica que el Presidente promulgará la Reforma Energética en unos cuantos días. La Cámara de Diputados ya aprobó las legislaciones secundarias; ahora los senadores votarán los pocos cambios que hicieron los diputados y el paquete completo se enviará a Peña para su firma y publicación. La pregunta es dónde ha estado López Obrador y su “enorme y poderoso” movimiento para impedir que se lleve a cabo esta reforma. ¿Dónde quedaron las Adelitas, las movilizaciones multitudinarias, el bloqueo físico al Congreso, las asambleas informativas en el Zócalo y todas las formas de resistencia civil que el tabasqueño había prometido llevar a cabo durante el proceso de discusión y aprobación de la Reforma Energética?

López Obrador ciertamente ha declarado aquí y allá su rechazo a la reforma. La semana pasada, en un pueblo chiapaneco, muy lejos de donde estaba sesionando el Congreso, les solicitó a los gobernadores de Campeche, Chiapas y Tabasco  presentar “una controversia constitucional o un amparo en contra de la Federación para impedir que se lleven las riquezas que son del pueblo y de la nación, como es el petróleo”. Advirtió que cuando su partido, Morena, gane el poder se echarán para atrás las reformas de Peña.








Unos días después fue a decir más o menos lo mismo a Tampico. Sus declaraciones aparecieron en medios locales y, si acaso, en espacios interiores de la prensa nacional. La realidad es que AMLO ha estado muy perdido en toda la discusión y aprobación del paquete energético. Su actitud ha sido muy diferente a la de 2008, cuando el entonces presidente Calderón trató de sacar adelante una reforma similar que permitiría la entrada de los privados al sector, y que para efectos prácticos descarriló López Obrador con sus movilizaciones lideradas por las Adelitas. ¿Por qué ahora el tabasqueño se ha alejado tanto del debate energético? No lo sabemos a ciencia cierta. Que yo sepa, nadie se lo ha preguntado. Lo más que podemos hacer es conjeturar para explicar una ausencia tan conspicua.

Me parece que el excandidato presidencial se dio cuenta que el tema petrolero no prende a las grandes masas del país, ni siquiera a una minoría vocal. Quizá muchos mexicanos estén en contra de una reforma que va a permitir la entrada de capitales privados al sector energético, según demuestran algunas encuestas, pero eso no les quita el sueño.

Cuando López Obrador organizó su primera gran manifestación en contra de la reforma, en agosto del año pasado, se presentaron 44 mil personas en el centro capitalino según la prensa. Ahí convocó a una nueva marcha para el 22 de septiembre donde asistió menos gente. Luego, en diciembre, al comenzar en el Congreso la discusión sobre los cambios constitucionales en materia energética, el tabasqueño sufrió un infarto que lo incapacitó. Sin su liderazgo, Morena sólo pudo movilizar a un puñado de personas que hicieron mucho ruido en las afueras del Senado y nada más.

Durante la movilización de agosto, López Obrador había dicho que “lo único que puede frenar las medidas propuestas es la movilización. Es con la gente y con el pueblo, no hay otra opción”. Me parece que, desde el año pasado, el excandidato presidencial se dio cuenta que este tema no movía al “pueblo”. Además, con su divorcio con el PRD, perdió la posibilidad de que este partido le prestara a sus clientelas para asistir a las manifestaciones. Los perredistas, por su parte, decidieron su propia ruta de oposición a la Reforma Energética bajo el liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas. Esta división —una más de la izquierda mexicana— le impidió a López Obrador volver a sus épocas de gloria cuando podía movilizar a miles de personas, como ocurrió durante el desafuero de 2005, después de la elección de 2006 e incluso todavía durante la discusión de la Reforma Energética de Calderón en 2008.

En 2014, sin embargo, con la izquierda dividida y con una opinión pública desanimada frente al tema energético, AMLO ya no pudo cumplir su promesa de movilizar para frenar la reforma más importante de Peña. Se fue, entonces, a viajar por el país oponiéndose a los cambios con discursos y prometiendo una consulta popular, diferente a la del PRD, para 2015. Al parecer, como López Obrador se sintió débil y vulnerable, prefirió bajarle el perfil a su presencia para no hacer el ridículo. En esta ocasión, a diferencia del pasado, en lugar de doblar las apuestas, se echó para atrás, lo cual demuestra que no es un suicida sino un político sagaz que sabe cambiar de estrategia de acuerdo con las circunstancias del momento.



                Twitter: @leozuckermann


Leído en http://www.excelsior.com.mx/opinion/leo-zuckermann/2014/08/04/974341


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