sábado, 16 de agosto de 2014

René Delgado - Navegar o encallar

Es de tal variedad, contraste e intensidad el diario acontecer que tomarle el pulso y seguirle el curso al país a veces colinda más con el capricho que con el análisis.

 De ahí que haya quienes, con la mano en la cintura, garanticen que lo mejor está por venir y quienes, con los brazos en jarra, adviertan que lo peor todavía no ha llegado. Vaticinios que a la postre fallan al menos parcialmente y que obligan a sus autores a concluir que el país, fiel a su historia, rebota y patina en sus contradicciones, incapaz de construir un mejor futuro.

Ahí está, veinte años después, el Tratado de Libre Comercio, que todavía hay quienes lo aplauden sin explicar por qué el país no crece y quienes lo vituperan sin reconocer el impulso a las exportaciones.









 Algo de eso ocurrió esta semana. Los sucesos registrados entusiasman la idea de navegar como hacía años no sucedía, pero... sin conjurar el peligro del naufragio. Si todo se ha hecho, qué falta. ¿Por qué si más de una vez se ha tocado a las puertas de la modernidad, no hemos entrado? Quizá, en ello algo tenga que ver la mar de corrupción y criminalidad en que la nave nacional flota sin navegar del todo, ni encallar del todo.

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Entre los hechos entusiasmadores de la semana está la conclusión de la etapa legislativa de las reformas propuestas por el gobierno, a través del Pacto suscrito con los partidos. Más allá del acuerdo o desacuerdo con ellas y de los innegables vicios con que se concretaron algunas en su nivel jurídico, no se puede regatear mérito al gobierno en su logro.


 Al respecto, mejor que el discurso pronunciado al promulgar las leyes en materia de energía o que el mensaje dirigido a la nación, Enrique Peña Nieto publicó, en el sitio oficial de la Presidencia de la República, el artículo Reformas en acción. Vale la pena leerlo (http://goo.gl/zYj3we).

 Ahí, el mandatario expone su diagnóstico del acontecer nacional durante los últimos treinta años así como el concepto que lo animó a emprender un "ciclo reformador" que, luego, califica de "un cambio radical". Explica por qué pretende transformar y no sólo administrar al país, así como por qué se empeñó en lograr un Pacto que no fuera producto de una emergencia, sino de la voluntad explícita de "cambiar de fondo al país".

 No desaprovecha la oportunidad de presumir y resumir la hazaña político-legislativa concluida. Once reformas estructurales "aplazadas por décadas", que supusieron 58 modificaciones a la Constitución, 81 cambios a diversas leyes secundarias, crear 21 ordenamientos jurídicos nuevos y abrogar 15. Además, de constituir tres nuevas instituciones y reformar 13.

 "Las reformas -reitera Enrique Peña Nieto- persiguen tres grandes objetivos: elevar la productividad del país para impulsar el crecimiento económico, fortalecer y ampliar los derechos de los mexicanos y afianzar nuestro régimen democrático y de libertades".

 En ellos, el mandatario encuadra y explica cada una de las reformas y remata el texto señalando que "pasamos de las reformas en la ley a las reformas en acción". Reconoce también que "el camino no será fácil ni los resultados llegarán de inmediato", pero celebra contar ya con el marco jurídico y la estructura institucional para "iniciar la ruta hacia un nuevo México".

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El texto entusiasma porque fija postura y porque, en su indicar y omitir, el Presidente revela su parecer frente a conceptos fundamentales en materia política y económica.

 Llama la atención el límite electoral y no el horizonte político que otorga a la democracia; el vínculo que establece entre crecimiento y productividad sin mencionar desarrollo; el carácter cupular y no popular en que fincó el Pacto; la idea de alcanzar una democracia de resultados a partir de la colaboración entre el Ejecutivo y el Legislativo, fincando aquella sólo en la certidumbre, equidad y transparencia electoral así como en los instrumentos para evaluar a los funcionarios y rendir cuentas.

 Vale el texto porque marca los referentes de un gobierno que pretende hacer que sucedan cosas y no, como muchos otros, evitar que ocurran cosas.

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Igual entusiasma la reiterada intención de la izquierda perredista y morenista de someter a consulta la reforma en materia de energía.

 La pretensión habla de la gana de hacer política y de reivindicar ésta con un instrumento de participación ciudadana, como lo es la consulta popular. Que la izquierda vaya separada no está mal, la unión de ella no puede ser la mezcla de vicios y virtudes que, al final, la neutraliza y desprestigia.

 Contrasta con el propósito de realizar ese ejercicio -posible eje de la campaña electoral 2015-, la intención de Acción Nacional de plantear una pregunta en relación con el salario mínimo o el anuncio irresponsable del tricolor que, al dar por concluida la reforma energética, "hace saber que se encuentra valorando la posibilidad de plantear, eventualmente, alguna pregunta a los electores a propósito de la jornada electoral de 7 de junio de 2015". ¿De qué se trata? ¿De la alianza del PAN y el PRI para pervertir un instrumento de participación ciudadana sin estrenar y sacrificar la posibilidad de la política popular, en favor de la cupular?

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Todo eso entusiasma la idea de que el país navega como hacía años no ocurría, pero ¿qué deja asomar el peligro de encallar de nuevo?

 Una omisión donde el gobierno y los partidos en su conjunto incurren, una materia ausente en su discurso y su práctica: el combate frontal a la corrupción que emparenta a la política con el crimen mientras éste borra el Estado de derecho. Ni una palabra le merece al presidente de la República el incumplimiento de esa otra reforma, un profundo silencio cómplice le merece a las oposiciones.

 Bandera de la campaña de Enrique Peña Nieto, iniciativa de su partido antes de acceder al poder presidencial, la Comisión Nacional Anticorrupción duerme, a medio camino legislativo, el sueño de los justos. Un sueño que, se sabe, torna en pesadilla cuando la corrupción rapaz y el crimen incontenido vulneran los proyectos, por grandes y prometedores que sean.

sobreaviso12@gmail.com



Leído en http://www.plazadearmas.com.mx/noticias/columnas/2014/08/16/rene_delgado_10200_1009.HTML



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