viernes, 23 de diciembre de 2011

Riva Palacio - ¿Se desgastó el PRD?



Si Michoacán es la cuna del cardenismo, que medio siglo después vio nacer a una izquierda con vocación de poder, la ciudad de México es desde 1997 su súbdita política. En la capital federal se encuentra su principal fuerza, que empezó a acumular en 1985 cuando la ineficacia del gobierno de Miguel de la Madrid durante los terremotos hizo emerger los nuevos liderazgos que arrebataron al PRI sus clientelas electorales. La pregunta inquietante es si el ciclo se está cerrando.

La ciudad de México se encuentra hoy en día en cirugía abierta, partida por obras que ponen a prueba su tolerancia, que asemeja un queso suizo de tantos hoyos, con sus policías arbitrarios y selectivos, tan cumplidores como violadores de la ley, según el humor del que anden. La pasividad del capitalino es proverbial, y surge la pregunta de cómo es posible que con todos los problemas cotidianos, propios sí de las grandes urbes, la ciudad de México funcione sin paralizarse o estalle por completo.

Sus vasos urbanos siguen moviendo inexplicablemente a personas y vehículos, y el enjambre de redes, cables, tuberías y túneles subterráneos, la mantienen a flote. Está peligrosamente endeudada con 54 mil millones de pesos, y con déficit presupuestal de otros 28 mil. Pero eso no se ve en las calles, aunque lo resienten las clientelas perredistas, a las que mantienen con la esperanza de que les conseguirán una vivienda o un empleo en el gobierno capitalino, y es como una bomba de tiempo.

La tolerancia y pasividad tienen límites y la pregunta es si en 2012, ese será el caso. El senador Carlos Navarrete decía hace pocos meses que no importaba quién sería el candidato del PRD a la jefatura de gobierno, ganaría la elección de cualquier forma. Al igual que otros contendientes, Alejandra Barrales, presidenta del Congreso local, Mario Delgado, secretario de Educación, y Miguel Mancera, el procurador, han inundado la ciudad con propaganda electoral e inyectado recursos para campañas de posicionamiento en medios. Pese a todo, esa saturación no le ha dado más votos al PRD ni a ellos, lo que significa que ningún aspirante perredista cautiva al electorado.

Beatriz Paredes, cuyo grupo político destrozó la estructura del PRI en la capital durante años, es la aspirante tricolor que salvo algunas entrevistas en radio y prensa, realmente no ha hecho campaña ni gastado en propaganda. Sin embargo, está muy por arriba de los perredistas en preferencias electorales, y los 40 puntos que tiene hoy en la bolsa, superan por casi por el doble las de Barrales, la mejor posicionada de la izquierda.

Si Paredes que no ha hecho campaña, vence fácilmente a todos los contendientes del PRD, ¿no será que el electorado está enviando un mensaje a la izquierda? ¿No será que hay un desgaste visible que no se quiere reconocer? La elección para el gobierno del Distrito Federal es un tema local de impacto nacional. Si el PRD pierde, no sólo se desfonda el partido, sino que sin esta ciudad se terminará de hundir como partido, perderá los recursos que los han hecho vivir –como a su candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador durante cinco años-, y lo peor de todo, serán expulsados de su enclave por un electorado que está dando señales muy fuertes de hartazgo de esta izquierda que, en su corazón, debajo de la epidermis, no ha querido evolucionar.

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