Carlos Loret de Mola |
Todos se asombraron. Pocas veces con tanta claridad el líder compartía su expectativa: espera que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ratifique el triunfo de Enrique Peña Nieto en las elecciones presidenciales.
Y como nunca, López Obrador se sinceraba sobre su futuro: dejaría la vida partidista en manos de “Los Chuchos”, su grupo rival en PRD al que pertenece Zambrano, y él aparecería sólo en los momentos clave del eventual sexenio priista como el gran opositor a Peña Nieto y sus pretendidas reformas energética, fiscal, laboral, etcétera.
“Ustedes son hombres de Estado”, le remató a Zambrano, “yo soy hombre de Nación”. La reunión terminó. Muchos salieron con la cabeza baja. Pero para otros fue oxígeno puro:
El plan de distanciamiento está delineado desde hace semanas por el grupo de Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno del DF, en alianza con “Los Chuchos” y la corriente que encabeza la ex gobernadora de Zacatecas, Amalia García. Forman parte del mismo conglomerado mandatarios estatales electos como Miguel Ángel Mancera del DF y Graco Ramírez de Morelos, así como el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre.
Su objetivo es separar la socialdemocracia de la izquierda populista. Diferenciarse de López Obrador y sus radicales. Sumar al PRD y al PT de su lado, y dejar a Movimiento Ciudadano (ex Convergencia) bajo control del dos veces candidato presidencial. Esta unión de moderados de la izquierda cuenta con 70 diputados federales y 11 senadores.
Fundar un Frente Amplio de Izquierda al estilo uruguayo en el que todas las corrientes tengan algo así como “acciones” (estilo empresa) que les garanticen una cuota mínima de candidaturas equivalente a su fuerza político-electoral, con una dirigencia rotativa a la que tienen derecho al menos durante una temporada. Y con esa estructura, plantarse frente al eventual gobierno de Enrique Peña Nieto, coincidiendo o no con las posturas públicas y movilizaciones anunciadas de López Obrador.
Ese es el plan. Poderlo llevar a cabo es algo distinto. López Obrador ha exhibido históricamente destreza para encarecer el precio de diferenciarse de él, desde la izquierda. Y quienes dentro del PRD no comparten sus métodos suelen replegarse ante los calificativos de timoratos y traidores que suele espetarles Andrés Manuel. Sin contar que el ser un “referente moral” que encabezará la manifestación pública en temas tan políticamente sexys como Pemex o el IVA, construye una autopista a 2018 para López Obrador y sus movimientos afines.
Leído en: http://opinion.informador.com.mx/Rotonda/2012/08/30/habla-amlo-en-privado-de-su-futuro/
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